sábado, 29 de marzo de 2008

primavera en el andén

(35ª parada)
"¿Quién es la que se asoma como el amanecer, hermosa como la luna, refulgente como el sol, imponente como ejército de abanderados?".
(Cantar de los Cantares, cap. 6: 10)

Asunto típico de primavera: te recortan una hora de un día y te lo dejan en 23, por si se te ha olvidado que hace medio año tuviste otro de 25... ¡Qué poco le van a mi cuerpo estos cambios de horarios...! Pero, sí, todo indica que el devenir del tiempo se ha estacionado en primavera (más de una semana que le hemos gastado ya). Y, como se dice, la primavera la sangre altera (o algo así). Curiosamente, la alteración sanguínea se me traduce como mera astenia, que en estos días uno no tiene ganas de casi ná. Sin embargo, el sentido primigenio del refrancillo no tira por estos senderos, más bien por los otros del corazón, que es el que bombea la sangre alterada. Mira tú si me voy a poner a escribir yo ahora sobre amoríos...
(ya está: punto final)

Bueno, lo voy a dejar en punto y aparte. Motivo: se me ocurrió decir por ahí (po-la boca morre o peixe) que me pasearía por el tema, contagiado como estaba yo de sensaciones de besos y abrazos... ¡sólo sensaciones, porque hace tiempo que no asisto a ninguna degustación! Y, mejor que pasear, me voy a columpiar. Es por la alteración. Hoy no carburo. Aunque tengo una hora menos para no carburar. Eso es bueno.
La forma de columpiarme será colgando un par de vídeos. Y ya serán tres seguidos, pero ellos van a decir muchísimo más y muchísimo mejor de lo que yo pudiera escribir en este post que me está quedando tan rarito...

El primer vídeo (3 minutitos), un corto de animación de Louis Clichy, es una deliciosa canción de Michel Emer, interpretada por Edith Piaf y Theo Lambukas (o Theo Sarapo, como le llamaba la Piaf... sarapo es como se dice te amo en griego, aisss ¡qué pareja!).
Adjunto la letra, con una traducción entre líneas.


À QUOI ÇA SERT L'AMOUR

À quoi ça sert l’amour?
¿Para qué sirve el amor?
On raconte toujours
Se cuentan siempre
Des histoires insensées.
Historias sin sentido.
À quoi ça sert d’aimer?
¿Para qué sirve amar?

L'amour ne s'explique pas!
¡El amor no se explica!
C'est une chose comme ça,
Es una cosa así,
Qui vient on ne sait d'où
Que viene de no se sabe dónde
Et vous prend tout à coup.
Y te pilla de repente.

Moi, j’ai entendu dire
Yo he escuchado decir
Que l’amour fait souffrir,
Que el amor hace sufrir,
Que l’amour fait pleurer.
Que el amor hace llorar.
À quoi ça sert d’aimer?
¿Para qué sirve amar?

L'amour ça sert à quoi?
¿Para qué sirve el amor?
À nous donner d'la joie
Para darnos alegría
Avec des larmes aux yeux...
Con lágrimas en los ojos...
C'est triste et merveilleux!
¡Es triste y maravilloso!

Pourtant on dit souvent
Sin embargo, a menudo dicen
Que l’amour est décevant,
Que el amor decepciona,
Qu’il y en a un sur deux
Que hay uno de los dos
Qui n’est jamais heureux…
Que no es feliz jamás…

Même quand on l'a perdu,
Incluso cuando se lo ha perdido,
L'amour qu'on a connu
El amor que se ha conocido
Vous laisse un goût de miel.
Os deja un gusto de miel.
L'amour c'est éternel!
¡El amor es eterno!

Tout ça, c’est très joli,
Todo esto es muy lindo,
Mais quand tout est fini,
Pero cuando todo termina,
Il ne vous reste rien
No te queda nada más
Qu’un immense chagrin…
Que una pena inmensa…

Tout ce qui maintenant
Todo esto que ahora
Te semble déchirant,
Te parece desgarrador,
Demain, sera pour toi
Mañana, será para ti
Un souvenir de joie!
¡Un recuerdo de dicha!

En somme, si j’ai compris,
Finalmente, si he entendido bien,
Sans amour dans la vie,
Sin amor en la vida,
Sans ses joies, ses chagrins,
Sin sus alegrías, sus penas,
On a vécu pour rien?
¿Se ha vivido para nada?

Mais oui! Regarde-moi!
¡Claro! ¡Mírame!
À chaque fois j'y crois
En cada ocasión lo creo
Et j'y croirai toujours...
Y siempre lo creeré...
Ça sert à ça, l'amour!
¡Sirve para eso, el amor!

Mais toi, t'es le dernier,
Pero tú, eres el último,
Mais toi, t'es le premier!
Pero tú, ¡eres el primero!
Avant toi, 'y avait rien,
Antes de ti, no había nada,
Avec toi je suis bien!
¡Contigo estoy bien!
C'est toi que je voulais,
Eres tú lo que quería,
C'est toi qu'il me fallait!
¡Eres tú quien me hacía falta!
Toi qui j'aimerai toujours...
Tú, a quien amaré siempre...
Ça sert à ça, l'amour!
¡Sirve para eso, el amor!


Y ahora, el segundo vídeo: un cortometraje alemán (unos 15 minutos de duración), del director Iván Sáinz-Pardo. Este corto, cuyo título es Schneckentraum (El sueño del caracol) estuvo preseleccionado para los Oscars de 2001. Lo conozco por el blog de Tormenta: lo había dejado en uno de sus posts y me había encantado. Gracias, Tormenta, por habérmelo presentado :)
Me gustó por el toque de atención que nos da a los tímidos. Es una buena sacudida.


Recuerdo que, antes de la enésima reforma de la estación de ferrocarriles de San Cristóbal (en la ciudad donde vivo), me resultaba muy agradable acercarme hasta allí, para pasear por los andenes armado (a veces) con mi ojo de vidrio, mi querida cámara réflex. No sé qué encierran los trenes y sus estaciones que son tan fotogénicos. Los viajeros, las máquinas, las bienvenidas y las despedidas, las esperas, las ilusiones... todo entraba a través de la lente. Las estaciones término tienen algo especial. No las atraviesan los trenes. Los convoyes llegan y salen convergiendo en el mismo punto del horizonte, un único foco, allá donde se unen las cintas de metal. Y, desde el andén, he visto tantas veces este ir y venir de pasajeros... Si planteo un símil con el vídeo, diría que es un ir y venir de ocasiones perdidas, ¡quién sabe! Ocasiones... Siguiendo en tono metafórico, diré que pienso en una sola, inesperada, desconocida, que puede llegar y que puede escaparse para siempre, mientras simplemente soy espectador del suceso, clavado como un poste miliar en la cuneta de las vías, bien sujeto por el ancla de un temor absurdo, al tiempo que un Ich liebe Dich se desvanece en el aire.
Pero ya es primavera en el andén...

domingo, 23 de marzo de 2008

father and daughter

(34ª parada)
"Vi que, bajo el sol, no es de los veloces la carrera, ni de los fuertes la batalla, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes la riqueza, tampoco es de los elocuentes el favor; sino que todos ellos cuentan con tiempo y ocasión".
(Sefer Kohelet, 9:11)

Es difícil saber cómo o por qué, pero lo cierto es que estamos atrapados en esta red espacio-temporal. Como insectos en una telaraña. Y, aunque se ha demostrado que es un sistema de referencia relativo, a medida que nos hacemos mayores nada parece más absoluto que el paso del tiempo. Quizás debiéramos alejarnos hasta las estrellas para comprender esta realidad. Sin embargo, es rara la ocasión en que volvemos nuestros ojos hacia arriba, con la de trajín que tenemos aquí abajo. Si un día nos diera por mirar el cielo nocturno de un verano despejado en nuestras latitudes, veríamos una estrella muy brillante (la tercera más brillante que se puede contemplar en el cielo, después de Sirius y Canopus, que a una hora decente estarán por debajo del horizonte). La constelación en cuestión es el boyero (Bootes, en latín) y la estrella de marras es Arcturus ("el guardián del oso", por su proximidad a las constelaciones de las Osas, Mayor y Menor). En un supuesto planeta que orbitara esta gigante naranja, si les fuera posible contemplar los sucesos de la Tierra, sus habitantes tendrían la opción de asistir al primer año de vida de raindrop, puesto que los aproximadamente 37 años-luz que separan nuestros soles me harían rejuvenecer para ellos otros tantos años terrestres. Y, siguiendo en la misma constelación, mientras que en el sistema de la enana amarilla ξ Bootis A (a unos 22 años-luz de distancia) pueden contemplar mi adolescencia, al mismo tiempo, en el de Seginus (γ Bootis, una gigante blanca a unos 85 años-luz) lo que pueden ver es la niñez de mis abuelos, ya fallecidos. En este mismo momento, en un planeta que orbite la gigante amarilla Nekkar (β Bootis, tan lejana como unos 220 años-luz) aún no han sido testigos de la Revolución Francesa...

Mientras tanto, la semana en este pequeño fragmento espacio-temporal ha transcurrido parsimoniosa, como una serie de domingos encadenados. Si se escapa de ciertos festejos, el panorama es puramente dominical: sin coches ni gentes por las calles, con las tiendas cerradas, sin prisas, sin demasiados ruidos... Es posible que los domingos gusten poco, precisamente por esa sensación de tenernos encadenados a un tiempo que, en tales días, no trae demasiada excitación (es que ya somos tan adictos a la adrenalina que no somos capaces de saborear la calma chicha, el ancla del tiempo). A veces, se podría decir que la dimensión temporal es como nuestra mazmorra: la prisión del tiempo, en la que todos somos convictos. Una celda-recorrido que sólo sabemos seguir en un único sentido y a una cadencia para todos predeterminada. Tic-tac, tic-tac...

Aunque este cortometraje de animación (de Michael Dudok de Wit) trata acerca del paso del tiempo, tiene mucha más sustancia que sólo eso. Espero que guste. Su título es el mismo que le he querido poner a este post.


post scríptum
Hace unos días, yuria, desde su blog torsiones y dis torsiones, me hizo entrega del PREMIO ARTE Y PICO (¡que he ganado sin concursar, yupiiii!). Tratándose de dos blogs que usan la misma plantilla, alguien puede sospechar... Puedo asegurar que no ha habido ningún tipo de soborno :)
jeje bromas aparte, yuria: te doy las gracias por el regalito que me haces y me dispongo a entregarlo a otros 5 (¡ahí es nada!) blogs. Me he fijado en que no lo tengan ya, pero igual no me he fijado bien del todo... Allá va:

1.- al blog de soloyo (¡mmmmuackas!)
2.- al blog de P (antes conocida como mademoiselle P, a lo Prince jiji)
3.- al blog de tormenta (que se me ha venido cerca, uáhs!)
4.- al blog de el instigador (con lavado de cara reciente)5.- al blog de pilar (¡esos gatoooosss!)

va con todo mi cariño
(no me olvido de nadie... lo que pasa es que no me cabéis y espero que los 5 recién premiados se porten)

domingo, 16 de marzo de 2008

¿amiga soledad?

(33ª parada)
"Si yendo dos, caen, uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que, cuando caiga, no habrá otro que lo levante".
(Sefer Kohelet, 4:10)

Fue una de esas novelas leídas en los años de instituto, allá en mi Zaragoza natal. En mi caso, tenía algo de meritorio (supongo) porque un chico “de ciencias” y con una lista de libros obligatorios en la también obligatoria asignatura de Literatura (¡benditas obligaciones! ...lo digo con la perspectiva de los años) ya tenía completo su cupo de tiempo dedicado a lecturas novelescas. El lobo estepario (publicada en 1927), sin embargo, me había enganchado en las clases de Ética (la puerta de al lado de los que no entrábamos por la de Religión), a propósito de unos comentarios realizados por la profe al hablar de la dimensión comunitaria de las personas. Había salido este título y (curioso que es uno) no me quedó más remedio que lanzarme a la lectura extra-académica de un texto con cuyo título ya me había sentido algo identificado. Será cuestión de carácter o de temperamento (en la clasificación clásica de los temperamentos: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático, el test que realicé me encasilló rotundamente en el tercero de éstos), pero siempre me he reconocido como persona solitaria, amigo muy amigo de pocos amigos y con muchísima más vida interior que exterior. El título de ese libro me había golpeado como si me hubiera mirado, por azar, en un espejo colocado en cualquier sitio y me hubiera reconocido. Es cierto que no comparto la exagerada misantropía de Harry Haller, el protagonista (de iniciales idénticas a las del autor, Hermann Hesse), ni muchos de sus devaneos mentales; pero sí me sentía inquieto por encontrar palabras que describían muchos de mis estados de ánimo y percepciones acerca de esta vida.

El bueno de Hesse había recibido el Premio Nobel de Literatura en 1946, cosa de la que me enteré por la enciclopedia de casa, así que el libro no debía de ser malo, pensé. Animado por la sensación de “no estar perdiendo el tiempo con lecturas inútiles” comencé a bucear en el universo de H. H. (a estas alturas, buscar una justificación para hacer lo que realmente quería hacer no era más que una forma de acallar la voz interior que me instaba a centrarme principalmente en la Física, en la Química y en las Matemáticas y dejar estos hobbies para mejores tiempos). Como la obra de cualquier otro creador, la de Hermann Hesse está muy marcada por ciertos hechos de su vida. Son esas cosas que suelen desconocerse cuando sólo se lee despreocupadamente, pero que no está de más conocer si se quiere profundizar y aprovechar a tope el tiempo que se invierte en la lectura.
La transmisión de conocimientos del hinduismo y el taoísmo por parte del padre y del abuelo del escritor (ambos, misioneros en la India) y los grandes viajes de juventud de Hesse (por Italia y por la India) fueron factores importantes que dieron un fondo de misticismo y trascendencia a toda su obra. Pero hay otras cuestiones personales en la vida del autor que sería preciso tener muy en cuenta para comprender mejor sus libros: su intento de suicidio a los quince años (pasó por una institución de salud mental y otra para “jóvenes problemáticos”); los problemas psicológicos que le aquejaron en varias etapas de su vida (Hesse se sometió a psicoterapia con un discípulo de Jung y la psicología freudiana se manifiesta abundantemente en su obra, especialmente en Demian, una de sus mejores novelas, publicada en 1919); su posicionamiento político, que le llevó a publicar un ensayo en el que pedía a Alemania que no cayera en el nacionalismo (después de haber tenido problemas por sus críticas a la intervención de su país en la Primera Guerra Mundial, ahora fue duramente atacado por la prensa y abandonado por sus amigos, situación que, unida a su fracaso matrimonial y la muerte de su padre, le llevó a un retiro en Suiza, nacionalidad que adquirió en 1921); por último, sus tortuosas relaciones con las mujeres (llegó a casarse hasta tres veces con muy desiguales resultados).

En la trama de El lobo estepario, aparecen muchos de estos elementos de su vida personal transferidos al personaje de ficción, como es el caso de sus problemas con las mujeres o de la resignación ante la política. La novela es un denso bosque de emociones, reforzado (sin duda) por la condición de ser una obra con amplio componente autobiográfico. Y así debe entenderse. A través de su alter-ego, Hesse moldea un ser huraño, que parece víctima de una sociedad individualista en la que le ha tocado vivir. Harry Haller tiene su alma dividida en dos: por un lado, el hombre y por otro, el lobo. Ambas mitades se rechazan entre sí y este conflicto no resuelto es el que dirige toda la obra. El protagonista atravesará varias transformaciones y, al mismo tiempo, el libro se va pareciendo cada vez menos a lo que, al comenzar a leerlo, se presupone que sería. Creo que Hesse consigue hacer mella en el lector, sumiéndole en ocasiones en el hastío que pretende mostrar de la vida, en las crisis existenciales que propone, llevando a quien navega por sus páginas a comprender la resignación de Harry Haller, alcanzando un estado óptimo en cuanto a la logradísima relación entre lo onírico y lo realista. El humorismo, el teatro “sólo para locos”, las clases de fox-trot, el Tractat... son diversos ejemplos que ayudan a crear ese ambiente medio filosófico, medio de pesadilla.
Y, aun así, lo recomiendo. Es un libro que, con el paso de los años, no ha perdido ni su frescura ni su fuerza.

Otro día, puedo intentar escribir algo diferente acerca de la soledad... No sé... Hay muchos tipos de soledad, supongo, y no pretendo siquiera detallar ni tan sólo uno de ellos. Sólo me cuestiono acerca de este tipo de soledad que es hija y madre del conflicto interior, la soledad del lobo estepario, la soledad de las necesidades no resueltas... Y ya me acerco a Maslow. Lo llevo esquivando cada vez que me lo cruzo en un recodo del camino, pero no voy a tener más remedio que tomarlo de la mano y traérmelo hasta aquí. Un día de éstos.
Ya veremos.

Dejo aquí un fragmento de El lobo estepario:

No había que lamentar nada de lo pasado. Era de lamentar lo de ahora, lo de hoy, todas estas horas y días que yo iba perdiendo, que yo en mi soledad iba sufriendo, que ya no traían ni dones agradables ni conmociones profundas. Pero, gracias a Dios, no dejaba también de haber excepciones: a veces, aunque raras, había también horas que traían hondas sacudidas y dones divinos, horas demoledoras, que a mí, extraviado, volvían a transportarme junto al palpitante corazón del mundo. Triste y, sin embargo, estimulado en lo más íntimo, procuré acordarme del último suceso de esta clase. Había sido en un concierto. Tocaban una antigua música magnífica. Entonces, entre dos compases de un pasaje pianístico tocado por oboes, se me había vuelto a abrir de repente la puerta del más allá, había cruzado los cielos y vi a Dios en su tarea, sufrí dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón. No duró mucho tiempo, acaso un cuarto de hora; volvió en sueños aquella noche, y desde entonces, a través de los días de tristeza, surgía radiante alguna que otra vez de un modo furtivo; lo veía a veces cruzar claramente por mi vida durante algunos minutos, como una huella de oro, divina, envuelta casi siempre profundamente en cieno y en polvo, brillar luego otra vez con chispas de oro, pareciendo que no había de perderse ya nunca, y, sin embargo, perdida pronto de nuevo en los profundos abismos. Una vez sucedió por la noche que, estando despierto en la cama, empecé de pronto a recitar versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja. Otra vez tomó la visión con la lectura de un poeta, con la meditación sobre un pensamiento de Descartes o de Pascal; aún en otra ocasión volvió a surgir, estando un día con mi amada, y a conducirme más adentro en el cielo. ¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contestadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mí me serían desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan. Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que, si acaso, en las novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.

domingo, 9 de marzo de 2008

onironáutica

(32ª parada)
"Al acostarte, no tendrás temor; sino que te acostarás y tu sueño será grato".
(Libro de los Proverbios, cap. 3: 24)

Muchos sueños son los que caben dentro de un sobre y, hoy, las urnas están llenas de sueños que desean materializarse... Como unos son opuestos a otros, no será posible que todos estos sueños se hagan realidad; pero sería una verdadera lástima que no lleguen a materializarse los que resulten "vencedores" y que se frustre la ilusión de quienes confían en que su voto sí ha valido para algo. Yo no pienso en esto. Supongo que mi voto, aunque ha tenido el mismo valor que cualquier otro (no importa lo distinguido o humilde que sea el votante), no tendrá la misma repercusión. Es lo que pasa por votar a partidos minoritarios con escasas opciones de obtener escaños en mi provincia. Sin embargo, sea cual sea el resultado definitivo, espero que el saludable ejercicio de libertad de este día haya sido útil para comprender que se construye mejor manteniendo la unidad en la diversidad que montando peleas estériles. Tengo grandes dudas de que este cuadro idílico sea posible, porque voy conociendo mucho del espíritu humano y sé lo dados que somos a la rencilla, al resentimiento, al egoísmo... es decir, a la absoluta sinrazón. Habrá quien ha ido al colegio electoral como quien acude al estadio (problemas de poner elecciones los domingos): a ver ganar a su equipo (aunque juegue fatal), a abuchear al contrario y al árbitro (al menos, las ganas... menos mal que esto no se permite fuera del estadio). Sigo pensando que un buen baño de autocrítica y reconocimiento de los aciertos del rival nos vendría de perlas; pero también digo que si algún día escucho a un político en un mitin o en campaña hablando en estos términos, entonces sí que voy a pedir que nadie me despierte. Ya me gustaría que fuera posible elegir tan fácilmente los sueños que se quieren tener al acostarse. Hay quien opina que sí es posible. Trasteando por la red, encontré algo sobre onironáutica o sueño lúcido... aquí dejo estos apuntes por si a alguien le interesa. Me planteo practicar por simple curiosidad. Ya veré...

SUEÑO LÚCIDO
Un sueño lúcido se produce cuando estamos soñando y nos damos cuenta de ello. Esto puede ocurrir de forma espontánea. Mucha gente los tiene a diario sin ningún tipo de problema y disfruta de las posibilidades que da esta forma activa de soñar. Pero la mayoría de la gente, no recuerda haber tenido nunca uno o simplemente no los tienen, con lo que pierden las infinitas posibilidades que nos ofrecen los sueños. Los sueños lúcidos se pueden provocar haciendo una serie de ejercicios. A algunas personas les cuesta más y otras consiguen resultados inmediatamente. Lo importante es ser constante, no desanimarse y, si pasa mucho tiempo sin resultados, descansar y no forzar.

DIARIO ONÍRICO: El primer paso para lograr la lucidez en los sueños, es trabajar la memoria onírica. Para ello, lo mejor es, al despertar, anotar los sueños que recordemos haber tenido. La razón de hacerlo al despertar es sencilla: los sueños se olvidan fácil y rápidamente (incluso cuando tienes el sueño muy claro y crees que no se te puede olvidar).
AL ACOSTARSE: Es el momento para leer algún sueño de los que se hayan apuntado, fijándose en los detalles. Sobre todo en los detalles en los que uno tendría que haberse dado cuenta de que estaba soñando (ver gente andando sobre el agua, un elefante en bañador en tu salón, cosas así...). Antes de dormir, hay que repetirse que uno se dará cuenta de estar soñando (debe hacerse con convicción).
PRUEBA DE REALIDAD: Durante el día, hay que comprobar la realidad. Si lo hacemos muchas veces al día, nos ayudará a sospechar en el sueño y la prueba nos sacará de dudas (no siempre funciona, pero acaba resultando con práctica).
Pruebas:
El reloj: Si estamos en un sueño, el reloj no se comporta de la forma habitual. En los analógicos, las agujas se mueven sin control y en los digitales, los números cambian a lo loco o pueden aparecer palabras en lugar de números.
El salto: Si se salta en un sueño, se puede permanecer en el aire, ir más arriba de lo humanamente posible, o si se vuelve a caer, ocurrirá muy suavemente. Si se permanece en el aire es un buen momento para volar.
La tarjeta: Puede hacerse una pequeña tarjeta en la que ponga: "ESTO ES UN SUEÑO" (o lo que se quiera poner). Al mirar la tarjeta en el sueño, la frase puede cambiar o las letras moverse.
Esto sólo son ejemplos. Se pueden pensar otras pruebas que ayuden a saber si se está soñando o despierto.

INFINITAS POSIBILIDADES
Cuando por fin, conseguimos el sueño lúcido, nos encontramos en un mundo en el que no estamos limitados por cargas físicas y los limites los pone (o quita) la imaginación de cada uno. Tener control total en el mundo onírico, es algo que puede llevar años...
Los principiantes pueden empezar haciendo cosas como volar, mover objetos o intentar viajar con sólo pensar en el lugar de destino. En cualquier caso, aunque se recomienda la práctica de estos y otros ejercicios que nos ayudan a movernos con más facilidad en el sueño y disfrutar de la libertad que tenemos en este mundo, debemos recordar que los sueños también nos muestran información de cosas que andan mal y a las que debemos prestar atención o simplemente de cosas a las que debemos prestar atención aunque no estén mal.

Bueno, yo también me sorprendí bastante. Sólo lo traigo por si a alguien le parece interesante y le gustaría investigar por su cuenta (si alguien ya ha experimentado un sueño lúcido, que me cuente, por favor). Al margen de esta cuestión, me quedo con los sueños que se tienen despierto y que sí se pueden llevar a la realidad. La vida está llena de retos. A veces nos agobian por la dificultad que encontramos para resolverlos favorablemente. Las circunstancias de la vida, la actitud con la que se enfrentan, pueden ser obstáculos casi insalvables... Pero no hay que desesperar. Al final, después de ser perseverantes, llega el amanecer del día en que coronamos la cumbre de algún reto y hay pocas sensaciones tan satisfactorias como ésta. Otras veces, no se acaba de alcanzar la meta; pero hay que reconocer que mereció la pena recorrer el camino.

Un día, un hombre tuvo un sueño. El 28 de agosto de 1963, el doctor Martin Luther King, teniendo como escenario las escalinatas del monumento a Lincoln durante la marcha en Washington por el trabajo y la libertad, relató su sueño ante una nutrida audiencia. Es considerado uno de los discursos más memorables de toda la historia de la humanidad y marcó un hito en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Luther King soñó e hizo soñar. Alineado en la no violencia (como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur, se negó a emplear la violencia para conseguir sus objetivos, abogando por una resistencia pasiva) tuvo que soportar la violencia de otros. La defensa de la libertad contempla, en ocasiones, este tipo de paradojas... tenemos un ejemplo demasiado reciente. Al año siguiente del relato de su sueño, El doctor Luther King fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su práctica de la no violencia. Otro año más y consiguió que en los estados del sur se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra (aunque no significara la consecución de la igualdad). Y tres años más tarde fue asesinado en Memphis, el 4 de abril de 1968, en el balcón del Lorraine Motel.

Se ha avanzado mucho, desde entonces, en igualdad de derechos. Pero el camino que queda por recorrer aún es largo y dificultoso. Sigue habiendo amenazas contra la LIBERTAD, amenazas contra la IGUALDAD y muy serias amenazas contra la FRATERNIDAD.
Ahora, tenemos que seguir soñando.

"Todavía tengo un sueño. (...) Tengo un sueño de que, un día, esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales. (...) Tengo un sueño de que mis cuatro hijitos un día vivirán en una nación donde no se les juzgará por el color de su piel, sino por su carácter...Ésta es nuestra esperanza. (...) Con esta fe podremos, de una montaña de desesperación, labrar una piedra de esperanza. Con esta fe podremos transformar el cencerreo discordante de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe podremos trabajar juntos, orar juntos, luchar juntos, ir juntos a prisión, escalar en lo alto en busca de nuestra libertad, sabiendo que un día seremos libres."

domingo, 2 de marzo de 2008

equilibrio

(31ª parada)
"El derecho se retiró y la justicia se alejó,
porque la verdad tropezó en la plaza y la equidad no pudo venir".
(Libro del profeta Isaías, cap. 59: 14)

En su Ética a Nicómaco, Aristóteles escribió que la virtud consiste en saber dar con el término medio entre dos extremos, extremos (que por ser tales) son vicios que yerran uno por exceso y el otro por defecto. Y como los vicios consisten en que los unos traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por debajo de esta medida (ya respecto de nuestras acciones, ya respecto de nuestros sentimientos), la virtud consiste, al contrario, en encontrar el medio para unos y otros, y mantenerse en él dándole la preferencia. Sin embargo, al hablar de "medio", el estagirita no se refiere a un medio en sentido aritmético o matemático; sino que el actuar del hombre debe estar regido por la sensatez: "una cualidad que depende de nuestra voluntad ... y que está regulada por la razón en la forma en que la regularía el verdadero sabio". Por ejemplo: entre los extremos de la avaricia (por defecto) y la prodigalidad o exageración del derroche (por exceso), la virtud es la generosidad; mientras que el valor es el punto medio entre la cobardía (por defecto) y la temeridad (por exceso).

Es en este sentido que la virtud (tomada en su esencia y bajo el punto de vista de la definición que expresa lo que es) debe ser vista como un medio. Pero con relación a la perfección y al bien, la virtud es un extremo y una cúspide. De la misma forma en que los extremos de un libro abierto se unen al cerrarse el libro, pero siempre se mantienen a la misma distancia de su lomo, Aristóteles da a entender que la virtud no es un punto de indiferente neutralidad o de no actividad. Todo lo contrario. Más bien denuncia que los extremos, por opuestos que parezcan, vienen a ser partes de una misma cosa, más semejantes de lo que a simple vista podría creerse. Sobran ejemplos de la vida real. Qué decir de la virtud de la integridad frente a los vicios extremos de los integrismos (del color o signo que sean)...

El concepto de virtud aristotélico supone equilibrio. Pero incluso la idea de equilibrio puede resultar confusa. Se me ocurre que hay una gran diferencia entre quien se mueve sobre la cuerda floja o al filo de la cuchilla y entre quien disfruta de paz interior y estabilidad suficiente como para permanecer sereno incluso en medio de las tempestades. Son dos formas distintas de equilibrio (más estable o más inestable), pero en ambos casos se trata de equilibrio. El universo en el que vivimos ama el equilibrio. La física de nuestro cosmos, la biología de nuestro planeta, las leyes que rigen la fisiología de los seres vivos (incluso las relaciones entre ellos como macroorganismos), su economía, etc. están dominadas por el concepto del equilibrio. A veces, se trata de un equilibrio que parece precario y, sin embargo, dispone de mecanismos para mantenerse, que luchan duras batallas por recuperar un punto de estabilidad, adaptándose para alcanzarlo, más acá o más allá, pero en equilibrio. Es curioso que, en este ambiente de equilibrio, el único ser que conocemos que dispone de capacidad de razonamiento, inteligencia superior y libertad de acción, pensamiento y sentimiento sea el que más tiende a desequilibrar los sistemas, a alterar el juego cósmico de mantener un orden perenne. Pero ¿qué es el ser humano en la inmensidad del universo? Sólo un reajuste del equilibrio de una minúscula estrella podría acabar con nuestra existencia. Al final, el reequilibrio podría suponer nuestra extinción. Antes de esta posibilidad, ya nos estamos jugando el futuro en nuestra pequeña escala. En un planeta al que hemos puesto en jaque.

Es alarmante la torpeza con que la mano de los hombres suele actuar en este planeta. Un ejemplo muy sencillo:
Un pastor tiene un rebaño de ovejas. Cada cierto tiempo, algunos lobos bajan de las montañas para cazar una de las ovejas y el pastor se alarma por sus pérdidas. Al cabo del año, son 4 ó 5 cabezas de ganado las que pierde. Se plantea una solución: emprender la cacería contra los lobos. En una temporada ha acabado con la amenaza... ¿Todo bien? Eso cree él. Resulta que los lobos le mataban unas cuantas ovejas; pero (sin permiso ni conocimiento del pastor) también estaban controlando la población de liebres de la región. Al desaparecer los lobos, ahora las liebres proliferan a gusto y compiten con las ovejas por los pastos. La plaga está descontrolada, el pastor se ve incapaz de acabar con las liebres y pierde todo el rebaño por falta de alimento. Entonces... el lobo ¿era amigo o enemigo? Unas cuantas ovejas no parecen ahora un mal pago por los servicios prestados. Pero el hombre prefirió alterar el equilibrio.
Vale, que levanten la mano los que se dediquen al pastoreo... Bien, no veo manos en alto, no hay pastores por aquí... No importa, era sólo un ejemplo. Pero voy a acercarlo para que seamos más conscientes de su trascendencia.

Empieza a faltarnos el agua alarmantemente. El problema va a hacerse cada vez más serio porque no se están dando los pasos en la dirección adecuada. La deforestación aleja las lluvias y la ausencia de lluvias aumentará la deforestación. Estamos ya abonados a este círculo vicioso. Sin embargo, aunque sigo viendo caras alegres cuando se anuncia anticiclón sobre nuestras cabezas y "buen tiempo" para los próximos días (sol, playita, calores en invierno), también veo caras de fastidio cuando nos informan de que se va a ordeñar una borrasca en nuestras regiones para aumentar los niveles de unos más que resecos pantanos (¡a la porra los planes para el fin de semana o el puente de turno o las vacaciones que toquen!). Mientras no cambiemos la forma de entender este problema concreto (cuál es el verdadero problema, dónde está localizado y cómo se puede solucionar) todo seguirá en desequilibrio. No es razonable que estemos dando más importancia a lo inmediato y secundario antes que a lo principal e imprescindible. Hace ya mucho tiempo, había leído acerca de un proyecto de reforestación de zonas del Amazonas arrasadas por garimpeiros, convertidas en verdaderos paisajes lunares por la explotación minera. La esencia del asunto consistía en siembra de semillas sumergidas en un gel nutritivo que reducía considerablemente la cantidad de agua necesaria para el desarrollo de las plantas en una fase tan delicada. Pero era clave que, para mantener la siembra, las semillas fueran de las especies adecuadas. Quiero decir: no vale con plantar cualquier especie vegetal. Previamente a la siembra, se habría hecho un cuidadoso y detallado estudio acerca de las especies autóctonas que revelara las claves del mantenimiento del equilibrio del ecosistema. Y éste era el punto vital del proyecto y la parte más importante del trabajo (cuya eficacia ya había sido comprobada a escala por sus autores). La naturaleza ha sabido desarrollar su propio equilibrio ¿Por qué no íbamos nosotros a aprenderlo?

Sin embargo, ¿dónde ha quedado ese proyecto? ¿Y para nuestro país? Ya me canso de oír propuestas-parche acerca de trasvases, plantaciones a boleo de árboles y (peor todavía) otras actuaciones contrarias a toda razón como descuido forestal, negligencias con el uso del fuego y del agua, dedicación de más áreas de suelo para cultivos o áreas de recreo (es decir, menos masas de bosque). Nos va a pasar como al pastor que mata al lobo-árbol (y por el afán de tener un poco más, lo vamos a perder todo)...

Divirtámonos: bailemos una equilibrada danza de la lluvia.