viernes, 30 de abril de 2010

cuando los ojos no ven ni los oídos oyen

(sin parada, en un momento en que reduzco el habitual ritmo de marcha)

Hay ocasiones en que el viaje pide una parada en condiciones para descansar, mientras que, en otras ocasiones, se puede tomar un breve respiro simplemente disminuyendo la velocidad a la que se viaja. Creo que éste es un buen momento para ello. Sobre todo, por un par de toques de atención recibidos de personas a las que les importo. Digo "toques de atención" aunque ellas no imaginan hasta qué punto sus mensajes eran necesarios (imprescindibles, incluso) en el momento de recibirlos. Pero se ve que hay quien tiene el don de la oportunidad aun sin ser plenamente consciente de ello... Ante esto sólo puedo decir: ¡Gracias por haberlo empleado en mi favor!
Y por este motivo, debo dejar claro que este post y el siguiente no van a ser de cosecha propia, sino un efecto espejo... es decir, un intento de reflejar el bien recibido por si pudiera servir del mismo modo a alguno de mis queridos compañeros de viaje.

Comenzaré con la historia que I ha querido compartir conmigo. Se trata de un hecho real, ocurrido en Washington en la mañana del 12 de enero de 2007. Un músico callejero se instala en la entrada L'Enfant Plaza del metro de la ciudad. Se trata de un violinista que durante 43 minutos interpreta un repertorio con una pieza de Bach, el Ave María de Schubert, música de Manuel Ponce, de Massenet y, de nuevo, Bach. Hacia las 8 de la mañana, la estación del metro bulle en plena actividad: es hora punta y pasan cientos de personas, casi todos camino a sus trabajos. A los 3 minutos, un hombre de avanzada edad reparó en el músico. Aminoró su paso, se paró por unos segundos y emprendió de nuevo su marcha. Un minuto más tarde, el músico recibió su primer dólar: sin parar, una mujer lanzó un billete en la caja del violín. Unos minutos más tarde, un individuo se detuvo por unos instantes a escuchar; pero al mirar su reloj empezó de nuevo a andar apresuradamente… se le estaba haciendo tarde. El que prestó mayor atención fue un pequeño de unos 3 años. Su madre lo cogió y tiró de él, pero el pequeño seguía escuchando al violinista. Finalmente, su madre lo agarró con más fuerza y siguieron andando. El pequeño, ya puesto en marcha, seguía mirando al músico con la cabeza vuelta. Durante los 43 minutos en que el músico estuvo tocando, tan sólo hubo 7 personas que se pararon para escucharlo brevemente. En total, logró reunir 32 dólares. Nadie prestó especial atención cuando el músico dejó de tocar. Nadie aplaudió. Entre las más de mil personas que pasaron por delante de él, nadie lo reconoció. Nadie pensó en que Joshua Bell (link aquí) era el violinista del metro. El mismo Joshua Bell que es reconocido como uno de los mejores violinistas del mundo. En los pasillos del metro interpretó partituras de gran belleza musical y lo hizo con su Stradivarius del 1713, valorado en 3 millones y medio de dólares. Dos días antes de este acontecimiento, ya no quedaban entradas a la venta para su concierto en el teatro de Boston. Y los tickets costaban casi 100 dólares. Sin embargo, nadie apreció en una medida proporcional la actuación gratuita en el metro de Washington.

Esta actuación realizada de incógnito en la estación de metro de Washington a cargo de Joshua Bell fue un experimento organizado por Washington Post para investigar la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las preguntas que se habían planteado para el experimento eran éstas:
- ¿Podemos en un ambiente cotidiano, a una hora inusual, apreciar la belleza?
- ¿Nos pararíamos para apreciarla?
- ¿Podemos reconocer talento en un contexto inusual?
Está visto que cada vez más hemos desarrollado dependencia a luces de neón, sensacionalismos varios o focos dirigidos para "saber" a qué debemos prestar atención y a qué no.
Una de las posibles conclusiones después del experimento podría ser: Si no nos tomamos el tiempo necesario para detenernos y escuchar cuando uno de los mejores músicos del mundo está tocando una de las más bellas partituras, ¿cuántas otras cosas extraordinarias nos estamos perdiendo al no saber apreciarlas?

Cada cual deberemos reflexionar en ello...

Dejo a continuación el vídeo-resumen del evento.

13 comentarios:

  1. Pues sinceramente, creo que ante tantos estímulos como recibimos diariamente.. el que no repares en la delicada belleza y son del violín, me parece hasta sano.

    Las personas están centradas en su tarea...y la sensibilidad inhibida..

    No ...no me parece ni extraño, ni criticable, ni nada..

    CAda cosa en su sitio.

    Un beso

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  2. Hola... de tan veloz me has pillado todavía repasando el texto (sintaxis y esas cosas)

    En fin, esto es un experimento y has dado tu respuesta al mismo. La mía es bien distinta: nos hemos equivocado al organizar una vida tan rígida que, como tú dices, "cada cosa en su sitio" sin entrar en más valoraciones. Así es normal que se nos escapen tantas y tantas cosas importantes mientras atendemos sólo a las urgentes.
    Quizás nuestras vidas llegan a estar tan programadas de antemano que hemos olvidado el valor de cierto grado de improvisación y adaptación a las concretas circunstancias de un momento.
    Por eso, si me apuras, aún hay algo peor: que esa insensibilidad nos lleva a ignorar incluso el sufrimiento de quien hay al lado. En otra ocasión, una persona viajó muerta de una estación a otra de un metro en una gran ciudad, sin que nadie se preocupara por él, si estaba bien o no, si estaba muerto o dormido... No, creo que esto no es "sano".

    Por otro lado, me queda la lectura de lo esnobs que podemos llegar a ser los humanos... estoy casi seguro de que si se corriera la voz con la noticia de que un músico famoso está tocando su stradivarius en el metro, la aglomeración de "entendidos" y curiosos sería descomunal. Y, en parte también, porque nadie quiere quedar de insensible o ajeno a la cultura.
    Pero esto es una elucubración mía que no está demostrada en el experimento :D

    besos

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  3. El tiempo esférico de la atención. Me enamorado hoy XDDD lo fatal es que es de tu post...

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  4. "el tiempo esférico de la atención", buena manera de enfocar tanta fugacidad :D

    besos

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  5. Yo que he empezado este año a aprender a tocar el violín, y estoy aprendiendo a apreciar lo que otros saben hacer con este instrumento, habría sido de las que habría pasado de largo corriendo como una loca, porque seguro que estaba llegando tarde al trabajo, un día más. Qué lástima de vida! Nos perdemos los detalles , que al final son los que marcan la diferencia.
    Qué alguien pare el mundo, que yo me bajo!!!

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  6. Yo estoy seguro de que mucha gente se sintió conmovida al escuchar la música y que algo vibró en su interior con ella. A mí me pasa a menudo, cuando escucho a un clarinetista con el que me suelo encontrar. Lo que ocurre es que el metro es un lugar de paso y no consideramos oportuno detenernos ahí, tal vez por un sentimiento gregario de no entorpecer a los demás. Si el violinista se hubiese situado en una plaza o en una calle con suficiente espacio muy probablemente se habrían escuchado los aplausos.

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  7. Había visto este video-experimento, también hizo algo así, Ara Malikian en el metro de Madrid, y realmente, no creo que sea el lugar adecuado para examinar la descontextualización y reacción de las personas ante una interpretación de suma belleza, porque, el metro, UN LUGAR DE PASO, en el que la gente va y viene a un destino al que seguramente tiene que llegar puntual(un trabajo, una cita de amor, un médico, una reunión importante que cambiará sus vidas..)seguramente quisieran detenerse y escuchar pero no es ni el momento ni el sitio, sin embargo, si esa misma prueba se realizara en una plaza de abastos, un parque, un merendero, lugar de trabajo, colegios...etc., aseguraría que se detendrían muchas personas a escucharlo.
    No creo que estemos tan "muertos por dentro" (aún).
    ;)

    bicos!

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  8. alex
    Ánimo con el violín. Espero que te dé grandes satisfacciones.
    Tienes razón: los detalles son los que marcan la diferencia. Para bien o para mal :D
    jajaja del mundo te tendrás que bajar en marcha, que esto no se para ;D
    besos

    Petrarca
    Cierto que en un lugar de paso no va a haber la misma aglomeración que en una plaza... pero ¿sólo 7 personas de más de 1000? Ni un 1% de los viandantes me parece un porcentaje muy bajo. Con la de gente que va sin saber adónde va... (¿no hay pensionistas en Washington? jaja)
    Pero así somos...
    abrazos

    Aurora
    Hola, maja :D
    Que sí, que sí... que es un lugar de paso; pero es que la vida no nos va a pedir permiso para que las cosas sucedan cuando nosotros estemos preparados para apreciarlas. Sucederán sin más: contando con nosotros o sin contar con nosotros. Supongo que uno de los propósitos del experimento también era comprobar hasta qué punto estamos dispuestos a alterar nuestros planes cuando algo que merece la pena se cruza en nuestro camino.
    Ya dijo John Lennon que la vida es lo que va sucediendo mientras hacemos planes para vivirla (o algo así). Hay que reconocer que, como mínimo, el experimento lleva a cierta reflexión acerca de cómo organizamos nuestras prioridades.
    besos

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  9. ¡¡Hola!!
    Bueno, ya sabes que a mi me gusta observar todo incluso a veces al detalle, pero también entiendo a las personas que por obligación tienen que ir en metro a las 8 de la mañana en una ciudad gigante como Washington que se pueden tirar viajando un buen ratito. En cuanto a las preguntas que dejas pues te puedo decir que si que se puede apreciar la belleza en cualquier lugar, pero para las personas la belleza se mueve en diferentes baremos, lo bello para mi puede no ser bello para ti y viceversa.
    Podría pararme perfectamente a observar cualquier belleza pero también dependiendo de las circunstancias del momento.
    El talento se aprecia siempre, porque quien lo tiene de un modo u otro acaba destacando donde sea.
    Y la última ya, nos perdemos demasiadas cosas porque no sabemos mirar y ver y menos escuchar.
    Me voy por el otro post, me alegro que te hagan toques de atención eso es que te rodeas de buena gente. Besos

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  10. Es posible que la vida programada te obligue a concentrarte en ciertas prioridades y te cierre los sentidos, pero tambien es muy curiosa esa falta de iniciativa a la hora de apreciar las cosas, como tu dijiste, si se sabe que es un famoso, entonces se va mas facilmente, porque alguien ya ha decidido que algo es bueno y en principio, nos fiamos. Quien no ha llegado a una calle turistica llena de restaurantes, donde todo el mundo es forastero, y ha visto un restaurante que esta lleno, con mucha gente pidiendo turno desde fuera, y otro resto al lado, bonito, con precio y calidad similar, y semivacio. El otro esta casi vacio porque la gente lo ve vacio, y si otras personas no lo han apreciado, se supone que no es tan bueno. Luego entras, y es tan bueno como el otro. No se, esto tambien es una idea mia a vuela pluma.

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  11. Blanka
    Está bien esa distinción entre belleza y talento. Desde luego que no son lo mismo.
    Me pregunto ahora: ¿la gente que va a un concierto y paga 100 dólares, va en busca de belleza o en busca de talento? ¿O ni una cosa ni otra? Y es otra pregunta que también queda ahí, en el aire... ;D
    besos

    samuel
    Es cierto lo que dices del restaurante. Las modas parecen contagiosas, y lo malo de las modas es que ni suelen cuestionarse ni suelen partir de un hecho racional. Por eso a veces se ve lo que se ve...
    abrazos

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  12. Hay quien sólo sabe ser "entendido" cuando todos le arropan con su "entendimiento".
    Son esnobs.
    El niño no. Ese realmente entiende y la prisa no le agobia.

    Abrazos.

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  13. A veces nos centramos tanto en seguir el mismo camino un dia tras otro, una hora tras otra, que llegamos a desaparecer. Hace dos dias sali del trabajo tres horas antes de lo previsto. Por un momento pensé en volver a casa, tomar algo rápido, organizarlas cosas para el dia siguiente... En lugar de eso (no me preguntes porqué pues no sabría decirte) cogí el tranvia, bajé a la ciudad, me compré un café y un libro y me fuí a un pequeño parque que tiene una cascada a leer.
    Fue lo mejor que me había pasado en dos semanas.
    Y me da rabia olvidar en muchas ocasiones eso de pararte a mirar lo que te rodea. A veces, nosotros mismos nos hacemos desaparecer. Nos volatilizamos.

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