viernes, 27 de julio de 2012

riqueza inextinguible

(área de descanso nº 189)
"La riqueza más allá de lo necesario es inútil como un vaso que rebosa".
(Epicuro de Samos, según Diógenes de Oinoanda)

Hay un trance en que la rubia me permite acceder a sus pensamientos. Sin trabas ni aduanas, sin palabras, sin autorización expresa. Sucede así, sin más. Aparenta una serenidad que no se puede alterar y se le pierde la mirada en un punto muy distante, tanto que no soy capaz de alcanzarlo. Y mientras voy montado en ese haz de luz que desde el faro de sus ojos vuela hacia un infinito en que todo se desvanece, un rayo tractor me succiona más allá de su pupila, por el nervio óptico, hasta el horno de chispas en que se cuecen sus ingenios. Y allí se amontonan sus ilusiones, sus temores, sus sueños, sus proyectos, alguna que otra esperanza y algún que otro desconsuelo.
La última vez que visité el gran santuario de su mente, la rubia cavilaba en cómo hay ciertas minas que se revalorizan con el tiempo. Allí donde se extraían todas las variedades imaginables de carbón, azabaches, obsidianas, cobre, minerales ferrosos... llega un día en que se van agotando las vetas que durante mucho tiempo pusieron el color de tantos paisajes bajo el cielo. En ese momento se descubren ricos yacimientos de plata. Al principio, quizás con cierto desencanto, hasta que se comprende que no es sino un aumento de valor de la propia mina.

En el momento en que se cruzaron nuestras miradas, se desvaneció el efecto del infinito que mantenía el trance. Y por el mismo haz de luz que salía de sus ojos, la rubia penetró en mi santuario.
Allí descubrió mi intención más recóndita. Allí supo que su resquemor por una posible devaluación de su cantera no tenía ningún fundamento. Yo siempre pagaré su plata al precio del oro. Y solo así mi riqueza será inextinguible.

lunes, 23 de julio de 2012

summertime

(en mitad de alguna parte)

Sería imposible que no te dieras cuenta. Te llega a través de todos tus sentidos.
El sabor del bullicio incesante de niños jugando a tiempo completo, invadiendo plazas, parques, playas, jardines... El olor de las salpicaduras del agua, levantándose y precipitándose por las zambullidas infantiles, por jinetes que cabalgan tablas de surf, la doma de las olas y la rapa de sus crestas. Contemplas también murmullos de ríos que corren presurosos, como si sus frescas aguas trataran de escapar de los bañistas.
El roce de las chicharras en la caldera del mediodía, la caricia de los grillos tratando de atemperar noches demasiado cálidas. Sonidos de estrellas refulgentes en un cielo nocturno que no cabe dentro de los ojos.
Ruidosa explosión de colores helados en cucuruchos, granizadas crujientes, aterciopelados refrescos, carcajadas rojas de bocas de sandía.
Un vistazo al tiempo detenido, parapetados los ojos tras gafas de sol.
Huelen las olas cuando acarician con parsimonia la orilla de la playa. Cadencia aromática acompasada con el suave mecer de la brisa, tratando de dormir a las hojas de los árboles en sus ramas. Huelen las gotas de mar que se evaporan sobre tu piel y dejan blancos rastros salinos.
Degustas miles de lanzas del sol que se clavan en tu espalda, en tus brazos, en tus piernas, sobre tu rostro. Paladeas la energía que hace arder tu cáscara de bronce. Rozamiento de luz, amarilleando lánguidamente en calmos atardeceres de días que se han estirado. Mil diminutos soles han nacido del único.
Lo veo todo con los ojos cerrados. Sobre todo, veo tus risas.
Se sienten con cada poro.
Es verano.


Summertime by Ella Fitzgerald on Grooveshark

jueves, 19 de julio de 2012

el del pelo rizado

(área de descanso nº 188)

A veces uno encuentra lecturas, otras veces las lecturas lo encuentran a uno. Digo esto por una curiosa coincidencia que luego quedará explicada. Me gusta leer Historia. Las andanzas de los patéticos humanos a través de los siglos, siempre tropezando en las mismas piedras y poniendo la misma cara como si fuera la primera vez. Hace unos pocos días leía (de nuevo) acerca de un tal Cincinato, de nombre Lucio Quincio Cincinato. Y viene a cuento, con la que está cayendo.

Las gentes romanas de buena cuna tenían tres nombres. Como nosotros, que tenemos un nombre y dos apellidos, pero un poco distinto. Pongamos, por ejemplo, el caso de Nerón. Cuando nació, le pusieron el nombre de Lucio Domicio Enobardo. Lucio era su verdadero nombre, lo que sería entre nosotros el nombre de pila. Domicio servía para indicar la estirpe a la que pertenecía (la de los domicios) y Enobardo era el sobrenombre tradicional de la familia Domicia, y significaba literalmente "barba roja". Cuando su madre lo hizo adoptar por el emperador Claudio, su nombre cambió para llamarse desde entonces Tiberio Claudio Nerón. Y también en este caso, el primer nombre es el de verdad de la buena, mientras que Nerón (el nombre por el que más se le conoce) era el sobrenombre de la familia Claudia y quería decir algo así como "dios de la guerra". Volviendo a Cincinato, este nombre era un apodo que significaba "de cabellos rizados". Y allá a mediados del siglo V a.C., cuando Roma aún no era gran cosa, es cuando tienen lugar las particulares hazañas del héroe del pelo ensortijado.
A poco que se busque, se podrá leer en cualquier lugar acerca de la vida y obras de este personaje, así que no me extenderé en pormenores.

Cincinato era de familia noble (patricio, que decían ellos) y muy rico, pero su fortuna se evaporó a causa de un malentendido cuando su hijo fue acusado de haber cometido un asesinato. Para huir de la orden de detención y las vicisitudes del proceso, el hijo se alejó de Roma y dejó al padre en situación crítica: tuvo que desembolsar una pasta gansa para resarcir los daños y pagar la multa. Apenas le quedó un terreno y una pequeña vivienda junto al Tíber. Y allí me lo encuentran los enviados del Senado, arando su campo como un rústico más, cuando una situación peliaguda se cierne sobre Roma. Resulta que corriendo el año 458 a.C., los ecuos y los volscos (pueblos del centro de la península itálica, vecinos de los latinos y que, como "buenos vecinos" su principal entretenimiento consistía en darles por el saco) se levantan en armas contra Roma y son los ecuos quienes llegan a fumigarse toda la resistencia que algún incapaz dirigente militar romano consigue oponerles. Como Cincinato se había ganado buena reputación como cónsul, el Senado, después de la correspondiente votación, le propone el cargo de dictador. Hoy en día, escuchamos la palabra "dictador" y nos entra la cagalera con el recuerdo de siniestros personajes que copan el poder durante décadas. Pero según la ley romana, un dictador era un funcionario dotado de poder absoluto durante un periodo máximo de seis meses, designado en votación por el Senado en momentos muy difíciles y con el propósito de agilizar la toma de decisiones. Es decir, una muy provisional medida de urgencia. Bueno, pues hete aquí que Cincinato se presenta al día siguiente en el foro con la toga orlada de púrpura (la de dictador), se pone al frente de un ejército reclutado para la ocasión y aplica una táctica de cercar a los malosos enemigos (quienes a su vez tenían rodeados los restos del ejército romano inicial) con una empalizada en el monte Álgido. Allí tiene lugar la batalla decisiva. Al grito de "¡Sus vamos a meter tal golpiza que sus vais a defecar en los mismísimos calzones, so guiris!" (o algo similar), a los ecuos me los pillan entre dos frentes y se ven obligados a rendirse. Victoria romana por la vía rápida.

Y como ya es hora de ir recogiendo, vamos con algunas conclusiones.
  - Conclusión número uno: Tomen nota, incompetentes señores políticos del siglo XXI. Aquí tienen el ejemplo de un tipo al que se le encarga que saque al país de una situación crítica, y va y lo hace. Sin campaña política para prometer el oro y el moro (promesas que no piensa luego cumplir) ni gaitas por el estilo. Res, non verba ("hechos, no palabras").
  - Conclusión número dos: El cargo de dictador le permitía a Cincinato un mangoneo de seis meses, con su guardia de honor de lictores, sus banquetes en su honor, sus triunfos, sus restituciones... Pero a los seis días después de cumplida su misión, y habiendo dejado ya todo en su sitio, abandonó la toga de orla púrpura por sus ropas de campesino, dio las dimisiones y prefirió volverse a la vida humilde de su campo y su arado. De esta forma (y convenientemente agrandada su leyenda por Catón el Viejo), quedó el suyo como un ejemplo de entrega a su pueblo, de honradez y rectitud, sin enorgullecerse por los servicios prestados.
Y si salvar a tu país me parece ya algo heroico, el hecho de evitar sucumbir a las ambiciones personales en el cumplimiento del deber, y no quedarse a exprimir voluptuosamente las arcas del dinero público, es una hazaña estratosférica. Como mínimo.
Tomen buena nota también de esto, panda de malnacidos señores políticos.

De esta guisa, con fasces lictores en una mano y arado en la otra (foto inferior), se puede ver a Cincinato en una estatua que le dedicaron en la ciudad estadounidense de Cincinnati (en el estado de Ohio). Es evidente que el nombre de la ciudad está tomado del héroe romano. Al acabar la guerra de la independencia estadounidense, se creó la Sociedad de los Cincinnati, para honrar a personas como George Washington, que habían servido desinteresadamente en los días de la revolución americana.

domingo, 15 de julio de 2012

mano abierta

(sigo viajando...)

Lustro. Pero no lustro de lustrar, sino lustro de cinco años. Ya cinco años.
Tal día como hoy hace cinco años también era domingo. Tal día como hoy hace cinco años sucedió el accidente por el que escribo accidentalmente. Nunca se sabe si las cosas suceden para bien o para mal. Yo creo que cada acontecimiento trae cosas buenas y cosas malas, y luego cada uno decide con qué quedarse. Hay quien prefiere regodearse en lo malo y les llama desgracias a esos acontecimientos primeros. Otros se espacian en lo bueno y les llaman oportunidades. Cada uno decide.

Al empezar el viaje, la soledad provocaba que los primeros sonidos reverberaran en este lugar, de tan vacío. Poco a poco ese vacío fue habitado por otros viajeros que han convertido en más amena la travesía.
Después de cinco años de blog, que hoy se cumplen, me queda mucha satisfacción por la cantidad y calidad de personas (antes desconocidas, ahora conocidas, con algunas incluso he trabado hermosa amistad) que viajaron a mi lado o que todavía siguen viajando. Hacen que todo esto merezca la pena.
Ya no se trata solo de combinar expresiones, mezclar ese término con aquel, añadirle un adjetivo, aderezarlo con verbos y sustantivos... no es solo la alquimia de palabras, la destilería de emociones y sensaciones que es este alambique electrónico, sino mucho más. Pero hay que meter los pies en el mar para saber la impresión del agua salada sobre la piel. Los que nadan en este océano lo saben, no necesito explicárselo.

En este tiempo me he sentido muy plagiado. En varias ocasiones he leído acerca de algunos casos en que Fulanito-de-Tal copiaba un texto (o varios) de Menganito-de-cual, con gran indignación por parte de este. En mi caso ha sido distinto. Ha habido mucha sorpresa y nada de indignación. He leído textos de otros blogueros que han sido totalmente copiados de mis pensamientos. Me han leído la mente, así, sin ningún pudor. Yo pensaba algo, tenía una idea muy clara ...y ¡zas! un día me encontraba con que alguien lo había escrito con palabras precisas, bellas, admirables... Mi pensamiento convertido en un texto publicado. Y sin citar al autor del pensamiento, ni una mención ni un reconocimiento ni nada. Bueno, así son las cosas en los blogs: siempre hay alguien que se te adelanta. No hay que tomárselo muy a pecho. A fin de cuentas, ¿no es fascinante esa sensación de sintonía con alguien a quien ni conoces en persona?

Si nada lo impide, seguiré viajando en estas aguas. En estas y en estas otras, claro (mi blog de fotos de los lunes). Seguiré siendo copiado y seguiré haciendo que igualmente otros se sientan copiados. También nos sorprenderemos con palabras insospechadas, con recodos del camino tomados por azar, con magníficos lugares donde hacer una pausa, con parajes inciertos... Comienza un nuevo ciclo, la rueda sigue girando. Otro año más.
Ya ha pasado tanto tiempo... o tan poco, según se mire.

martes, 10 de julio de 2012

aracne y yo

(área de descanso nº 187)
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
(Konstantinos Kavafis, "Ítaca")

Tengo una araña en el retrovisor izquierdo de mi coche. No la he visto, pero sé que vive ahí dentro, detrás del espejo, cobijada en las entrañas de ese cuenco de plástico que ahora le sirve de guarida.
Lo sé porque cada día yo destrozo una telaraña entre el retrovisor y la ventanilla. Y una telaraña vuelve a aparecer nuevamente en su lugar el día siguiente.
Pensé en rociar el retrovisor con insecticida. Aunque las arañas no son insectos, imagino que eso resultaría letal para mi polizona compañera de viajes. No lo he hecho. No quiero hacerlo.
No tengo ninguna filia por las arañas, sino todo lo contrario, pero no quiero hacerlo.

Ella teje. Yo destejo. Ella hace. Yo deshago.
Somos la cara y la cruz que juntas formarían una moneda con nombre de mujer. Somos el día y la noche de Penélope, que teje y desteje esperando que Ulises vuelva de su viaje.
Pero el viaje es largo, muy largo. Ulises tarda en volver y a Penélope se le agotan las excusas.
Aracne y yo le estamos dando tiempo.
Jugamos a ser dioses frustrados.
Ella teje y yo destejo. Así cada día, hasta que decidamos que Ulises tiene que volver a Ítaca, lleno de sabiduría y felicidad.

jueves, 5 de julio de 2012

síndrome de stendhal

(área de descanso nº 186)
"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".
("Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio", 1817, Henri-Marie Beyle, Stendhal)

Santa María del Fiore, el Duomo. La soberbia cúpula de Brunelleschi. Estremecimiento. Battistero di San Giovanni, Santa María Novella, Campanile di Giotto, Ponte Vecchio, Ponte Santa Trìnita. Emoción. Debajo, el Arno, discurriendo sin prisa, pero sin pausa. Melancolía. Basílica di Santa Croce. Y el Panteón de las glorias italianas. Sepulturas de Michelangelo Buonarroti, Galileo Galilei, Ghiberti, Rossini, Vasari... Suspiro. Galería Uffizi. Venus, Madonnas, Anunciaciones. Sobrecogimiento. Frescos, retablos, relieves, sarcófagos, estatuas. Palpitaciones. Giotto, Fra Angelico, Masaccio, Lippi, Pollaiuolo, Botticelli, Leonardo, Caravaggio, Rafael... Excitación.
Y en ese instante apareciste tú.
Inesperadamente.
Desapareció el lugar, se desvanecieron los artistas, palidecieron las creaciones.
Y esta fascinación será incontenible para siempre.
Ya estemos en el desierto, bajo la cúpula estrellada, en un prado, en la colina, en el balcón, sobre las sábanas, a la sombra de los abedules, en la mañana, al atardecer, en la ciudad, en la orilla del mar, en las nieves... no se puede extinguir el incendio vehemente que comenzaste en aquel momento. Toda mi vida arde en la pasión de ese recuerdo perenne. El sello 224.

2 GOOD
2 BE
4GOTTEN

lunes, 2 de julio de 2012

yo no quería, pero

(parada por embotellamiento... ¡hala! ¿qué hace ahí toda esa gente?)

Me había dicho a mí mismo que no escribiría sobre el tema, pero no sé cómo hago para acabar traicionándome de esta manera. En fin, para eso está un blog: para soltar lastre mental, entre otras cosas. Toda la Eurocopa sin mencionar el asunto y ahora que ha terminado, ¡zas! post futbolero-eurocopero.
Vaya por delante que de fútbol no me apetece comentar casi nada. Empiezo a sentirme excluido de esa cosa. Me pasa lo mismo que con el ciclismo hace años: cuando las crónicas de ciclismo se empezaron a parecer más a noticias de hospital y laboratorio que a noticias de deportistas y bicicletas, se cortó de raíz mi afición por todo aquello. Ahora con el fútbol me empieza a pasar otro tanto, por otros motivos. Me resulta aburrido el estilo que se ha impuesto como el aceptado por la mayoría (en juego, pero también en impacto mediático, tipo de periodismo, comportamiento de aficiones, etc). Ya sé que no hay que hacerles caso a las mayorías. En la Edad Media, la mayoría sostenía que la Tierra era plana, pero eso no hizo más llano al planeta ni un poquito. Las mayorías no tienen por qué sostener las posturas más veraces y, en materia de gustos, ni siquiera existen ese tipo de posturas... Lo que pasa es que me cansa tener que discutir y justificar mis gustos en algo que se supone tenía que ser divertido, pero acaba siendo una pugna para ver quién sostiene la mejor mentira de todas. Me cansa.
El fútbol es un deporte físico al que me aficioné hace muchos años. Admiré la nobleza en el campo del estilo inglés, a la vez que detesté a sus hooligans. Me gusta el fútbol vibrante, físico, atlético, incluso vertiginoso, sin fingimientos, con calidad y que se juegue deportivamente. Ahora el estilo que impera es el de posesión hasta que se duerman los más insomnes. Es curioso que en otros deportes físicos como el baloncesto o el balonmano, se castigan las posesiones muy prolongadas con final de tiempo de posesión o pasividad, respectivamente, y el balón es para el equipo contrario. Se busca la máxima actividad, no cansar al rival por aburrimiento. Al final, en un partido de fútbol de 90' solo unos 15 de ellos han sido algo interesantes (en el mejor de los casos) y el resto, tiempo de relleno. Las cinco sextas partes de relleno, qué exceso. Bueno, esta es mi opinión. La mayoría opinará otra cosa y no lo pienso discutir.

De lo que quería hablar (como decía antes de soltar este párrafo-ladrillazo y demostrando, por tanto, poca coherencia) no es de fútbol, sino de otras cosillas a propósito de esta Eurocopa. Ha habido de todo. Por ejemplo, me reafirmo en la satisfacción de que nuestro himno nacional no tenga letra. Después de escuchar cómo los futbolistas italianos perpetraban su himno antes de la final (Buffon con los ojos cerrados y a pleno pulmón, qué espectáculo, qué forma de desafinar, qué tromba de agua pudo haber caído sobre Kiev), creo que es la mejor opción: me alegré de que los nuestros no se vieran obligados a vencer en esa demostración de patriotismo facilón, gritando como posesos una letra inflamada mientras sonaba el clásico chunda-chunda. Bueno, minucias.
Quizás lo más gordo se ha cocido después de la final, con las redes sociales enfrentadas entre los alegres y bulliciosos celebrantes del triunfo, por un lado, y por el otro quienes los acusan de frívolos en medio de una situación político-económico-social desesperante. Y quizás me ha chocado mucho el extremismo con el que afrontamos estas cosas. Me explico: ¿por qué mezclar dos asuntos que no tienen nada que ver? Ni los que han celebrado el triunfo de la Selección son una banda de irresponsables a quienes no les importa el momento que nos toca vivir, ni los que han pasado del evento futbolístico son unos amargados que no saben divertirse (y seguro que lo han hecho con un libro, una película, un concierto o lo que hayan preferido). La clave está en la palabra divertirse o diversión. Porque "divertir" es apartar, desviar, alejar, dirigir la atención momentáneamente hacia otros intereses con el fin de lograr algún tipo de alivio. Es una necesidad y más cuando más aprietan las circunstancias. Es tomarse un respiro para volver a la carga con más fuerzas. No es preciso que estemos martirizándonos todo el tiempo y agotando nuestras energías sin sacar nada en limpio.
Me parecería de mal gusto, por ejemplo, presentarme en medio de un banquete de boda, mientras todos los invitados están dando cuenta de un suculento menú, y ponerme a repartir fotos de desnutridos niños africanos, famélicos y devorados por las moscas. ¿Es que esa realidad no existe mientras se celebra el banquete? Claro que sí. Pero, ¿es necesario destrozar una celebración para recordarlo en ese preciso instante? No lo creo. Eso se piensa antes, siendo más austero en la preparación y donando la diferencia para esa causa, o después, remangándose y trabajando por quien lo necesite. Pero hay un tiempo para cada cosa.
Otro tema es que los que celebran esta victoria futbolística, decidan ahora no bajar de la nube en varias semanas, viviendo ahí arriba en una ficción. Eso no ayudaría. Pasado el divertimento, hay que volver a la faena. Que cada cual tome sus ejemplos. Alguien se fijará en estos triunfadores (niños mimados y millonarios para unos, deportistas de éxito no regalado para otros), otros elegirán otros modelos. Perfecto. Pero manos a la obra.

¡Ah! y, por cierto, me parece muy bien que haya tanta gente que exalte a los manifestantes como modélicos (en plan: bien por los manifestantes, mal por los celebrantes que no salen en la misma cantidad cuando hay que protestar), pero hay algo que falla en esto. Es solo una reflexión. Se ha dicho mucho que los políticos actuales están dilapidando todos los logros que alcanzaron y debemos al activismo de nuestros abuelos. Pero resulta que nuestra clase política, esta que tanto daño está haciendo (y algunos son hijos de aquellos abuelos), se nutre principalmente de los manifestantes de mayo del 68. La manifestación no es la panacea si luego todos los ideales por los que se lucha se pierden en el olvido de la comodidad, las satisfacciones, la complacencia, los halagos, la indolencia y los dispendios. Habrá que tenerlo en cuenta para no ser tan olvidadizos como los que nos han precedido.

El camino de la excelencia es arduo. Un grupo de futbolistas ha cumplido sus objetivos por ese caminito y pasando de ciertas críticas (más destructivas que constructivas). Al resto no nos sirve de nada lo que ellos hayan conseguido para sí mismos, quizás solo un ejemplo, una alegría efímera, una diminuta dosis de ilusión y poco más. Por eso, ahora nos toca a nosotros estar a la altura de las circunstancias. Es nuestro partido.