וַתַּבֵּ֥ט אִשְׁתֹּ֖ו מֵאַחֲרָ֑יו וַתְּהִ֖י נְצִ֥יב מֶֽלַח׃
"Y miró su mujer [de Lot] detrás de él y fue pilar de sal".
(Libro del Génesis, cap. 19: 26)
Una pequeña barquita abandona la serenidad del puerto. Su tripulante mueve los remos para impulsar esa cáscara de nuez en la bahía. Por un instante pienso en la perspectiva del pescador: de espaldas al avance, bogando brioso mientras contempla, cada vez más lejanos, cada vez más diminutos, los muelles de los que partió con su embarcación.
Cuánta nostalgia se puede concentrar en una imagen.
Quizás es eso la vida misma. Un adentrarse en un incierto océano, un aventurarse sin poder ver el camino futuro, aún no trazado en las aguas de la existencia, a bordo de la barquichuela del presente, avistando tan solo con la memoria la realidad ya pasada de la estela que se va dejando. Esa misma estela anclada a un lugar remoto donde se intenta encontrar algún sentido al todo.
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Miro el mar y parece que siento su llamada. Y no comprendo cómo me llama a mí, que durante muchos años viví ignorando su presencia. Pero toda esa agua salada, con su vaivén, sus mareas, su oleaje, sus crestas, sus colores, sus jugueteos e incluso su lúgubre y monótono susurro, me resulta cautivadora. Tanto, que no me cuesta imaginar por qué hay quien me dice que toda la vida partió de ahí.
Si fue así, mucho hemos cambiado. No es lugar para la vida humana. No hay posibilidad de sobrevivir en ella, con estos pulmones, con este cuerpo. Estamos en conflicto: yo te robo y tú me robas. Incluso nos podemos robar la vida. Cada vez dudo más de que tuviéramos origen en tu cuna, tan desapacible, tan frígida, tan inclemente, tan adusta. Solo en mis sueños puede ser eso posible. En mis sueños. Donde todo es distinto, donde puedo respirar como un pez, donde no hace frío ni calor, donde nado sin esfuerzo...
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¿Una reminiscencia del mar?
En la inmensidad azul, el náufrago vio una isla y buscó posar su pie en ella antes de ser tragado por el agua, tan blanda que no puede ser hollada. Buscó escapar a la muerte segura. Salvarse en tierra firme.
En la llanura de tierra solo habita el viento. La inmensidad azul es ahora el cielo que lo cubre todo. A veces viajan en él enormes nubes que avanzan pesadamente o se deshilachan jugando a ser otra cosa, vuelan aves solitarias, majestuosas, o también las hay que forman escuadrillas. Otras veces, el cielo no sostiene nada bajo su infinito y límpido techo cian. El viento rastrilla suelos ocres o mantos verdosos de pequeña vegetación. Quizás algún árbol se resista a su empuje, desafiándolo con su constancia. Pero de esa pugna tan solo brota música. El roce con cada terrón del suelo, con cada hierba, con cada rama mecida, es la sinfonía de la planicie.
Cuánta paz. Tanta paz, que llega a generar el vacío. Y se busca en el horizonte una isla para salvarse de la inmensidad vacía del océano de tierra, antes de ser tragado por él. Las islas son aquí colinas con rostro de eternidad, de mirada amable a la vez que misteriosa, con personalidad propia.
Y así sucedió que me enamoré de una montaña. La montaña que me salvó de la soledad del llano cuando escapaba de las tierras de su océano.
Reminiscencias del mar.
"De Profundis", Miguelanxo Prado |
"En la tumba del marinero
nunca florecen las rosas.
Son su única plegaria
las alas de las gaviotas,
y solo tiene por lápida
las lágrimas de su amada
que por su regreso llora.
En la tumba del marinero
solo florece la aurora".
(antigua canción alemana)
Precioso raindrop. No puedo, o no sé decir más.
ResponderEliminarA veces me pregunto como sería flotar, dejarse mecer y desaparecer... Atracción fatal :)
Buen finde
Un beso
...
ResponderEliminarla inmensidad del mar deberia ser tanto o mucho como el amor que prometen los marineros...
yo tengo cierto sindrome o es reminicencia?
no se de cierto pero a veces uno flota y baila en un vaiv;en
el amor es tanto mas grande como el mar y aun asi....
en fin estoy desvariando...
vaya provocacion.....
Maravilloso!!!!! que bonita descripción...jamás había visto el mar de ese modo.
ResponderEliminarLa próxima vez que vaya a visitarlo recordaré este magnífico post.
Gracias amigo.. besos!!! ;)
Ya lo he confesado en más de una ocasión y quizá me repita, pero siento predilección por el mar, me cuesta vivir alejado de él, me seduce, me apasiona, me llena, la imagen del marinero remando es una estampa que me resulta de gran intensidad, aunque no tanto como la canción alemana con la que das cierre a este oleaje de emociones.
ResponderEliminarEl mar no me llama nada, además siempre me ha dado muy mal rollo. Por si no fuera bastante el hecho de que dentro te ahogas resulta que está plagado de bichos enormes que no ves hasta que...
ResponderEliminarqué agobio...
El mar... amigo y enemigo. Es verdad
ResponderEliminarreina
ResponderEliminarNo sé lo que será, pero parece de mundo de sueños, ¿a que sí? :)
besos
Jo
No sé si quedará algún residuo en el cerebro, esa reminiscencia del líquido amniótico en el que aparecimos a la vida. Quizás lo confundamos con el mar. También fue fruto del amor.
^^
besos
Vicky
Entonces me lo tendrás que contar tú a mí, para que la experiencia sea completa :)
besos
Sergio
Aquí lo tenemos a tiro de piedra, así que, en la cotidianidad, nunca llego a echarlo de menos. Pero, ¡qué presencia! ^^
abrazos
Doctora
jajaja sí, tiene esos inconvenientes, el mar. Una cosa es estar en la orilla y otra muy distinta adentrarse en sus misterios.
besos
Speedy
Tiene sus días, el mar. Te lo puedes pasar en grande con él, en él, o te puede dar noticias y sustos terribles. Suele ser algo extremista para estas cosas...
besos
Es hipnótico el mar, bueno tu eres hipnótico
ResponderEliminarA veces el mar tiene esa extraña forma de atraernos hacia él cuando ni siquiera nos gusta o le conocemos.
ResponderEliminarA mi me ocurre un poco lo contrario. Enamorada del mar desde pequeña, compañero de mi soledad infantil, juvenil y sanador de heridas en la adultez.
Ahora me pregunto por qué, y casi no acudo a su llamada, no me llama y en su presencia, es como si hubiera desaparecido.
Increible descripción de tu montaña. De increible belleza toda tu entrada.
Besos
lo tengo enfrente de la ventana y me fascina un día sí y otro también y aún así seguimos tratándonos de usted aunque ambos sabemos que me habría encantado ser pirata, o sirena...mejor pirata sí jajajaja
ResponderEliminarabrazote
Montse
ResponderEliminarSoy un hipnótico hipnotizado ;)
besos
Alexssa
¿Ya no os ajuntáis, el mar y tú? Ooooh.
Gracias por tus palabras :)
besos
ShaO
Y si existiera la sirena-pirata... uuuh, jejeje
A seguir fascinada.
muacks!