Al acercarme a la frontera entre dos años, ya sé que tendré que pasar por una aduana llamada Navidad. El problema de esta aduana es que su sentido radica en lo individual, pero es imposible captarlo si se ignora lo colectivo. Imagínate la cantidad de situaciones extrañas que esto supone...
Se diría que, en nuestro entorno inmediato, hay dos grupos mayoritarios en que podría dividirse a la gente cuando pasan por la aduana. Todo el mundo tiene que pasar por ella. El tiempo es como esas cintas transportadoras que avanzan en un solo sentido. Estando anclados a ella, resulta imposible detener ese avance constante, por más artificios que se puedan imaginar. Aunque llegaran a funcionar en la imaginación, la realidad ineluctable es la que es. El grupo de los ni fú ni fá debe de ser una minoría, me parece, y por eso lo descarto como uno de estos dos grandes grupos. Se trata de dos grupos opuestos. Uno de esos grupos es el de los que aman la Navidad y el otro es el de los que la detestan. Está claro.
No conozco a ningún niño que pertenezca al segundo grupo (no digo que no los haya), y eso me hace pensar. Es como si de pequeños nos deslumbraran las ilusiones, pero de mayores parecieran frustrarse y dejaran un regusto de amargura... como si la realidad distara mucho del brillo de las ilusiones, como si tuviera la apariencia de una gran estafa, de un gran engaño, de una verdad que no funciona y se sostiene en mentiras.
Yo sigo en el primer grupo, quizás porque mi lado infantil se abre camino de cuando en cuando, pero sin evitar hacer crítica de adónde se ha ido desplazando la aduana. Qué es, cuál era su propósito, y en qué se ha convertido, qué sentido tiene ahora (si es que lo tiene). Veo normal que haya una evolución en la forma de vivir las fiestas, pero me perturba más cuando llegan a quedar huecas de todo sentido. Y al niño que vive aquí dentro sí le entristecería que llegara un año en que la frontera quedara desolada y sin sentido.
Mientras tanto, seguiré buscando ese rumbo cada año. Como actividad individual y sin olvidar que es una experiencia que se vive mejor compartiéndola. Y no dejándola para el final, cuando se termina el tiempo del año, sino etapa a etapa, a lo largo de sus días.
Sin embargo, inevitable hacer balances. Qué año. Terminé el anterior con la idea de poner punto y final al viaje aquí. Luego, empezó el año y era lo último que quería hacer. 27 post el año pasado y con este son 72 en el año en curso. Hasta los números son gráficos para expresar lo opuesto que ha sido la forma de terminar ambos años.
Si me refiero a la trayectoria bloguística, agradezco mucho por todo lo bueno que me ha sucedido en 2-mil-11. Sobre todo, por las grandes personas a las que he tenido el privilegio de conocer y que han llenado de esplendor este espacio. Me faltarían palabras para describirlas y para expresar mi gratitud por recibir tanto de ellas. Solo espero que el próximo año sea, cuando menos, igual de intenso en cada momento del viaje.
Y sí: es una despedida temporal. Ahora viajaré físicamente para reencontrarme con los míos. El blog permanecerá callado hasta el año que viene (es decir, dentro de unos días). Ah, y espero que se puedan resolver, mientras tanto, los problemas de esta semana... Lamentablemente, no he podido dejar comentarios en los blogs de mis amigos... porque google-blogger es así, tiene sus cosillas de vez en cuando, y se lo ha debido de pasar en grande borrándome comentarios recién publicados. En fin, ni así se me puede hacer callar para expresaros todo mi cariño. A veces he pensado en mudarme a wordpress, pero hay un motivo que me retiene aquí: el recuerdo y las sensaciones de todo lo vivido. Me siento como en un hogar que, aunque con alguna avería en las cañerías o falto de una buena capa de pintura, sigo considerándolo un hogar. Es la casa rodante que me cobija en este viaje que un día me vio emprender. Y esa fue mi única pretensión. No la de tener un blog que luciera bonito y todo fuera perfecto, sino una fogata al lado del camino.
Un último aviso para los que también disfrutan visitando al hermano pequeño del viaje: ih8mondays. Como cada lunes, el día 26 habrá nueva publicación. Me lo permite la opción de publicación automática. Así que (pese a la total desconexión que tendré estos días y si nada falla en blogger... cruzo los dedos...) allí habrá una nueva foto, acompañada de una melodía y unas frases.
Gracias por vuestras visitas.
Yo sigo en el primer grupo, quizás porque mi lado infantil se abre camino de cuando en cuando, pero sin evitar hacer crítica de adónde se ha ido desplazando la aduana. Qué es, cuál era su propósito, y en qué se ha convertido, qué sentido tiene ahora (si es que lo tiene). Veo normal que haya una evolución en la forma de vivir las fiestas, pero me perturba más cuando llegan a quedar huecas de todo sentido. Y al niño que vive aquí dentro sí le entristecería que llegara un año en que la frontera quedara desolada y sin sentido.
Mientras tanto, seguiré buscando ese rumbo cada año. Como actividad individual y sin olvidar que es una experiencia que se vive mejor compartiéndola. Y no dejándola para el final, cuando se termina el tiempo del año, sino etapa a etapa, a lo largo de sus días.
Sin embargo, inevitable hacer balances. Qué año. Terminé el anterior con la idea de poner punto y final al viaje aquí. Luego, empezó el año y era lo último que quería hacer. 27 post el año pasado y con este son 72 en el año en curso. Hasta los números son gráficos para expresar lo opuesto que ha sido la forma de terminar ambos años.
Si me refiero a la trayectoria bloguística, agradezco mucho por todo lo bueno que me ha sucedido en 2-mil-11. Sobre todo, por las grandes personas a las que he tenido el privilegio de conocer y que han llenado de esplendor este espacio. Me faltarían palabras para describirlas y para expresar mi gratitud por recibir tanto de ellas. Solo espero que el próximo año sea, cuando menos, igual de intenso en cada momento del viaje.
Y sí: es una despedida temporal. Ahora viajaré físicamente para reencontrarme con los míos. El blog permanecerá callado hasta el año que viene (es decir, dentro de unos días). Ah, y espero que se puedan resolver, mientras tanto, los problemas de esta semana... Lamentablemente, no he podido dejar comentarios en los blogs de mis amigos... porque google-blogger es así, tiene sus cosillas de vez en cuando, y se lo ha debido de pasar en grande borrándome comentarios recién publicados. En fin, ni así se me puede hacer callar para expresaros todo mi cariño. A veces he pensado en mudarme a wordpress, pero hay un motivo que me retiene aquí: el recuerdo y las sensaciones de todo lo vivido. Me siento como en un hogar que, aunque con alguna avería en las cañerías o falto de una buena capa de pintura, sigo considerándolo un hogar. Es la casa rodante que me cobija en este viaje que un día me vio emprender. Y esa fue mi única pretensión. No la de tener un blog que luciera bonito y todo fuera perfecto, sino una fogata al lado del camino.
Un último aviso para los que también disfrutan visitando al hermano pequeño del viaje: ih8mondays. Como cada lunes, el día 26 habrá nueva publicación. Me lo permite la opción de publicación automática. Así que (pese a la total desconexión que tendré estos días y si nada falla en blogger... cruzo los dedos...) allí habrá una nueva foto, acompañada de una melodía y unas frases.
Gracias por vuestras visitas.
El árbol de Navidad del Cantón coruñés: adiós a la madera, hola al metal |
Mi deseo para cada uno es que disfrutéis de unos días llenos de lo que más anhele vuestro corazón.
Que se cumpla ese deseo personal. Pero no lo esperéis, salid a su encuentro y atrapadlo.
FELICES FIESTAS y PRÓSPERO AÑO NUEVO