viernes, 27 de febrero de 2009

más obras

(otra vez en el "dique seco")

...es lo que pasa por elegir una plantilla con fallos de diseño (y no saber o no ser capaz de resolverlos, que ésa es otra ;D)

una vez más: perdonen las molestias.

ACTUALIZACIÓN (5 de marzo):
Doy por terminados los trabajos de remodelación de la plantilla. Es algo curioso, pero después de tropecientas plantillas probadas, voy y me quedo con la que ya tenía cuando empecé este frenesí plantillero. Como le decía a Aurora (de primeros pinitos, y que me ha echado una mano con eso de los códigos html, css y C.S.I. ;P), apenas un baño en lejía para dejarla blanca y algunos retoques para personalizarla un poco... pero sigue siendo la misma Minima Lefty Stretch de hace unas semanas.
¿Qué ha sucedido? Pues que me ha sido imposible compatibilizar la apariencia para (¡sólo!) dos navegadores: cuando cosía algo en Internet Explorer (versión 7), se me descosía en Firefox (versión 3) y viceversa... (para otras versiones de los mismos navegadores debería de estar siendo la misma gaita) O bien una columna se caía abajo de todo, o los colores no coincidían, el tipo de letra ni te cuento... ¡desastroso! Así que me vuelvo al redil de lo malo conocido.
En fin, que está bien cuidar el aspecto, pero un blog no es para gastar más tiempo en el continente que en el contenido. Y ya llevo desconectado con "asuntos administrativos" demasiado tiempo para mi gusto.

Quiero agradecer a toda la gente que me ha dado apoyo logístico o anímico en estos días de reforma, con sus consejos, dedicación, pistas, comentarios... Todo es muy bienvenido.
Gracias a Aurora y a Avellaneda por las cuestiones técnicas, y a Carmen, Estrella Altair, samuel, Sara, SIB, Siberia, Tormenta y Yuria por sus comentarios y ánimos. A todos los demás, gracias por vuestra paciencia. Y no quiero olvidar la inestimable ayuda de mi amiga Bea, a quien no encontraréis en la lista de la izquierda, por más que le haya insistido en que comience su propia bitácora (a puntito estuvo ;P)

Y, ahora, a seguir pa'lante.

domingo, 22 de febrero de 2009

cuando cuentes cuentos cuenta cuántos cuentos cuentas

(67ª parada)
"Los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados".
(2ª Epístola de Pablo a Timoteo, cap. 3: 13)

La última Gran Guerra nos ha dejado infinidad de lecciones, algunas en positivo y numerosas en negativo. Muchas de estas otras lecciones se siguen llevando a la práctica con una eficiencia a prueba de cualquier forma de duda o desaliento. Una de ellas se refiere al poder de la propaganda (que ya hemos llevado, incluso, a los límites de la propaganGa).

Los métodos en que se practicó la propaganda de Estado en los años de 1939 a 1945 han sido de lo más variado, aun con muchas coincidencias entre los dos bandos enfrentados (como no podía ser de otra forma): desde bombardeos masivos e indiscriminados sobre la población civil (tanto por parte de las potencias del Eje como por parte de las potencias aliadas) hasta "inocentes" programas radiofónicos con mucho sentido del humor que trataban de minar la moral de los civiles o de los ejércitos. La llegada de Winston Churchill a este terreno se vio influida, muy posiblemente, por el hecho de que, entre sus numerosas experiencias, también figurara la del periodismo. Sea como fuere, el propio Churchill fue quien subrayó por primera vez la función insustituible de la guerra psicológica. Había dicho que "la moral de la población civil es un objetivo de guerra", y este eslogan fue el punto de partida de la propaganda inglesa.

Pero se me ocurre pensar que Sir Winston Churchill apenas parecería un aficionado a la sombra del ministro de Propaganda del Tercer Reich. Joseph Goebbels ha sido, en realidad, el ideólogo por excelencia del propagandismo por excelencia (valga la redundancia): la crème de la crème en materia de propaganda, vamos. Durante la guerra, aplicó dos métodos diferentes de la mano de dos colaboradores sucesivos: Dietrich y Fritzsche. Dietrich dirigió una primera fase de "propaganda optimista", hasta que cayó en desgracia ante Goebbels a medida que Alemania se embarcaba en la "guerra total" y, por tanto, era necesario que la propaganda psicológica siguiera nuevas pautas. Así, Fritzsche ocupó el lugar de Dietrich y es a quien se le puede atribuir la paternidad de la "propaganda pesimista". Goebbels llamó "la fuerza del miedo" al método de Fritzsche. Pero ambas formas de propaganda no hacían sino seguir fielmente los patrones del ministro y, curiosamente, el periódico El Correo Gallego publicó el mes pasado un artículo acerca de estos patrones y que me viene muy bien para explicarlo. En la versión digital se conserva parte del más extenso artículo de Xurxo Fernández que vio la luz en papel.

Como da la sensación de que nuestros políticos ya se conocían al dedillo todo esto desde hace mucho y que lo saben llevar muy bien a la práctica en su hacer cotidiano, no me queda más que reproducir aquí ese fragmento para que sirva de reflexión acerca de en qué fuentes parecen estar bebiendo quienes nos gobiernan o quieren gobernarnos (porque, igual que en la guerra, aquí tanto "el Eje" como "los aliados" practican estos puntos con maestría). Hay quien piensa que en el amor y en la guerra todo vale. Los hay más audaces que piensan que en cualquier circunstancia todo vale. Bueno, pues yo debo de estar entre los más mojigatos, porque pienso que no hay ninguna circunstancia en la que todo valga.

La forma en que una gran cantidad de políticos se comportan ahora, no es ni mucho menos nueva. El problema está en qué mentes podridas urdieron este tipo de pautas y los efectos que provocaron en millones de personas. Aprendamos de la Historia, porque cualquier parecido de lo pasado con lo presente NO es mera coincidencia.


Goebbels, hoy más actual que nunca -EL CORREO GALLEGO- (25.01.2009) Xurxo Fernández

Lean los once puntos de la propaganda nazi, en cuyo origen estaría Adolf Hitler, pero que solo un cerebro privilegiado como el de Goebbels sería capaz de ejecutar.
Hace poco, en esta misma palestra, les mostrábamos un testimonio realmente impresionante. Hablábamos de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del III Reich y uno de los mayores y más controvertidos genios del siglo XX. Su especialidad, la desinformación. Una consecuencia humana y profesional lógica de todo lo sabido hasta la fecha en materia de servicios de espionaje (algo en lo que, como muchos de ustedes recordarán, fue pionero Felipe II).
Para mostrarles un ejemplo de su capacidad de manipulación, les ofrecíamos un extracto de uno de sus discursos más famosos: Hacia la Guerra Total. Hoy nos proponemos continuar con el mismo tema. Y para ello hemos recuperado otros textos significativos del hombre de confianza de Adolf Hitler. He aquí, sin más, su último testimonio, escrito poco antes de su suicidio en el búnker berlinés en el cual, al menos teóricamente, murieron los principales líderes nazis:

Expreso mi resolución irrevocable de no abandonar la capital del Reich aunque caiga, y de terminar antes junto al Führer una vida que para mí personalmente ya no posee ningún valor si no puedo ponerla al servicio del Führer y a su lado.

Estas son las últimas palabras que escribió Goebbels, en el codicilo al testamento de Hitler, redactado el 29 de abril de 1945. Todo ello escrito en su diario del año 1945 –durante mucho tiempo dado por perdido, como el resto de sus diarios–. Recientemente, ese y otros muchos documentos se han reflejado en un libro que se completa con el testamento de Adolf Hitler, la última carta de Goebbels a su mujer, Magda, y a su hijo primogénito, así como con los dos discursos que leyó el almirante Karl Dönitz por la radio, el primero tras la muerte del dictador y el último para anunciar la rendición incondicional de Alemania.


Pero veamos otras cosas. Por ejemplo, los principios de la propaganda, especie de peculiar decálogo, manejado en todo momento por el famoso ministro de Hitler:

1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental que realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".

6. Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.

Como verán, resulta, aún hoy, decididamente escalofriante. Pero, para acabar por hoy, conviene señalar que esa claridad meridiana, de una dureza pétrea y una frialdad polar, ya era patente en su famoso discurso de la Guerra Total (que publicamos hace unas semanas):

— "¿Quieren ustedes la guerra total? "
(Clamor: "Sí, sí, sí" - Aplausos)
— "Si fuera necesario, ¿quieren ustedes una guerra más total y más radical que lo que hoy no podríamos ni siquiera imaginar?"
(Clamor: "Sí" Aplausos)...



En fin. Me suena demasiado conocido.


caricatura de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich
(Grupo Kukryniksy, Galería Tretiakov, Moscú)

sábado, 21 de febrero de 2009

close2u reformado

(parada... ¡no!: más bien, "dique seco")

Aunque tenía la intención de eliminar este post provisional, voy a dejarlo como vestigio de la transformación, lavado de cara o como quiera que se le pueda llamar a un cambio de plantilla de un blog.

Todo empezó con un comentario en el último post, que fue la confirmación de que no sólo a mí las lecturas en close2u empezaban a jugar malas pasadas a la vista... El fondo negro es muy elegante y todo eso, pero el bailoteo de letras blancas (y, no sé por qué, engordadas por blogger) ya empezaba a hacérseme muy molesto. Así que cambio la elegancia del negro por la sencillez del blanco. Como de críos: la pizarrita negra por la veleda blanca.
No ha sido fácil, por dos motivos: por un lado, lo que cuesta cambiar las cosas y más cuando ya está todo colocado y ni le prestaba mucha atención... por otro lado, encontrar una plantilla que me guste ha sido imposible. Después de revisar unas cientoypico, no he encontrado una que me gustara de verdad: ésta tiene unos colores que vaya-vaya... buf! ésta ni de coña... a ésta no hay quien le meta mano en el editor... ésta se rompe por aquí... ésta se rompe por allá... ésta es muy hortera... a ésta le sobran esas florecitas... bueno, y así con más de 100. Al final encontré una un pelín pasable (luego tuve que ensancharle las columnas, que no me entraba nada), pero de fondo blanco. Teniendo en cuenta que había pensado todas las imágenes, colores de textos, etc. del blog para fondo oscuro (y mejor, negro-negro), me di cuenta de la paliza que tengo que darme para readaptar todos los contenidos si quiero que no canten. Me lo tomaré con calma.
De momento, se me ha ocurrido que he talado (¡sólo virtualmente, eh!) todo el bosque que tenía antes y que tan oscura me dejaba la pantalla, para reservar únicamente un solo arbolito con su banquito al pie para hacer las paradas. Y luz por todas partes. Claridad y sencillez, para que todos esos árboles de antes no me impidan ver el auténtico bosque que quiero que sea close2u.

Espero que, a pesar de todos los cambios (y, en cuanto a lectura, precisamente gracias a ellos), os sintáis cómodos en el que sigo diciendo que es vuestro refugio de viajeros, vengáis de donde vengáis. Todos bienvenidos.

Gracias

domingo, 15 de febrero de 2009

microcosmos

(66ª parada)
"¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada (…)?"
(Libro de Job, cap. 7: 19)

El exprimidor deja caer las últimas gotas de zumo y Lorena tira la cáscara de la naranja en el cubo de la basura. Diego se asoma por la ventana, hincha sus pulmones con una bocanada fresca y detiene su vista en los reflejos que las gotas de lluvia de la noche anterior han formado en el suelo de la plaza. Con la palma de su mano, Lorena hace desfilar en el armario tres o cuatro vestidos, sin acabar de decidirse por ninguno de ellos. Un último vistazo a los papeles sobre la mesa de trabajo y Diego mete los informes que necesita en una carpeta. Mientras Lorena se maquilla frente al espejo del cuarto de baño, todavía un poco empañado por la ducha caliente, sigue pensando en que debería cambiar esa bombilla que no deja de parpadear. Diego se calza unos zapatos apropiados para la lluvia, luego se coloca una bufanda al cuello, se pone un abrigo y se echa el bolso bandolera cruzándolo sobre el hombro izquierdo. Lorena coge un pequeño bolso que dejó sobre la mesilla y sale de casa. Cierra la puerta con llave, como tiene por costumbre. Diego llega hasta la puerta de casa buscando las llaves en el bolsillo del pantalón. Cierra la puerta con llave, como tiene por costumbre. Lorena camina hasta una calle más allá del edificio en que vive, donde dejó aparcado su Peugeot blanco. Diego sale de su portal, mira al cielo gris y comienza a caminar con paso apurado. Lorena arranca el motor, enciende la radio, se ajusta el cinturón de seguridad, pisa el embrague y mete la primera, quita el freno de mano, mira por el retrovisor, pone el intermitente y gira el volante a la izquierda. Todo sin pensarlo. La mañana está fresca y Diego, en su veloz marcha, distraídamente pisa algunos charcos mientras suelta por boca y nariz pequeñas volutas de vaho, casi transparentes. Más de una vez, la cinta del bolso intenta deslizarse del hombro al cuello de Diego, debido al rápido ritmo de zancada que lleva, y otras tantas veces ha tenido que volver a acomodarla en su sitio. Lorena oye una emisora de radio sin escucharla y se alegra de no encontrar demasiados atascos en esta mañana. Diego tiene que cruzar una calle. Al otro lado, el semáforo luce un hombrecito de color rojo y Diego aminora el paso gradualmente hasta que se para al borde de la acera. Posa su vista, por azar, al otro lado de la calle donde, también esperando a cruzar, una señora sujeta a un inquieto cocker y un hombre lee un periódico. Lorena gira a la derecha y, un poco más adelante, un semáforo está en ámbar. Pisa suavemente el pedal del freno hasta detenerse con el semáforo en rojo. Diego ve que el hombrecito del semáforo es ahora verde. Pone un pie sobre el asfalto, todavía con la lentitud que le imprime la inercia. Gira su cabeza a la izquierda y se fija en un Peugeot blanco. Lorena, que miraba sin ver el coche parado al lado del suyo, vuelve su cabeza hacia delante y ahora sí que ve a un joven de pelo castaño y ojos verdes que la está observando. Diego mira a la conductora del coche blanco, una joven de pelo negro y ojos marrones que le está observando. Lorena va siguiendo al joven con un giro lentísimo de su cuello, sin apartar sus ojos de los suyos. Diego siente que camina casi sin pasos, como si flotara, sin apartar sus ojos de los suyos. Durante eones, la cabeza de Lorena sigue moviéndose con la parsimonia de un astro en el firmamento, en pleno ballet cósmico. Durante eones, Diego no es consciente de que las bandas blancas y las oscuras de la calzada se siguen alternando bajo sus pies, en el cruce. Un perro roza levemente la pierna de Lorena, que, sacada de su ensimismamiento, mira adelante y ve que el hombrecito verde ya empieza a parpadear. El claxon del coche de atrás sobresalta a Diego que, sacado de su ensimismamiento, levanta la cabeza y ve que el semáforo ya está en verde. Mete la marcha, levanta el pie del freno y sigue su camino. Lorena gira la cabeza un poco hacia la derecha y ve alejarse a un Peugeot blanco siguiendo la calle que acaba de cruzar. Diego desvía sus ojos para mirar por el retrovisor izquierdo cómo una mujer, detenida al lado del semáforo, parece dirigir la vista hacia él mientras su vehículo sigue avanzando por la calle.

domingo, 1 de febrero de 2009

dando alas

(sin parada)

Hoy, siguiendo camino, tomo esta frase prestada:

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios,
sino sobre las faltas de los demócratas.

Albert Camus, escritor francés (1913-1960)

Y, viendo cómo se desarrollan ciertos asuntos (y la Historia se sigue repitiendo), no tengo mucho más que añadir.