"Solomon saith: There is no new thing upon the earth.
So that as Plato had an imagination, that all knowledge was but a remembrance;
so Solomon given his sentence, that all novelty is but oblivion".
(Francis Bacon, "Essays", LVIII)
Cuando se comienza un viaje, por más largo que sea, como el viaje a Ítaca que relataba Kavafis, se sabe (al menos se intuye) que un día terminará. Pocos viajes tienen vocación de ser eternos. Y muy pocos se resignan al olvido, aunque es posible que ese sea su destino más seguro.
También el de este viaje.
Hoy se cumplen 6 años exactos desde el punto de partida que me ha traído hasta aquí. Y, con este, han sido 300 post en 6 años: una media de 50 al año, es decir, casi uno a la semana, que era el ritmo previsto en el inicio.
Un viaje con baches: un par de ausencias por medio y otras cuantas veces con ganas de abandonar el camino y quitarme el calzado, aunque perseverando debido a la curiosidad y el anhelo de divisar un nuevo horizonte. Pero después de dos, la tercera es la definitiva.
Hace unos días, leía en el blog de Juan Abreu: "Pienso otra vez en dejar de escribir. No es que no lo disfrute. Aunque ya no queda nada de mis antiguas esperanzas de redención o singularidad. La inmensidad es demasiado inmensa y nosotros y todo lo que nos concierne demasiado estúpido. El último consuelo, la inmediatez, no acaba de servirme por más que trato. (...) Supongo que despedirme de las palabras será duro y me llevará algún tiempo". Me golpeó esta última frase. Sé que hay ciertos tics instalados en la mente de todo bloguero, que es como un cazamariposas en constante estado de captura de ideas que plasmar en su bitácora. Ya se sabe: el clásico "esto va pa'l blog". Ahora esas ideas serán como pájaros revoloteando sobre la cabeza y que, sacudiendo los brazos, hay que espantar porque ya no tienen lugar en que hacer su nido.
Aunque también digo que no tengo planes de dejar de escribir, no es una despedida de las palabras, sino de las palabras en el blog. Es momento de emprender otros viajes, otros proyectos, de escribir de otra forma y en otro medio. Es algo que me ilusiona y que creo necesario. En este sentido, recuerdo las palabras de Quino en algunas entrevistas después de abandonar las tiras de Mafalda, cosa que sucedió el 25 de junio de 1973, después de dedicarles diez años de trabajo. Esta fue su respuesta a la pregunta ¿qué quedó de aquellos diez años?: "No quiero renegar de la historieta. Fueron diez años de mi vida. Y también de la vida de Alicia, mi mujer. Pero pienso que el viejo maestro Oski tenía razón: la permanencia en la historieta me endureció el trazo muchísimo. Todavía estoy sufriendo en parte las consecuencias". No es conveniente repetir los mismos caminos vez tras vez. En otras palabras, ¿quién no recuerda este vídeo? Hay un momento en que se dice: "Vive en una ciudad alguna vez, pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en el campo alguna vez, pero múdate antes de que te ablandes". Creo que ha llegado el momento de dejar de "vivir" en el blog para que la escritura no se haga demasiado rígida o demasiado flexible. Ha llegado el momento de vivir nuevas aventuras.
¿Que quedan muchas cosas en el tintero? Claro que sí. Muchísimas. Como cuando se extiende la masa con un rodillo. Siempre sobresale por los lados y cuanto más se presiona, más superficie se alcanza. Pero hay que cortar en algún momento, y que la masa no se haga demasiado fina. De momento, puedo decir que estos seis años escribiendo a cuentagotas han sido una época de mi vida que quedará grabada de forma muy especial. Pero es saludable pasar página.
Ya solo me resta una última decisión. Qué hacer con el blog. Por un lado, si no lo hago desaparecer quedará como una sirena que bucea, nada y acecha, atrayéndome a las peligrosas rocas con sus cantos seductores. Pero por otro, no se pueden chasquear los dedos y fulminar de golpe seis años de viaje. Es decir, se puede, pero no me parece buena idea. Así que tendré que ser fuerte y resistir al canto de la sirena, porque de momento (no sé en el futuro) ya empiezo a visualizar este blog como un barco abandonado y varado en alguna escollera, invadido por la herrumbre, las algas y colonias de diminutos animales marinos. Una ruina incrustada en el paisaje, un vestigio de un viaje que sucedió en alguna etapa del ciclo vital. Quizás el olvido acabe por hacerlo desaparecer del todo. El tiempo lo dirá.
Y algo muy importante antes del último adiós: Agradecer mucho a todas aquellas bellísimas personas que me han acompañado tanto tiempo en este viaje. Los tengo a todos en la columna de la izquierda y en la memoria. Incluso a algunos cuyas bitácoras han desaparecido, pero siguen en mi mente. Tengo un recuerdo muy especial para los del inicio, muchos de ellos ya han emigrado fuera de este espacio virtual y han dejado huecos imposibles de rellenar. Por otra parte, lamento haberme topado también en este gran océano con algunos egos inmensos, de esos que encuentran su guarida en la red, que solo embisten, chocan o arrollan, pero que realmente no aportan nada y solo merecen la indiferencia. Esos elementos dañinos también existen, aunque lo cierto es que su efecto queda compensado con creces por el hecho de haber conocido a todas aquellas personas a las que he aprendido a admirar, a apreciar de corazón y con quienes he llegado a entretejer hermosas relaciones de amistad, dentro e incluso fuera de este pequeño mundo. De estas personas guardo el mejor de los recuerdos, que es el gran regalo recibido en los seis años de travesía. Millones de gracias.
Una última cita para terminar, una muy conocida. De Paul Bowles, en su libro "El cielo protector":
"La muerte está siempre en camino, pero el hecho de que no sepamos cuándo llega parece suprimir la finitud de la vida. Lo que tanto odiamos es esa precisión terrible. Pero como no sabemos, llegamos a pensar que la vida es un pozo inagotable. Sin embargo, todas las cosas ocurren sólo un cierto número de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizá ni eso. ¿Cuántas veces más mirarás salir la luna llena? Quizá veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado".
¡Hasta siempre! :)
"Je crois qu'il profita, pour son évasion, d'une migration d'oiseaux sauvages". |