lunes, 30 de enero de 2012

distancia

(surcando mares procelosos)

Cuando compruebo que mi derrotero
me ha llevado a estar muy perdido
en cualquier lugar,
en ese momento de quebranto
necesito, como el aire que respiro,
solo una cosa:
escuchar tu voz,
el faro melodioso,
palabras que me traen
la luz de tu mirada.
Estés tú donde estés,
esté yo donde esté,
consigues que cualquier lugar
se convierta en hogar
y ya por fin me encuentro
en casa.

Se incendia el cielo
con tu último pensamiento en el ocaso
y las nubes de fuego me muestran
el camino hasta ti.
Cada una resuena
como el crepitar
de tu corazón ardiente.

Estrella by Presuntos Implicados on Grooveshark


jueves, 26 de enero de 2012

de gatos y ratones

(al calor de una fogata, acompañado de buenos amigos)

- Oooops! creo que he visto un lindo gatito...

Retomo donde lo dejé. El planteamiento era este:
Si 6 gatos se comen 6 ratones en 6 minutos, ¿cuántos gatos se comerán 100 ratones en 50 minutos?
Se trataba de un problema que dejé caer en el último post, y que había sido propuesto por Lewis Carroll en un librito de problemas matemáticos que le publicaron. Mi compromiso era mencionar al amigo bloguero que fuera el primero en resolver correctamente el problema de Carroll. Quede claro que cuando digo amigo, quiero decir amiga o amigo, indistintamente. Es que cada vez que uno habla en este mundo que nos hemos construido tiene la sensación de ir pisando huevos (de los otros) para que nadie se le ofenda, y luego se van pegando estas costumbres hasta con los que ya saben lo que quieres decir.
Al grano. Hubo buena cantidad de comentarios, aunque hubo muchos que no quisieron mojarse con la solución al problemilla. Era fácil, pero no pasa nada.

Antes de seguir, hay que resolver la cuestión de los gatos y los ratones.
Al hacer una primera lectura del enunciado, a uno se le va la cabeza hacia un error algo frecuente y establece una simplificación que no es correcta: si 6 gatos comen 6 ratones en 6 minutos, eso quiere decir que 1 gato se comerá 1 ratón en 1 minuto. Pues no.
Lo que dice el enunciado es que la velocidad de 6 gatos comiendo ratones es de 6 cada 6 minutos. Por tanto, 6 gatos se comen 1 ratón por minuto. Esta simplificación sí es correcta.
Ahora, lo que queremos es saber cuántos gatos comerán 100 ratones en 50 minutos (es decir, simplificando también: 2 ratones por minuto). ¡Tachán! Ahora ya está superfácil:
6/1 = x/2 (6 gatos es a 1 ratón por minuto como x gatos es a 2 ratones por minuto)
...y por tanto: x = 12 gatos
Para conseguir el doble de rapidez comiendo ratones se exige que participen el doble de gatos.

Y han respondido correctamente: Pilar, River, JLin y Silver's Moon (en este orden).
JLin y Silver's Moon me confiesan que han recibido un chivatazo para dar la solución correcta. La honestidad les honra.
Y entre Pilar y River tengo un dilema, porque Pilar me dijo que eran 12 o 13 (cierto, eran 12 o 13, pero no es exacto: eran 12) y, aunque fue la primera en dar una respuesta correcta, la respuesta de River es impecable en el planteamiento, con una regla de tres compuesta y todo.
Me decanto por una solución salomónica: mención doble.

Con Pilar comparto paisanaje. Es el tipo de cosas que ayudan a comprender a alguien un poquito mejor. Yo así lo creo. Me crucé en su camino (y ella en el mío) a través de otro bloguero, en cuya sección de comentarios coincidíamos. De ahí acabé en su blog (bueno, sus dos blogs) y en ellos descubrí a una persona sensible, sufriente, a una buena fotógrafa, a alguien que me conmovía con sus escritos, con pensamientos lanzados desde un siglo de ausencia, con breves historias no exentas de desgarro en que desea que te vaya bonito. Es una bloguera que no publica con demasiada frecuencia ni tampoco recibe muchos comentarios. En esos lugares me siento más a gusto, posiblemente porque me parece que es más difícil perderse entre la multitud. Cosas mías.
Ha sido un placer este cruce de caminos y espero seguir leyéndote. Estoy muy agradecido por el hallazgo.

Si tengo que hacer memoria para saber cómo conocí a River, una chica del sur, resulta que no logro recordar cómo llegué hasta sus thoughts in words. Desde luego, no es tan relevante el cómo encontré, sino el a quién encontré. Y eso ya es inolvidable. Cómo olvidar la forma en que me hace flotar en un océano de sensaciones cada vez que me desbordan sus aguas. Cómo no sentir la sorpresa de esperar un mazazo en las tripas, que se recibe como el roce de mil plumas, con cada una de sus palabras. Cómo no quedar fascinado en medio de ese terremoto que estremece todo el cuerpo. Allí no se llamaba River. Pero un día abandonó su lugar y se mudó a otro. En el mundo se me hace bola sigue atizando duro con sus puños de terciopelo. Y más le vale, porque cuando dijo que se despedía le hubiera insistido sin tregua hasta que volviera. Hay personas en la vida de las que no se puede prescindir.
Tú eres una de esas personas. Me encantas.

lunes, 23 de enero de 2012

razones

(área de descanso nº 166)

Hay quien se obsesiona con tener siempre la razón. También hay a quien le aterra que le den la razón. Y la posesión de las razones es asunto que a otros les tiene completamente sin cuidado. Pero no se trata ahora de ese tipo de razones. En matemáticas, una razón es (sencillamente) una relación entre dos magnitudes, y es una cosa de lo más frecuente en la vida cotidiana. Son muy corrientes las razones geométricas. Por ejemplo, si Catalina dice que ha viajado a una media de 100 km/h, lo que está diciendo es que la relación entre los kilómetros recorridos y las horas invertidas en recorrerlos es de 100 a 1. Y si Rigoberto me sale con que la mitad de sus amigos son alemanes, entonces resulta que 1 de cada 2 han nacido en la patria de Goethe. Fácil.
Un paso más allá es el de las proporciones geométricas. Esto es como juntar un par de razones (geométricas) con un igual por medio. O, dicho finamente, es la forma en que se expresa la relación de igualdad entre dos razones geométricas. Algo así:
a/b = c/d (y de ahí: a·d = b·c)
El caso es que una vez que empiezas con esto, flipas en colores, porque encuentras proporciones en todas partes: en el cuerpo humano, en las conchas de los animales, en las flores del campo, en las obras de los artistas (esos seres que gustan de imitar la naturaleza), ¡...en (casi) todo!


Luego, a la gente también le da por montarse reglas de tres, que es la forma guarrindonga que los cobardicas emplean cuando no se atreven a poner una proporción en forma matemática. Con lo guapas que quedan ellas...
Otro ejemplo de esto: Gumersindo se ha zampado 5 bocadillos este finde. Si siguiera a este ritmo, ¿cuántos bocatas se zamparía en un par de semanas? En plan guapo:
5/2 = x/14 (5 es a 2 como x es a 14), y resulta que el muy tragaldabas se zampará (despejando x) 35 bocatas en esos 14 días.

Hay un problema muy chulo planteado por el escritor (y matemático y más cosas) Lewis Carroll, en un libro que publicó con problemillas chulis, que dice algo así:
Si 6 gatos se comen 6 ratones en 6 minutos, ¿cuántos gatos se comerán 100 ratones en 50 minutos?
* aclaración, porque ya veo que hay seres humanos comentaristas (aquí y en féisbuc) que me dicen que los ratones no comen gatos:
El problema dice que son los gatos los que se comen a los ratones, no que los gatos sean comidos por los ratones.
Hale, para quien se anime. Esto también se resuelve como lo de los bocatas. Bueno, parecido.
#ahílodejo (como se dice en twitter)

Solo una última cosa. Cuando a uno le da la manía de buscar proporciones hasta en los pelos de una calavera, las palabras tampoco quedan fuera del alcance. ¿Y será que también existe proporcionalidad entre las palabras?
Pongamos por ejemplo:
¿AMISTAD es a AMIGUISMO como HUMANIDAD es a HUMANISMO?
¿INTEGRIDAD es a INTEGRISMO como NACIONALIDAD es a NACIONALISMO?
¿BONDAD es a BUENISMO como LIBERTAD es a LIBERALISMO?

Y así hasta que uno se canse.

Este señor es Lewis Carroll.
Parece muy fatigado después de llegar del trabajo
y, mientras espera a que le llamen para cenar,
está pensando en problemas de gatos que se comen ratones.

viernes, 20 de enero de 2012

guerra de sexos

(área de descanso nº 165)
"Gens una sumus".
('Somos una sola gente', lema de la Federación Internacional de Ajedrez)

Tal y como está el día podría hablar de sopitas. Unas son buenas para la gripe que, con vocación de buen desodorante, no me abandona. Otras me parecen malas para la red, por esa forma de dar palos de ciego, alimentar paranoias conspiranoicas y fomentar delaciones más propias de años oscuros... Van a ser sopitas de ajo (a jod... muchachos: me temo que, de aquí a un tiempo, serán muy frecuentes las ausentes presencias de espacios en blanco y lugares "desaparecidos"). En fin. Pero paso de sopas, que me sube la fiebre.

No sé si la creación de tradiciones es uno de los deportes favoritos del ser humano, pero lo que sí sé es que deja abundantes ejemplos por todas partes. Además, es que es tan fácil. Imagina: un año quedas con unos amigos en un lugar y en una fecha determinada y si se te ocurre repetir eso al año siguiente, ya puedes haber iniciado una tradición. Esta parece saludable. Pero las hay más perras. Algunas se basan en la poca capacidad de adaptar las herencias del pasado (si nuestros antepasados eran unos salvajes, nosotros -además- somos imbéciles por tragar con las salvajadas del pasado). Otras se basan en los prejuicios. Y convertimos en tradición, por ejemplo, numerosas actividades con rastros inaceptables de racismo, sexismo, xenofobia... No siempre es fácil desacostumbrarse: normalmente, los reyes de la colina no abandonan su posición de privilegio así por las buenas.

Vale, pero si no quería hablar de sopas, tampoco voy a insistir con estas truculencias. Solo una anécdota a propósito de asuntos tradicionales.
Hace unos años, se debatía entre los estudiosos de la psicología de los jugadores de ajedrez (sí, también existen estudiosos de eso) por qué tan pocas mujeres alcanzaban el nivel de juego que tienen los ajedrecistas varones. A excepción de la húngara Judit Polgár, ninguna otra mujer se contaba entre los mejores ajedrecistas de hace una década, y es la única mujer que ha llegado a ocupar una plaza entre los diez mejores ajedrecistas en una clasificación mundial. ¿Explicaciones para esto? Se han dado varias. Incluso campeones y Grandes Maestros de ajedrez han participado en el debate. Unos dicen que se debe a factores psicológicos o meramente biológicos (por ejemplo, al menor interés que las mujeres demuestran por juegos de guerra o basados en la destrucción), a factores sociales, socio-culturales y también educativos (porque al haber estado las mujeres apartadas durante mucho tiempo de la práctica del ajedrez, su proporción en los circuitos ajedrecísticos es muy inferior a la de los hombres, o porque resulta difícil soportar la tensión de torneos largos, de gran desgaste nervioso, competitividad y agresividad, valores que por tradición se han inculcado más en los varones). La respuesta que me parece más audaz, e incluso acertada, fue la que dio Nigel Short, Gran Maestro de Inglaterra: "Las mujeres son más inteligentes que los hombres y no quieren desperdiciar su vida jugando a un juego estúpido". Vaya por delante que amo este juego, pero no deja de ser estúpido si se lo compara con la vida. Y aún hay más en las palabras de Short. También es estúpido el planteamiento de esa batalla (la de sexos, en este caso) y participar en ella. Es de inteligentes encauzar más los esfuerzos en colaborar que en competir. Hemos dedicado odas épicas a la competitividad, como si fuera el motor de la excelencia, cuando lo que se demuestra es un mayor progreso en ambientes cooperativos. Así, estas absurdas luchas de prejuicios entre razas, sexos, ideologías, creencias... lo que hacen es desgastar nuestras energías y frenar el desarrollo saludable de nuestras sociedades. ¿Por qué luchar entre hombres y mujeres, tratando de suplantarnos, cuando siempre es más eficaz la suma de ambas partes?

En el film de 1983 War games, el ordenador al que se encomienda la defensa de Estados Unidos en una fase de la guerra fría, y preparado para lanzar sin remordimientos (de los que las máquinas carecen) todo el arsenal nuclear contra la URSS, aprendia que su misión no tenía ningún final aceptable. Por más que probara distintas estrategias, táctica por allí, táctica por allá... el resultado era siempre el mismo: unos lanzaban sus misiles, el enemigo hacía otro tanto, y nadie ganaba la contienda. Todos eran aniquilados, ergo todos perdían. Es cierto, hay batallas estúpidas. Y ya va siendo hora de aprender la lección.

Recuerdo una frase que, al final, el ordenador le decía al profesor que lo diseñó, una vez que hubo asimilado el sinsentido de la guerra termonuclear:
- ¿Qué tal una partidita de ajedrez?

Todos los caminos llevan a Roma.

Nigel Short en misión de combate xD

miércoles, 11 de enero de 2012

de par en par

(área de descanso nº 164)

pareja amor-odio
La donna è mobile, qual piuma al vento, cantaba en Rigoletto el Duque de Mantua. Aunque creo que, sean señoras o señores, da lo mismo. Lo que nos hace así de mudables son las emociones tan dispares que se experimentan a lo largo del día. Tienen el gusto de agruparse en sentimientos y, a veces, esos paquetes sensibles pueden acabar encerrando afectos contradictorios hacia personas, animales, cosas o conceptos. Y se solapan unos y otros, predominando sobre su contrario según las circunstancias.
Con las semanitas que me ha dado blogger (y seguro que no he sido el único), he tenido ganas de largarle la patada y pirarme a la competencia. Pero imposible desentrañar todo el acopio de apegos que se han forjado durante años, por quienes están y por quienes ya no están, pero siguen siendo parte de todo esto.
Por más que mis comentarios terminen en las bandejas de spam de los correos de mis amigos, creo que seguiré celebrando cada encuentro, aun desde el silencio impuesto o desde las sombras, como ha tocado estar. Y seguiré conociendo a otros viajeros como se conoce a las personas en el mundo real: por un cruce de caminos, en que se ignora qué trayecto hay detrás y qué destino futuro se sigue. Pero deslumbrado en la intersección.

pares o nones
Un encuentro por sorpresa lleva implícito (precisamente) el impacto de lo inesperado. No podría ser de otro modo. Así fue que hace unos pocos días me encuentro, sin comerlo ni beberlo, con una amiga a la que no veía en años. Qué alegría, qué alboroto. Pero de verdad, nada fingido. Nos ponemos al día y nos reprochamos mutuamente porque no encontramos justificación válida para no haber mantenido el contacto en todo este tiempo. Al final, le echamos la culpa a la vida y tan campantes. Y nos hacemos el propósito de no volver a repetir este alejamiento.
También hay una sorpresa recíproca cuando nos contamos que seguimos solos. Quizás es que parece que la soledad es para bichos raros y que lo normal es emparejarse, así que nos quedamos hablando de nuestra escasa normalidad. Ella me dice que se considera bastante difícil (en el trato personal, se entiende) y yo respondo que lo mío también va por ahí. Entonces va y me dice que, cuando estás en pareja, a la persona que terminas conociendo de verdad y en profundidad no es tanto al otro sino a uno mismo. Y que se dio cuenta de que le gustaba tan poco lo que iba descubriendo, que decidió terminar la relación para no conocerse tanto. Pura cobardía, me confesó.
Bueno, de esto hace unos días, pero aún me cuesta dejar de pensar en ello.

el par desequilibrado
Era una de esas series que se podían ver en el canal autonómico, una de dibujos japos (esos que luego todo el mundo empezó a llamar mangas, como si fueran de confección de camisas) en que, capítulo tras capítulo, unos tipos cachas flotando en el aire se atizaban hostias como panes de lo lindo, lanzaban rayos y bolas de fuego por las manos, con las venas dilatadas y gritando a voz en cuello, y no sé cuántas cosas más. Bueno, yo la veía. Quitando las interminables puestas en escena, me tenía una gracia que ahora estas cosas ya no me tienen. Al grano: resulta que dos extraterrestres de pinta humana, un gigantón y otro más pequeño, se disponían a cargarse el planeta. Uno veía eso y se pensaba que el gigantón era el que cortaba el bacalao y el  enano sería el que recogiera los trozos después de la masacre, como si fuera la mascota-llavero del otro. Pero eso era lo que el guionista quería que pensáramos, para pillar desprevenidos a los espectadores, por esas costumbres de fijarse en las apariencias y blablablá. Ahí, el que daba más fuerte y con más mala leche era el pequeñajo. El gigantón, mucho músculo y tal, pero al lado del compañero no tenía nada que hacer (de hecho, creo que el nano se lo acaba cargando, porque le estorbaba o le hizo sombra o le miró mal o vete a saber por qué).
Bueeeeeno, todo este rollo para decir que desde entonces he visto esto demasiadas veces en la vida real. Excepto lo de que uno se cargue al otro. Pero lo del pequeñajo y el grandulón haciendo pareja es demasiado típico. Y no sé qué pasa, si es que al tipo enorme le entra complejo de guardaespaldas o qué, pero en realidad se comporta como la sombra del otro.
Ya sabéis: el poder está en los bajitos.
Y esto lo suelto yo, que mido 1'70, tiene guasa. El problema es que tengo vocación de lobo estepario. Digo yo que si me interesara eso de ser macho alfa, debería buscarme una manada de gigantones para probar esta teoría.

con un par
Vas por la calle y te topas con las cafeterías y restaurantes abarrotados. Los centros comerciales llenos de gente cargada de bolsas (oye, que son las rebajas, tonto el último). En toda la ciudad, vehículos por doquier, que por sus matrículas parecen muy nuevos y por sus diseños muy caros. Personas espléndidamente vestidas a derecha e izquierda, delante y detrás, enganchadísimas a sus smartphones. Y, sin embargo, quejándose y lloriqueando. Ahora estoy entre dos fuegos: A un lado, un tipo andrajoso en el suelo trata de cobijarse bajo unos cartones, en silencio. Al otro lado, unas señoras con cara de haber cenado bien y enfundadas en sus abrigos de pieles cacarean acerca de lo mal que están sus vidas y de que no saben adónde van a ir a parar. Ahí, señoras mías, con un par.
- Señora, me parece fantástico que se ponga el listón donde más le plazca, pero venir a restregárselo por la cara a este hombre resulta de mal gusto. Hay momento y oportunidad para cada cosa.
Le iba a decir. Pero no creo que lo hubiera entendido. Así que siguieron con su cocoricó al lado del indigente.
Tengo la sensación de que los que más vociferan son los que menos motivos tienen para hacerlo. Es una sensación, no sé si real o no, pero me chirría demasiado.
Si un día me levantara por la mañana y me diera cuenta de que he perdido un brazo, estaría tan cabreado que saldría a la calle a gritar mi desgracia a los cuatro vientos. El problema es que podría encontrarme en la calle con Nick Vujicic y eso me fastidiaría el plan. Yo no querría motivación para emerger, sino solo desahogarme.

*******

Hoy toca abrir mi ventana de par en par. No tanto para que entre el aire de fuera, sino para que una paloma mensajera le lleve un abrazo a alguien que quiero en un día muy especial.
Felicidades, papi.

jueves, 5 de enero de 2012

el regalo que quiero

(bañándome en la luz de las estrellas que alumbran esta noche)
"No estamos locos, que sabemos lo que queremos
vive la vida igual que si fuera un sueño (...)"
(Ketama)

Ya estaba a punto de acostarse. En ese preciso instante escuchó la breve melodía avisando de que un nuevo mensaje acababa de llegar a su teléfono móvil. Tomó el aparato y observó el nombre del remitente.
Era el chico que le habían presentado en la fiesta de fin de año. ¡Qué noche aquella!
Desde entonces, habían transcurrido unos pocos días (con sus respectivas noches) en que ella sentía que ya no se lo podía quitar de la cabeza. Habían compartido llamadas, paseos, cafés, bocatas, labios, pieles...
Y esa noche un nuevo mensaje.

Leyó:

Si esta noche, mientras duermes, de repente tres extraños entran en tu casa y te raptan, no te preocupes. Es que te he pedido a los Reyes Magos.

Una sonrisa iluminó su cara en la penumbra del dormitorio, fundiéndose con el brillo de la pantalla que estaba leyendo.
No sabía si estar horrorizada o encantada.

All I Want For Christmas Is You by Mariah Carey on Grooveshark

lunes, 2 de enero de 2012

pobre sísifo

(divisando el paisaje desde la cima de la montaña)
"Je n'ai jamais encore raconté cette histoire. Les camarades qui m'ont revu ont été bien contents de me revoir vivant. J'étais triste, mais je leur disais: «C'est la fatigue...»
Maintenant je me suis un peu consolé. C'est-à-dire... pas tout à fait".
(Antoine de Saint-Exupéry, Le Petit Prince, XXVII)

¡Pobre Sísifo!
La misma estampa día tras día: la ladera, la roca y tú. Tus músculos crispados por el esfuerzo, el sudor que se beberá la tierra reseca.
A ti, que tanto amas la vida, los caprichosos dioses de pacotilla te han transformado en una especie de escarabajo pelotero. Sin embargo, pareces el epítome de cualquier tratado de la futilidad.
¡Pobre Sísifo!

Coronas la cumbre sin ilusiones, despojado de sueños. Te comportas como el fecundo autor de un blog, quien publica los pensamientos de su cabeza sin que nadie los llegara a echar de menos en caso de que los escritos nunca vieran la luz, y que en su frenesí oculta el texto anterior con otro posterior sin más pretensión que tener la roca siempre en movimiento.
¡Pobre Sísifo!
Agotado sin final. Condenado a permanecer en una extraña cadena interminable de inútil actividad, a moverse por la cinta de moebius de los que han perdido la esperanza y vuelven a repetir sus errores.

Los caprichosos dioses de pacotilla amantes de los castigos también se han castigado a sí mismos. Son ellos los que todavía no pueden dejar de contemplar el movimiento de la roca. Arriba y abajo, arriba y abajo. Es el turno de Kronos, quien toca la roca y la convierte en tiempo. Y a Sísifo en un calendario, que sube días, meses y años por la ladera, para que se desvanezcan en un instante efímero.
¡Pobre Sísifo!

Arrastra recuerdos, empuja nostalgias, remolca añoranzas...
Con las plantas de sus pies, apretando fuerte contra el suelo, siembra en tierra recuerdos, nostalgias, añoranzas... Cuando han germinado y brotan al sol, la roca rodando de vuelta al valle los aplasta y los engulle en su masa. Y Sísifo los lleva de vuelta a la cima, sembrando nuevos recuerdos, nostalgias y añoranzas...
La roca desciende de nuevo, lame el surco y se agiganta con otros tiempos, como una bola de nieve se atiborra con el manto blanco de las gélidas montañas al rodar ladera abajo.

Esta es tu eterna historia, ¡ay, pobre Sísifo!
Y en un descuido, movido por un torpe anhelo, sonríes con la sonrisa del loco, imaginando un mundo sin colinas. Desde la cima y en el único y breve instante de reposo hasta que la roca comienza a caer de nuevo a lo profundo de la vaguada, visualizas un paisaje donde pudieras dibujar nuevas historias, un lienzo extendido donde trazar la vida que deseas, imprimiendo caminos, palabras y proyectos con la roca de tu tormento.
Hasta que se agoten tus fuerzas, para siempre.
¡Pobre Sísifo!