(33ª parada)
"Si yendo dos, caen, uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que, cuando caiga, no habrá otro que lo levante".
(Sefer Kohelet, 4:10)
Fue una de esas novelas leídas en los años de instituto, allá en mi Zaragoza natal. En mi caso, tenía algo de meritorio (supongo) porque un chico “de ciencias” y con una lista de libros obligatorios en la también obligatoria asignatura de Literatura (¡benditas obligaciones! ...lo digo con la perspectiva de los años) ya tenía completo su cupo de tiempo dedicado a lecturas novelescas. El lobo estepario (publicada en 1927), sin embargo, me había enganchado en las clases de Ética (la puerta de al lado de los que no entrábamos por la de Religión), a propósito de unos comentarios realizados por la profe al hablar de la dimensión comunitaria de las personas. Había salido este título y (curioso que es uno) no me quedó más remedio que lanzarme a la lectura extra-académica de un texto con cuyo título ya me había sentido algo identificado. Será cuestión de carácter o de temperamento (en la clasificación clásica de los temperamentos: sanguíneo, colérico, melancólico y flemático, el test que realicé me encasilló rotundamente en el tercero de éstos), pero siempre me he reconocido como persona solitaria, amigo muy amigo de pocos amigos y con muchísima más vida interior que exterior. El título de ese libro me había golpeado como si me hubiera mirado, por azar, en un espejo colocado en cualquier sitio y me hubiera reconocido. Es cierto que no comparto la exagerada misantropía de Harry Haller, el protagonista (de iniciales idénticas a las del autor, Hermann Hesse), ni muchos de sus devaneos mentales; pero sí me sentía inquieto por encontrar palabras que describían muchos de mis estados de ánimo y percepciones acerca de esta vida.
El bueno de Hesse había recibido el Premio Nobel de Literatura en 1946, cosa de la que me enteré por la enciclopedia de casa, así que el libro no debía de ser malo, pensé. Animado por la sensación de “no estar perdiendo el tiempo con lecturas inútiles” comencé a bucear en el universo de H. H. (a estas alturas, buscar una justificación para hacer lo que realmente quería hacer no era más que una forma de acallar la voz interior que me instaba a centrarme principalmente en la Física, en la Química y en las Matemáticas y dejar estos hobbies para mejores tiempos). Como la obra de cualquier otro creador, la de Hermann Hesse está muy marcada por ciertos hechos de su vida. Son esas cosas que suelen desconocerse cuando sólo se lee despreocupadamente, pero que no está de más conocer si se quiere profundizar y aprovechar a tope el tiempo que se invierte en la lectura.
La transmisión de conocimientos del hinduismo y el taoísmo por parte del padre y del abuelo del escritor (ambos, misioneros en la India) y los grandes viajes de juventud de Hesse (por Italia y por la India) fueron factores importantes que dieron un fondo de misticismo y trascendencia a toda su obra. Pero hay otras cuestiones personales en la vida del autor que sería preciso tener muy en cuenta para comprender mejor sus libros: su intento de suicidio a los quince años (pasó por una institución de salud mental y otra para “jóvenes problemáticos”); los problemas psicológicos que le aquejaron en varias etapas de su vida (Hesse se sometió a psicoterapia con un discípulo de Jung y la psicología freudiana se manifiesta abundantemente en su obra, especialmente en Demian, una de sus mejores novelas, publicada en 1919); su posicionamiento político, que le llevó a publicar un ensayo en el que pedía a Alemania que no cayera en el nacionalismo (después de haber tenido problemas por sus críticas a la intervención de su país en la Primera Guerra Mundial, ahora fue duramente atacado por la prensa y abandonado por sus amigos, situación que, unida a su fracaso matrimonial y la muerte de su padre, le llevó a un retiro en Suiza, nacionalidad que adquirió en 1921); por último, sus tortuosas relaciones con las mujeres (llegó a casarse hasta tres veces con muy desiguales resultados).
En la trama de El lobo estepario, aparecen muchos de estos elementos de su vida personal transferidos al personaje de ficción, como es el caso de sus problemas con las mujeres o de la resignación ante la política. La novela es un denso bosque de emociones, reforzado (sin duda) por la condición de ser una obra con amplio componente autobiográfico. Y así debe entenderse. A través de su alter-ego, Hesse moldea un ser huraño, que parece víctima de una sociedad individualista en la que le ha tocado vivir. Harry Haller tiene su alma dividida en dos: por un lado, el hombre y por otro, el lobo. Ambas mitades se rechazan entre sí y este conflicto no resuelto es el que dirige toda la obra. El protagonista atravesará varias transformaciones y, al mismo tiempo, el libro se va pareciendo cada vez menos a lo que, al comenzar a leerlo, se presupone que sería. Creo que Hesse consigue hacer mella en el lector, sumiéndole en ocasiones en el hastío que pretende mostrar de la vida, en las crisis existenciales que propone, llevando a quien navega por sus páginas a comprender la resignación de Harry Haller, alcanzando un estado óptimo en cuanto a la logradísima relación entre lo onírico y lo realista. El humorismo, el teatro “sólo para locos”, las clases de fox-trot, el Tractat... son diversos ejemplos que ayudan a crear ese ambiente medio filosófico, medio de pesadilla.
Y, aun así, lo recomiendo. Es un libro que, con el paso de los años, no ha perdido ni su frescura ni su fuerza.
Otro día, puedo intentar escribir algo diferente acerca de la soledad... No sé... Hay muchos tipos de soledad, supongo, y no pretendo siquiera detallar ni tan sólo uno de ellos. Sólo me cuestiono acerca de este tipo de soledad que es hija y madre del conflicto interior, la soledad del lobo estepario, la soledad de las necesidades no resueltas... Y ya me acerco a Maslow. Lo llevo esquivando cada vez que me lo cruzo en un recodo del camino, pero no voy a tener más remedio que tomarlo de la mano y traérmelo hasta aquí. Un día de éstos.
Ya veremos.
Dejo aquí un fragmento de El lobo estepario:
No había que lamentar nada de lo pasado. Era de lamentar lo de ahora, lo de hoy, todas estas horas y días que yo iba perdiendo, que yo en mi soledad iba sufriendo, que ya no traían ni dones agradables ni conmociones profundas. Pero, gracias a Dios, no dejaba también de haber excepciones: a veces, aunque raras, había también horas que traían hondas sacudidas y dones divinos, horas demoledoras, que a mí, extraviado, volvían a transportarme junto al palpitante corazón del mundo. Triste y, sin embargo, estimulado en lo más íntimo, procuré acordarme del último suceso de esta clase. Había sido en un concierto. Tocaban una antigua música magnífica. Entonces, entre dos compases de un pasaje pianístico tocado por oboes, se me había vuelto a abrir de repente la puerta del más allá, había cruzado los cielos y vi a Dios en su tarea, sufrí dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón. No duró mucho tiempo, acaso un cuarto de hora; volvió en sueños aquella noche, y desde entonces, a través de los días de tristeza, surgía radiante alguna que otra vez de un modo furtivo; lo veía a veces cruzar claramente por mi vida durante algunos minutos, como una huella de oro, divina, envuelta casi siempre profundamente en cieno y en polvo, brillar luego otra vez con chispas de oro, pareciendo que no había de perderse ya nunca, y, sin embargo, perdida pronto de nuevo en los profundos abismos. Una vez sucedió por la noche que, estando despierto en la cama, empecé de pronto a recitar versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja. Otra vez tomó la visión con la lectura de un poeta, con la meditación sobre un pensamiento de Descartes o de Pascal; aún en otra ocasión volvió a surgir, estando un día con mi amada, y a conducirme más adentro en el cielo. ¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contestadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mí me serían desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan. Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que, si acaso, en las novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.
En el último fragmento, me siento identificada...
ResponderEliminarCuando estoy en medio de la montaña, escuchando el aire, los pájaros, oliendo pureza y viendo los colores de la Naturaleza...me doy cuenta que lo más sencillo es lo que más viva me hace sentir, y pienso que la gente buscamos y queremos rebosar con cosas materiales que nos producen sensaciones de las que rápidamente nos cansamos y olvidamos...
No creo que los que somos así estemos locos...pienso que el mundo está enloqueciendo poco a poco...lo básico, lo que siempre nos acompaña, ha pasado a un segundo plano, aunque para algunos no...
Parece mentira que cuando se escribió este libro ya existieran personas como su autor que vivieran con tanta profundidad lo que en nuestra actualidad es un problema.
Noto un poquito de tristeza en este post, Raindrop...espero que sea pasajero...
Muchos besos!!!
Bueno chaval, ¡pues vaya temita que has cogido!
ResponderEliminarMomentos de esos de experimentar "algo" dentro que podemos llamar como queramos (por ejemplo Paz), los había tenido esporádicamente
Hoy los busco de forma metódica y procedimiento en mano; vaya, yo también soy "de ciencias"
Hay me has traído el recuerdo de ese libro que leí en mi adolescencia , hoy mas que identificarme me apena,jamas me gustaron los lugares repletos de gente,les escapo terminare como una loba sin la estepa
ResponderEliminarMe encantó pasar, desde e blog de Xiketa, y vuelvo por mas , Demián otro libro que leí hace mucho tiempo y no me atrevo a releer,te mando un abrazo y porque no un beso !!
Detrás de esa imagen algo triste que proyectas, solo veo a un tipo muy culto con unos intereses que no ayudan a las relaciones públicas. No eres un tipo raro, rain, a mi tampoco me gustan las multitudes ni las masas, las variedades ni los jolgorios populares, pero he aprendido a valorar mis pequeñas cosas y disfrutarlas de verdad.
ResponderEliminarTuve que desterrar mi tremenda timidez a fuerza de coraje y aunque sigo siendo algo apocado para el primer contacto, procuro sonreir y me da resultado.
No tengo ni idea del porqué te escribo esto, pero no me pareces un lobo ni tampoco uno estepario.
Un abrazo.
RAIN:
ResponderEliminarMe ha encantado saber más de ti.
La soledad, me gusta; pero no la continuada. Necesito mi espacio vital, pero sabiendo que tengo a los míos o a personas que están ahí si las necesito.
Tampoco me van las aglomeraciones. Por ejemplo, el carnaval, no lo soportaba, ahora simplemente paso de él. A veces prefiero el recogimiento con un buen libro o una buena película al jolgorio de las fiestas.Pero reconozco que es bueno relacionarse con esas personas o esos ambientes donde te sientes a gusto. Por ejemplo, este blog, jaja.
Un abrazo.
Pues no he leído nunca a Herman Hesse, pero reconozco que me atrae. Casualmente he hablado en varias ocasiones de ese libro con Merche (Avellaneda)por otros motivos y otras personas, pero se se nos iban colando otros libros por el camino.
ResponderEliminarRaindrop, no renuncies a tu tendencia melancólica. Es creativa y reflexiva. La soledad nos acompaña siempre. Forma parte de la esencia del ser humano, aunque a veces asuste y casi siempre se evite. Lo ideal es saber combinar sabias dosis de aislamiento elegido, con el contacto de los que nos rodean y necesitamos.
De momento, tu post está tan bien escrito, que me has reenganchado en el propósito de leerme el libro...;-D
Besos.
xiketä
ResponderEliminarVuelvo a recordar el inicio de aquel hermoso poema de Benedetti:
Tengo una soledad
tan concurrida
Bueno, últimamente, ni siquiera está muy concurrida (que tengo demasiado lejos a las personas que quiero). Pero siempre he buscado el lugar solitario, donde no tener que rendir cuentas a nadie más que a mí mismo (por decirlo de alguna manera). ¡qué mal! ¿no?
besos
celebrador
A veces, la soledad la busco. Otras, me busca ella a mí. Parecemos inseparables, pero tampoco sacamos tanto de esta relación...
Bienvenido otra vez. Siempre tienes un sitio por aquí :)
un abrazo
indeleble_ali
¡Hola! tu primer comentario en este blog. Me alegro mucho de tu visita :)
jaja así que otra loba esteparia, ¿eh? Bueno, un día hay que formar la manada.
Acepto besos y abrazos, que siempre vienen bien.
Otros para ti
el instigador
ResponderEliminarAun no siendo un tipo raro, debo reconocer que sí acumulo mis muchas rarezas. Lo que pasa es que me las tengo muy bien guardadas. Y no sé qué es peor: si reservarlas y estropear las relaciones con el secreto o descubrirlas y estropear las relaciones con la revelación. Sigo en lucha interna, ya ves.
Aplaudo que hayas vencido tu timidez a fuerza de coraje. La mía se ha hecho fuerte aprovechando mi cobardía... Si es que lo mío es de juzgado de guardia: solitario por miedoso. Y, a pesar de todo (y está mal que yo lo diga), soy un tipo bastante agradable en el trato y que hace muy buenas migas con sus conocidos.
Bueno, te agradezco tus palabras: me dan bastantes ánimos.
un abrazo
yuria
Gracias por esas frases que me has dejado. Que te sientas a gusto en mi blog (que es también tuyo) me llena de satisfacción :)
De momento, yo llevo unos meses de soledad continuada. Pero empezar a escribir en la blogosfera me ha ayudado un poco a paliar tanta soledad. Vosotr@s me acompañáis en el camino.
besos
tamara
No puedo renunciar a mi temperamento melancólico: lo llevo escrito a fuego dentro de mí. Lo único que puedo hacer es aprovechar lo bueno y prescindr de lo malo. Normalmente, me sucede lo contrario... ¿será que aún no he aprendido a manejarme bien a mí mismo? Eso será.
Bueno, me alegro de haberte despertado ganas de leer a Hesse. Demian y El lobo estepario me parecen excelentes.
besos
A la soledad, como a otras cosas no deseables, hay que sentarla a la mesa, pararse con ella en el sofá y llevarla consigo como a una compañera, sólo así se aprende a no temerla.
ResponderEliminarLeí El lobo estepario cuando era una veinteañera y como tal, le di mis interpretaciones propias de aquella época. Ahora sería bien distinto.
El hecho de que hayas escrito esto y nosotros te estemos leyendo, pensando en ti e imaginando cómo serás, ¿no te hace bajar de la estepa aunque sólo sea un poquito?
Yo sí que bajo de vez en cuando, ¿me acompañas?
Un abrazo de luna llena.
Bueno leí como no ….. este libro en la etapa quinceañera, y francamente no me enteré de nada….
ResponderEliminarQuizás como dices, sea el momento de retomar esta lectura y ver que soy capaz de extraer después de la experiencia vivida.
Por otro lado ¿te acuerdas de lo que me comentabas el otro día en mi blog que sin amor, no puede existir nada?, pues yo creo que sin soledad tampoco.
Es verdad que inevitablemente es difícil aceptar que morimos solos y enfermamos solos y que solos nos damos cuenta de nuestra fecha de caducidad, pero la soledad en si misma fuera de esta absolutamente existencialista, creo que no es tan mala, me explico, recuerdo lo que decía Benedetti:
"Tengo una soledad tan concurrida que pueda organizarla por colores como una procesión: por colores tamaños y promesas".
Me estoy refiriendo, claro está a la soledad como algo creativo, de la que pueden salir cosas positivas.
Por otro lado tienes razón, ahí está la alarma de Freud de que la soledad mal llevada puede llevar a la tan temida ansiedad y angustia vital, a la nausea de Sartre que sinceramente creo que exageraba un pelín eso de la soledad, con aquello de que para "ser solidario hay que ser solitario".
En fin en cualquier caso la soledad siempre ha sido y es un tema interesante que merece la pena ser tratado, en cualquier caso un tema complejo.
Un abrazo.
P.D.No puedo dejar de evocar a Hobbes y su tremenda soledad cuando nos dice aquello de que: "el hombre es un lobo para el hombre", en fin que podemos estar horas tratando este tema apasionante.
Espero que podamos superar al lobo para llegar a a ser ese primate evolucionado que todos queremos o deseamos ser exencialmente social.
Como puedes ver lo de "exencialmente", es una mezcla con la falta de ortografía, de existencialismo y social.... bueno que me disculpes la falta, saludos y hasta pronto
ResponderEliminarEs fácil engañar a otro 5 meses, pero no 5 años. ¿Rarezas? salvo que te de por comer moscas al vuelo o aullar las noches de luna llena, todo es asimilable. Sé tu mismo y muestra tus debilidades. A lo mejor no son tales.
ResponderEliminarBuena semana.
carmen
ResponderEliminarYo, a mi soledad, hasta la tengo cogida por la solapa y zarandeada para sacarle qué rayos quiere de mí... pero la muyjaperra no suelta prenda.
Y, créeme, he tenido que "bajar de la estepa" para escribir todo esto, así que te digo que me siento bien acompañado. Gracias por tu oferta.
besos
estrella altair
El poema de Benedetti transmite una soledad demoledora... No sé si viste la película El lado oscuro del corazón donde un tipo hace cola para recitarle la poesía a la mujer que hay detrás de la ventanilla. Es de una soledad insoportable. La película está muy bien. Llega a salir el mismo Benedetti recitando en alemán a las prostitutas de un burdel.
Sobre la frase de Thomas Hobbes (tomada prestada de Plauto), creo que tiene más que ver con el egoísmo feroz del ser humano que con la soledad. No toda soledad lobuna es egoísta, las hay que sí pero también las hay que no.
Muchas gracias por tu comentario, que tanta perspectiva le hace ganar al tema :)
besos
el instigador
Es cierto. Pero no se pretende engañar. Tantas relaciones fracasadas he tenido por desencuentro (se llega a lo insostenible) como por falta de aceptación (que desemboca en lo mismo). Las rarezas son tales en la medida que no son aceptadas, nada más. Aceptar las propias ayuda a aceptar las ajenas. Pero cada persona es un mundo y, a veces, es difícil encontrar a quien sabe pasar por alto ciertas rarezas porque le importa más la persona que las vive-padece-soporta-asume (o lo que sea). Pero encontrar a una persona así le haría licenciarse a uno de lobo estepario. De momento, paso la mayor parte de mi tiempo en la estepa.
un abrazo
Hola Raindrop... pues si que me ha sorprendido tu post. Tal y como dice Tamara, este autor es una recomendación de un amigo especial, un amigo cuya relación me abrió puertas que tenía cerradas a cal y canto, con lo que tu post me ha tocado la vena sensible. Confieso que comencé a leer El lobo estepario y me resultó triste hasta el dolor y, siguiendo una preocupante tendencia que aún mantengo, lo dejé pendiente entre otras muchas lecturas. Si que me leí Siddharta y me gustó su historia mezcla mistica y mezcla real (por la mezquindaz que también luce el personaje en un punto de su vida). Quizá tus palabras sean el empujoncito que necesitaba para volver a coger el libro. Si lo leo te lo diré
ResponderEliminarLa soledad... jeje, he visto que has utilizado en una de tus respuestas uno de los mejores versos de Benedetti "Tengo una soledad / tan concurrida", sensación que comparto contigo -¿seremos hijos secretos de Benedetti? XD-. Para mi soledad es una gran amiga con la que disfruto pero a veces cuesta salir de su influjo.
Creo que somos personas "sencillamente complicadas" pero así mantenemos siempre un porcentaje de misterio que es necesario para echar sal a la vida. No temas nunca arriesgarte y salir de ti, aunque suele acarrear dolor, siempre, siempre, merece la pena.
Un placer, y es en serio, leerte...
Bss y buena semana santa.
PD: Cada vez tengo más ganas de leer ese post de Maslow!! Después de tu post, tengo más necesidad de escribir uno sobre la división de la gente entre Eros y Tanatos... lo iré madurando en la soledad Zamorana
Las circunstancias de cada persona son solo de esa persona...por eso no soy capaz de profundizar en esa soledad a la que te refieres.
ResponderEliminarSolamente te puedo decir que hay veces que uno tiene que dejarse ver tal y como es, sin prejuicios sobre si mismo, seguro! y digo, seguro! que hay gente que lo valorará y lo apreciará.
Durante años he estado detrás de una coraza que me protegía para poder menguar el dolor de los golpes, pero aunque siempre la llevo a cuestas (por si acaso), decidí echarla a un lado y mostrar lo más vulnerable que tengo...
De esta forma he conseguido dos cosas:
-Que los que quieren dañar lo van a hacer igual.
-Que los que no quieren dañar me lo agradecen cada día.
Y con ésto me he dado cuenta de algo muy positivo:
-Que de todo el mundo que hay alrededor mio, muchos que antes no se acercaban, ahora sí que lo hacen.
No soy nadie para dar consejos, y menos a ti, Raindrop, porque te considero muy inteligente para ello, pero solo te digo por experiencia que uno puede sentirse muy solo rodeado de mucha gente, pero eso ocurre porque uno se encierra en si mismo, y da miedo hablar lo que uno piensa, reir cuando algo le hace gracia, poner cara de mosqueo cuando algo le enfada, o incluso contestar mal cuando alguien lo merece...todo tiene una medida, y hay que respetar los límites, pero eso no quita para que poco a poco uno piense algo más en si mismo y un poco menos en los demás...
Te mando un poco de compañía en tu soledad!
Muchos besicos!!!
avellaneda
ResponderEliminar¿Así que hijos secretos de Benedetti? jajaja ¡ya me gustaría!
Salir de mí, ya salgo, ya... Lo que pasa es que a veces no me parece suficiente y otras me parece demasiado. Me releeré mi post sobre el equilibrio ;)
Y, bueno, si te lees El lobo estepario ya me contarás. Me alegro de haberte dado el empujoncillo (jaj)
besos
(El asunto Maslow ya empieza a ser un clásico por aquí... algo así como el caso Anselmo en aquella serie de TV, Luz de luna)
xiketä
Gracias por tu consejo, lo tendré en cuenta. Ya sabes que a veces me he comparado con una tortuga... hay un par de similitudes: la lentitud ¡y el caparazón! A ver si le pongo remedio :)
Y muchas gracias por tu compañía.
besos
Hola guapo... Estoy con Instigador... No sé, no creo que seas raro, creo que son fases por las que todos pasamos, a unos les dura más a otros menos, otros tienen más predisposición a permanecer en esa fase... Tu sensibilidad, tu inquietud, tu cultura, te obligan a permanecer allí...
ResponderEliminarSi aprendes a combinar todo eso con un poquito de paz y armonía serás siempre maravilloso.
Te dejo un poema de uno de eso momentos en los que alguien como tú removió mi conciencia y pensé que la humanidad era ridícula y yo la primera por conformarme...
IGNORANCIA
Dónde fue mi cordura el día que te conocí,
El conformismo mediocre al que siempre me así.
Dónde fue esa felicidad conquistable
Que en cada esquina creí alcanzable.
Dónde fue la tranquilidad, la risa fácil,
El camino mecánico que bajo mis pies rodaba
Sin que yo me percatara
Por ser la fuerza de la sociedad tan hábil.
Qué sencillo fue despertar mi conciencia
Aunque dormía plácida en su inconsistencia.
Qué sencillo levantar el suelo que pisaba,
Hacerme flotar sin rumbo,
Reír viéndome dar tumbos,
Preguntándome qué fallaba.
Despertaste al corroer un ansia
Como al devorarme un vacío,
Y tan pronto histérica río,
Como de pronto todo me cansa.
Mi querida soloyo: Gracias por tus amables palabras y por un regalo tan estupendo como lo es el hermoso poema que me has dejado. Se siente en él un transitar de lo insustancial a lo trascendente. Algo así.
ResponderEliminarun besazo
Has hecho que me identifique enormemente con la sensación (casi parecida) que tuve al leer este libro en parecidas circunstancias.
ResponderEliminarEl otro día lo recordé -aunque no tenga mucho que ver-: una amiga tiene esa extraña enfermedad que han determinado en llamar "lupus", palabra elegida para describir los sintomas que son algo así como que tu propio sistema defensivo ataca tu organismo, aquí viene algo así como que el hombre es un lobo para el hombre.
La autodestrucción, esa capacidad que a veces tenemos para destruir o destruirnos a nosotros mismos con el arma más mortífera: nuestros propios pensamientos.
No hace mucho volví a releerlo, entonces pensaba que el plazo que se impuso el protagonista para suicidarse (40 creo recordar) me quedaba muy lejos, entonces me pareció una idea muy "melancólica" eso de suicidarse a los cuarenta. Quería saber qué sensaciones me daba al leerlo a punto de cumplirlos yo misma. Me gustó mucho más, de otra manera, pero igualmente intensa.
Recuerdo de memoria aquella frase final: "...tenía el propósito de empezar otra vez el juego, de gustar sus tormentos otra vez, de estremecerme de nuevo y recorrer una y muchas veces más el infierno de mi interior."
Me da un estremecimiento. Pero no me dan ganas de suicidarme jeje.
Gracias por estos recuerdos, revivirlos es la mejor manera de dejarlos atrás.
Vaya, qué sorpresa me has dado... ni me lo imaginaba... Ha sido una curiosa coincidencia :)
ResponderEliminarGracias a ti, por tu comentario.
besos
La soledad no es mala. Lo que es malo es lo que pensamos de ella y lo que la sociedad y nosotros mismos nos decimos acerca de ese estado. Lo que sí es negativo, es no aceptar la soledad como un estado susceptible de existir como otro cualquiera y que forma parte de nosotros desde que nacemos hasta que morimos. La soledad debe ser siempre una opción. La soledad impuesta es tan negativa como la compañía forzada... A menudo nos encontramos haciendo cosas que no cuadran con nosotros y que no nos apetecen por el simple hecho de "no estar solos". Hay que ser valiente para estar con uno mismo mucho tiempo e inteligente para llegar a un buen entendimiento con la soledad como lo haríamos con nuestra pareja. "Nosotros somos nuestro peor enemigo", decía el filósofo francés Teilhard de Chardin. Esta soledad que a veces me acompaña no es visible para la mirada ajena, es una soledad que se esconde justo en el corazón y solo es vista por aquellos que no han olvidado como mirar.
ResponderEliminarHesse me confunde.......es Armanda una invención de Harry, Armanda le muestra las posibilidades a las que se puede enfrentarse ese Lobo Estepario.