martes, 15 de julio de 2008

quod erat demonstrandum

(buscando, sin éxito, algo que dejé en la salida)

Me ha costado un año, pero puedo decir que algo queda demostrado. Y no es un teorema. Cada generación científica se agarra tanto a las imágenes que ha producido que suele acabar siendo víctima de su propia "imaginería". Durante la Edad Media, la repetición sistemática de grabados y figuras con una Tierra plana cual bandeja de camarero, en medio del universo, y con océanos que se despeñan en abismos situados al borde, fue un serio obstáculo para que se produjera un progreso en la concepción del cosmos. La etapa darwiniana ha dejado sus ilustraciones del simio enderezando el espinazo a la vez que va perdiendo pelo. El club de los Copérnico, Kepler, Brahe, Galileo and company nos legaron sus figuras del sistema solar como una pista de atletismo o un circuito de carreras en torno al Sol, con sus planetas moviéndose en órbitas elípticas perfectamente cerradas ...con salida y meta en un mismo punto. En estos años de Hawking, son más propios los dibujos de un universo en una cáscara de nuez, con un punto central de fragorosa explosión a partir del cual todo se expande...
Bueno, pues creo que todo lo anterior no son más que simplificaciones de este universo en el que vivimos, con su dosis de cierto y su dosis de falso, sobre todo porque (¡reconozcámoslo de una vez!) muchas de esas imágenes se han elaborado a partir de conjeturas, teorías, especulaciones, iluminaciones de iluminados... pero no de pruebas o hechos demostrados. ¡Ay, los científicos jamás concebirían un cosmos que cantara "antes muerto que sencillo"...! Pero una cosa es que sea sencillo (que seguro que lo es y más de lo que suponemos) y otra muy distinta es que sea simple o incluso simplón como aparece en algún dibujete. Y ¡qué difícil es dibujar su complejidad real (que, en primer lugar, habría que conocer) o llegar a resumirla en alguna ley física, fórmula matemática ...o lo que sea!

En fin... al grano (que cuando me pongo nervioso, y la ocasión es para estarlo, no paro de largar): lo que hace que cada momento sea único es que la trama espacio-temporal en la que estamos situados sólo permite nuestra presencia en uno de sus puntos sólo un instante. Y nada más. Nunca otra vez en el mismo sitio. La prueba es que no hay órbitas cerradas, aunque así se hayan representado. No se puede repetir una posición: cuando volvemos al "mismo lugar" (por ejemplo, a casa al final de la jornada), nunca volvemos a estar en el "mismo lugar", a pesar de que nuestra sensación sea ésta.
Se cumple precisamente hoy un año desde que empecé a escribir este blog (con dos plantillas usadas, un montón de cabeceras, pero una sola imagen de perfil; 51 paradas y un total de 61 entradas, incluyendo ésta). Allí, en la salida, fui un poco lento al comenzar la marcha, inspirado en una conocida fábula de Esopo. Un asunto de liebres y tortugas. Dejé esa página del libro de fábulas pegada en la línea de salida con la intención de que, al verla en mi primer paso por meta, completada la primera vuelta del viaje, me recordara ese asunto pendiente entre quelonios y lepóridos. Pero aquí no hay ni página de libro, ni línea de salida, ni nada de lo que debería haber... sólo el camino, nada más. Y ni siquiera es un circuito al que dar vueltas. Resulta que el Sol, en su desplazamiento por el espacio, ha ido arrastrando la órbita de nuestro planeta convirtiendo la elipse cerrada de los dibujos en una hélice abierta que impide que jamás volvamos a estar en un sitio por el que ya hemos pasado una vez... ¡caprichos del espacio-tiempo!

Y todo este rollazo para decir dos cosas. Una: que cada momento es extremadamente precioso (¡y a ti te estoy haciendo perder el tiempo de mala manera con mis tonterías! :D). Y dos: ¡que estoy de aniversario bloguero! Espero que estas dos noticias amortigüen el efecto de la tercera que traigo medio camuflada, porque me cuesta más lanzarla...
Bueno, pues... esto... que el próximo fin de semana no habrá parada en el viaje de raindrop... ni el siguiente... ni el siguiente... en fin, hasta no sé cuándo. No se trata de vacaciones. Hago una desconexión indefinida por otros motivos. La palabra desconexión me genera un doble interrogante en la cabeza. Me explico: sé lo que me costará desconectar y también sé lo que costará volver a conectar después de un tiempo. Es un curioso balance entre hábitos y cariño. Aunque no siga en la blogosfera durante una temporada, me costará dejar de pensar en todos y cada uno de los amigos y amigas con los que he compartido tanto. Me apena ser consciente de la cantidad de cosas que me voy a perder y de lo que me costará ponerme al día a la vuelta. Ésta es la forma que tenemos de ir conociéndonos y ¿qué pasará con vosotros después del apagón? No podré saberlo. Os voy a echar mucho de menos.

A propósito de conocernos: después de un año, creo que ya va siendo hora de presentarme a letra descubierta. Aquí dejo algo manuscrito, recién salido del horno (click sobre la imagen para verla grandecita). Sé que es más fácil (y queda más legible) teclear y pulsar enter que escribir en papel con bolígrafo, escanear y luego publicar la imagen. Pero esto también me ha impedido ser más fiel a mi propio estilo. Generalmente, mis papeles están siempre más llenos de dibujos, croquis, garabatos y líneas que de letras.
También, respecto al hecho de conocerse, tengo que decir que suelo pensar en el principio de incertidumbre. Cuando Werner Heisenberg formuló este principio, se refería a la imposibilidad de medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula. Pero ya que los físicos andan tan preocupados con eso de encontrar la teoría definitiva que unifique todas las fuerzas del universo, ¿por qué no incluir también esa fuerza tan poderosa que actúa en las relaciones entre las personas y que es el amor? El principio de incertidumbre viene a decir, en términos de andar por casa, que simplemente al observar un fenómeno ya lo estamos alterando inevitablemente. Así que es difícil hacerse una idea de cómo son las cosas porque siempre nos queda la duda de si serían iguales si no las estuviéramos viendo. O el típico acertijo zen: ¿Hace ruido un árbol que cae en el bosque sin que haya nadie que pueda escucharlo? (¡hala, ahí queda eso! ;D). Y ¿qué sucede con las personas? Cuando nos conocemos, al interactuar, también vamos cambiando. Nos hacemos un poquito diferentes. Quizás no lo notemos, pero es así. Dos personas que conviven juntas, cada vez son más semejantes. A mí, esto me parece algo grandioso: vosotros me habéis permitido entrar en una parte de vuestros espacios vitales (en un blog se vierten cosas de lo que uno es) y os lo agradezco de corazón. Me ha ayudado. Y sería bueno saber que mi presencia aquí también ha sido de provecho para vosotros.
Recuerdo en la película Mejor imposible (As good as it gets) la escena en que la camarera (Helen Hunt) del restaurante que frecuenta el escritor protagonista (Jack Nicholson), bastante cansada ya del carácter intratable y demás manías de éste, le pide que le diga un buen piropo. Y aquí el prota se esmera porque el tío le suelta el mayor de todos los piropos que se pueden decir ("la madre de todos los piropos", como hubiera dicho quien ya sabéis). Es, sin duda, el piropo que me encantaría que me dijeran a mí, siempre que fuera de verdad de la buena, claro. Es algo así: Tú haces que yo quiera ser mejor persona.

Insisto: esto no es una despedida. Cuando se supera el punto sin retorno, ya no hay posibilidad de retirada. Uno siente que (no importa cuál sea la distancia que quede por recorrer) se está más próximo a la meta que a la salida. Y ya no se piensa en dar marcha atrás. Además, raindrop es una tortuga de largo recorrido, que no se conformaría con un solo año de viaje. Pero, ahora, llega el momento de transitar por otros senderos en los que no hay áreas de descanso, como en close2u, para compartir unos instantes en la buena compañía de los nudos extraordinarios de la red. Un día de éstos, volveré al camino principal para seguir practicando el principio de incertidumbre con todos vosotros. Hasta que llegue ese día (aunque seguiré contestando comentarios hasta el viernes) dejo este vídeo que es como un metafórico resumen audiovisual en casi cuatro minutos de lo que puede ser un viaje con sus paradas.

Hasta pronto
(sigo viajando)

domingo, 13 de julio de 2008

¿qué te importa lo que piensen los demás?

(51ª parada)
"¿Por qué se forman tumultos entre las personas, y la gente piensa cosas vanas?"
(Salmo 2: 1)

El 28 de enero de 1986, el transbordador espacial Challenger explotó a los 73 segundos de su lanzamiento (en la que iba a ser su décima misión), destruyendo también las vidas de sus siete desprevenidos tripulantes. Las dos fotos de arriba dan testimonio de la catástrofe.
El simpático mozo de las tres fotos de más abajo, que lo mismo toca los bongós que da interesantes y profundas explicaciones de Física, es Richard P. Feynman. Considerado el físico teórico más destacado de la posguerra, premio Nobel de Física en 1965, trabajó en los campos de la electrodinámica, gravedad y computación cuánticas, superconductividad, interacciones entre partículas en el espacio-tiempo, nanotecnología... En los años de la Segunda Guerra Mundial fue reclutado para participar en el Proyecto Manhattan (sí, para producir la bomba atómica... pero no sé si es ventajista hacer cierto tipo de juicios a posteriori) y, poco antes, su tesis en mecánica cuántica le había distanciado de las teorías de Albert Einstein (este último transitaba por otros caminos). Al margen de estos conocidos trabajos en el campo de la Física, Feynman también fue una persona interesada en muchas otras materias. Apasionado del arte, fue un pintor que alcanzó relativo éxito (llegó a realizar una exposición bajo un pseudónimo), también aprendió a tocar el tambor en Brasil y participó en una escuela de samba. Este tipo de dedicaciones, junto con sus muy liberales opiniones acerca de sexualidad que nunca dejó de divulgar, le granjearon cierta reputación de excéntrico, cosa que a él no pareció importarle en absoluto. Es posible que la influencia de los padres del eminente físico (su padre siempre estimuló su curiosidad y le animó a cuestionarse el razonamiento tradicional, no aceptando nunca que un asunto quedara sumido en el oscurantismo; mientras que de su madre heredó un profundísimo sentido del humor) llevaran a Feynman a ser el tipo de persona a quien no detienen las zancadillas ajenas. ¡Bien por Feynman!

Vale... pero ¿qué relación hay entre el Challenger y Feynman?
Después del accidente del transbordador, se requirió a Feynman para colaborar en la Comisión Rogers que tenía como objetivo investigar las causas del desastre. Y aquí viene lo bueno, porque (como suele pasar en estos casos) la versión oficial no coincidió con la opinión de Feynman, que logró demostrar con un simple experimento lo que había provocado el accidente. Insistiendo mucho, consiguió que su versión fuera incluida como un apéndice al documento oficial. Finalmente, el libro titulado ¿Qué te importa lo que piensen los demás? es la historia relatada por Feynman sobre su trabajo en la Comisión.
El bueno de Richard había dicho que "para lograr un éxito tecnológico, la realidad debe estar por encima de las relaciones públicas, porque la Naturaleza no puede ser engañada". ¡Toma ya, diplomacia!

Me recuerda esto a un asuntillo que traté en otra ocasión (aquí) acerca de la verdad de las máquinas. Mientras que la verdad de las máquinas es de una objetividad palmaria, la verdad de los humanos siempre va a estar matizada por una lista enorme de factores que la desvirtuarán más o menos. Uno de los factores de esa lista es el asunto "relaciones públicas"... Para los seres humanos, todo un arte: la diplomacia, lo políticamente correcto, las apariencias, el quedar bien, el qué dirán... ("cariño, ese vestido te favorece mucho", "hombre, señores Plómez, cómo nos alegra su visita", "no has envejecido nada en estos últimos diez años", "uy... no me va a ser posible asistir a esa reunión mañana: tengo un compromiso importante", "has adelgazado, ¿verdad?", "¡qué bebé tan lindo! es realmente precioso" y un largo etcétera que no siempre coincide exactamente con lo que se está pensando). Aunque habría que sumar también la mentira piadosa (más comprometida y comprometedora emocionalmente y, por tanto, algo diferente a la mentira oficiosa, que es el espíritu de lo anterior). En fin, ya sea por agradar o por proteger, cuántas veces se enmascara la realidad bajo una capa de conveniencia... Y pienso en alguna situación menos trivial. Por ejemplo, imagino a ese enfermo terminal que todavía no conoce lo que se le avecina porque su familia quiere ir dosificándole el disgusto. ¿Qué versión es la que prefiere cada uno... el enfermo, los familiares? Aún no se me ha presentado la oportunidad de tener que tomar una decisión en semejante trance. No sé lo que haría.

También pienso en otro caso, de ficción (aunque reflejo de muchos otros casos reales parecidos), en la película Atrápame si puedes (Catch me if you can). Hay un momento del film que me parece realmente emotivo y, para mí, son algunas de las secuencias más deliciosas de todo el largometraje. Se trata de los encuentros entre el protagonista, Frank Abagnale jr. (Leonardo DiCaprio), y su padre, Frank Abagnale sr. (Christopher Walken), después de que los problemas se abatieran sobre la familia. Ambos se citan en restaurantes y otros lugares para contarse sus vidas, cómo les va, y ¡se mienten como bellacos! ...pero el asunto es que ambos saben que se están mintiendo y siguen con el juego. Es una especie de La vita è bella, un edulcorar una triste realidad, pero con una diferencia sustancial respecto a la película de Benigni: se conoce la realidad, no se ignora. Es otra forma de aplicar relaciones públicas, de proteger del daño conocido a quien se quiere, sin ocultar pero mirando hacia otro lado...

Y mi mente apunta ahora hacia mi familia, que está pasando un año verdaderamente malo, allá en el otro lado de la península. También ellos saben que el mío no ha sido para tirar cohetes. A veces he pensado que, sabiendo que nada cambia, que todo sigue igual, no estaría mal que nos mintiéramos un poco, aun sabiendo que estamos mintiendo. Pero que nos contáramos una historia posible, que es la que nos gustaría estar viviendo... y, al dirigir nuestra mirada hacia un poquito más arriba, conseguir echar un vistazo a lo que sí se puede alcanzar. Y coger ánimos para lograrlo.
Ya sé que con esto no pondríamos en órbita un transbordador... pero ¿qué me importa lo que piensen los transbordadores?

sábado, 12 de julio de 2008

annabel lee

(50ª parada)
"(...) fuerte como la muerte es el amor".
(Cantar de los cantares, cap. 8: 6)

It was many and many a year ago,
....In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
....By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
....Than to love and be loved by me.


I was a child and she was a child,
....In this kingdom by the sea:
But we loved with a love that was more than love —
....I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
....Coveted her and me.


And this was the reason that, long ago,
....In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
....My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsmen came
....And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
....In this kingdom by the sea.


The angels, not half so happy in heaven,
....Went envying her and me —
Yes! — that was the reason (as all men know,
....In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
....Chilling and killing my Annabel Lee.


But our love it was stronger by far than the love
....Of those who were older than we —
....Of many far wiser than we —
And neither the angels in heaven above,
....Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
....Of the beautiful Annabel Lee
:

For the moon never beams, without bringing me dreams
....Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise, but I feel the bright eyes
....Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling — my darling — my life and my bride,
....In her sepulchre there by the sea,
....In her tomb by the sounding sea.
.................................................(Edgar Allan Poe)
.
Cada cierto tiempo, el genio humano da a luz a un elemento deslumbrantemente único, extraño y extraordinario como lo fue Edgar Allan Poe. Las influencias del escritor nacido en Boston se han ido ramificando por el panorama de las artes de forma sorprendente...
En la quincuagésima parada (que no entrada) del viaje de raindrop, no me he resistido a traer este conocido poema, pensando en lo mucho que se esfuerzan ciertos fríos por congelar ciertos amores. La versión musical en castellano del texto de Poe (el vídeo de más abajo) es de Radio Futura (por supuesto), un grupo plagadito de paisanos a quienes conocí de concierto zaragozano en mi primer año de instituto. Al vídeo se le nota que ya le van pasando los lustros por encima... Personalmente, pienso que habría que ir encargándole a Tim Burton (el discípulo cineasta de Poe) la producción de otro vídeo-clip que estuviera a la altura del poema. La canción de los Auserón y compañía sí lo está. En fin... a mí, así me lo parece; pero admito otras opiniones.

domingo, 6 de julio de 2008

crece, peter pan

(49ª entrada)
"En verdad os digo: a no ser que cambiéis y os hagáis como los niñitos, de ningún modo podréis acceder al reino de los cielos".
(Evangelio de Mateo, cap. 18: 3)

No, chaval. Ya no me embaucas más con tu cara amable. Ya no trago. James Matthew Barrie no era Antoine de Saint-Exupéry, y se nota. No mencionaré la calidad literaria, más bien lo digo por lo distintos que han sido sus hijos. Tú has sido el niño que ha escondido su final, quizás temeroso de reconocerlo. Has sido el niño que ha sabido bajar el telón de sus funciones antes de que se descubriera el fatídico epílogo. El primer Peter (el hijo de Sylvia Llewelyn Davies, el niño que se negaba a creer en los juegos imaginarios de Barrie hasta que fue seducido por el síndrome), siendo ya un adulto editor de renombre, se lanzó a las ruedas del metro desde el andén sin haber alzado el vuelo en el último momento. Y no sé cuántos como tú habrán seguido parecidos destinos. Me has hecho creer que mantener a Garfio a raya era una gran aventura, pero en realidad has estado alimentando tendencias suicidas de jovencitas Wendys, logrando que pusieran su pie sobre el vacío, más allá del marco de la ventana.

Ya no me convence tu look Disney, tu Campanilla, tu troupe de Niños Perdidos ni tu país de Nunca Jamás. Crece, Peter. Ya has perdido la inocencia... ¿de qué te sirve mantenerte niño sin serlo? Crece, si quieres volver a ser un niño de verdad. Me gustaría encontrarte un día, por casualidad, cobrando en la caja de un supermercado, o trabajando en una mesa de oficina, o conduciendo el autobús, o reparando el motor de los automóviles en un taller, o defendiendo a un acusado ante un tribunal, o atendiendo en tu ventanilla a los clientes de la caja de ahorros... y saber que disfrutas de la vida. Olvídate del capitán Garfio. Llevas tanto tiempo concentrado en él que has terminado por asemejarte a tu némesis. Fuiste héroe cuando salvaste al niño de ser víctima de la tiranía de los mayores. Pero terminó. No sirve que ahora sean los mayores víctimas de la tiranía del niño. Tu imaginación se convirtió en prisión, al punto que llegó el tiempo en que la realidad pasó a ser la imaginación de tu imaginación.

Crece, Peter, aunque no envejezcas. Pero olvida tus miedos... asume que no estás por encima del bien y del mal, que tu rebeldía ya no es tal, que tu soledad sólo es el precio que pagas por tu incapacidad para darte a los demás, que tu falta de empatía también te impide mostrar tus sentimientos cuando lo estás necesitando.

No olvides que el mismísimo Robin Williams a quien llegaste a engatusar para dar marcha atrás y volver a las andadas en Hook, es quien le pega un buen repaso a uno de tus adeptos en Good Will Hunting. Ayer lo recordé, de visita, en un instante perdido. Y, cuando te pille por banda, te hablaré de Maslow, aunque todavía lo tengo en tareas pendientes... Hoy, quiero dedicarte ese trocito de la película donde se dice lo que debes oír. Porque te hace falta una sesión de terapia como ésa. Porque entiendo que eres como el superdotado Will: un pobre muchacho perdido, "creído y cagado de miedo", que necesita mirarse cara a cara consigo mismo.
Hazlo, Peter. Y crece.