"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en salir a buscar nuevas tierras, sino en aprender a ver la vieja tierra con nuevos ojos".
(Marcel Proust)
Me decía un amigo mío (y me lo decía desde su punto de vista de psicólogo) que el naufragio al final de la película "Titanic" no solo había acabado a la fuerza con la relación de los jóvenes amantes, sino que había ahorrado a los espectadores otro final igual de abrupto pero mucho más prosaico. Aunque no creo que ningún productor hollywoodiense se dejara seducir por esta otra historia. Lo que me quería decir es que dos muchachos con tan poco en común solo dan para un relato fugaz, pero que su relación a largo plazo parece, de antemano, condenada al fracaso.
Quizás no se tratara tanto de una reflexión acerca de las relaciones de pareja, sino de la durabilidad de las cosas en nuestros tiempos. Tanto se ha insistido en el tema de la obsolescencia que ¿quién no se conformaría con unos breves instantes de satisfacción a cualquier precio?
La nuestra se ha convertido en una sociedad de termitas donde todo parece objeto de un consumo voraz y vertiginoso. Alguien le ha dado cuerda a este diminuto planeta azul grisáceo, alguien ha acelerado el ritmo de la vida, y desde entonces la existencia transcurre y se desencadena a la velocidad de las partículas subatómicas. Nada dura lo suficiente. Antes de terminar algo ya se está inmerso en otro nuevo asunto. Hay tanta prisa que apenas da tiempo a deleitarse en algo, dedicándole todo el lapso necesario y en exclusiva. La vida es una carrera delirante para llegar a ninguna parte: ya he visto, ya he leído, ya he visitado, ya he probado...
Se concentran cientos de obras asombrosas en un museo o en una biblioteca, para que miles de visitantes las recorran en unos instantes y apenas lean los títulos, en un empacho sin sentido. Obras elaboradas con la dedicación de días y días de trabajo de artistas consagrados, obras que podrían ser objeto de admiración y estudio durante meses, grandes obras, trayectorias vitales, reducidas a serrín en pocos segundos.
Con las personas tampoco se es mucho más indulgente. ¿Tiempo para conocer a alguien? Sensación de tiempo perdido, que pase el siguiente...
En otra película distinta, "El último samurái", un tipo contempla en sosiego las primeras flores de cerezo que han traído los albores de la primavera. El tipo es un consejero del Emperador, que se ha sublevado contra las reformas en su país, impuestas para occidentalizarlo completamente y acabar con las raíces ancestrales de su cultura. En un momento, se acerca a los cerezos y al hombre que los contempla embelesado un capitán extranjero venido al Japón para ayudar a sofocar la revuelta, pero ahora prisionero del samurái. Este le dice: "La flor perfecta es algo muy raro. Puedes entregarte a la búsqueda de una sola y no habrás malgastado tu vida". Ni que lo hubiera escrito el mismísimo Saint-Exupéry. Al final de la película, a costa de la vida del buscador de la flor perfecta, se tirará por la calle de en medio.
El mundo se mueve a toda pastilla y esto no hay quien lo pare, como vivir en un estado alterado por las drogas. Si lo intentas, te tragará en su incesante y demencial rotación. Es más, tratarán de convencerte de que estás en el error, de que todo eso son señales de progreso.
¿El equilibrio? Ojalá. Al final la balanza se desnivela siempre por la misma parte.
Bien, vale. Habrá que admitirlo, el progreso no hay que detenerlo, no se puede detenerlo. Que se cobre su peaje. El progreso como un agujero negro que se lo traga todo. El orificio de entrada al nido donde habitan las termitas.
Una gran entrada, desde luego.
ResponderEliminarTengo mis ratos de termita y mis ratos de contemplación... pero como tú dices, es complicado, difícil, por no decir que imposible, equilibrarlo.
Sí, eso es cierto. Mi propia experiencia vital me dice que los equilibrios son dificilísimos.
EliminarMucho me acuerdo de Iván Ferreiro xD
un saludo
Totalmente de acuerdo, estamos en el mundo de la obsolescencia, palabro que resume algo que podría expresarse con muchas, pero que muchas palabras pero... ¿para qué perder el tiempo?. Rapidez, inmediatez, lo quiero y lo quiero ya. Damos mucho vértigo!
ResponderEliminarMe has recordado el libro de Michael Ende "Momo" de esos hombres grises que viven del tiempo que roban a la gente. Y nos dejamos robar tantas cosas...
Un beso compañero!
Qué mal rollo lo de los hombres grises. Pero es algo así.
EliminarHabrá que plantearse de una vez la soberanía del tiempo ;)
besotes
Describes muy bien el ritmo que se le ha impreso a la vida. Si hasta el día parece que tuviera menos horas. Todo se ha acelerado. Todo se quiere ya.
ResponderEliminarCon las relaciones ocurre los mismo; para qué esperar los tiempos del otro, si hay tanto material a disposición para explorar.
Los que tenemos conciencia, dentro de las posibilidades de cada uno, debemos salir de la máquina de centrifugado rápido.
Afortunadamente he conseguido acomodar mis días de un modo más equilibrado, dejándome momentos para mí, para observar desde mi minúscula atalaya en el piso 20, los anocheceres sobre el río.
Excelente entrada.
Saludos.
Es clave encontrar el propio ritmo... y luego arriesgarse a que lo tachen a uno de tortuga jajaja
Eliminarbesos
Es verdad que muchas veces hacemos corriendo las cosas pero es un ritmo que nos autoimponemos. Nada nos impide saborear las cosas más que el hecho de que queremos abarcarlo todo. Supongo que el equilibrio está en saber elegir qué momento dedicar a cada cosa.
ResponderEliminarCon respecto a lo de "ya he visto, ya he leído, ya he visitado, ya he probado..." no estoy de acuerdo con que sea una carrera a ver quién ha visto, leído, visitado... más; Bueno, a mí me parecería absurdo, pero sí que tengo la prisa por leer, ver y disfrutar porque hay muchísimas cosas que no me quiero perder.
Seguro que has tenido mejores experiencias que yo. Tantas veces por haber hecho planes conjuntos me han arruinado un viaje, una visita, una oportunidad... Malditas prisas.
EliminarDesde entonces he decidido que voy a mi ritmo y el que quiera correr, que corra.
;)
besos
Pero es que hay tantas cosas que ver, leer y probar.Hay que aprender a escoger y rápido que tenemos poco tiempo.Yo escogí pasear dos horas al día(unos días por la ciudad, otros por el campo, otros por la playa)y no ver tele.
ResponderEliminarMe parece clave: escoger y darle sentido a lo que se hace. Las demás consideraciones me importan mucho menos.
EliminarPor cierto, buena y saludable elección ;)
besos
Yo me di cuanta de eso cuando, hace cosa de un año estuve por vez primera en Barcelona por trabajo, aproveché las tardes para visitar la ciudad y no salía de mi asombro al ver lo increíblemente rápido que la gente entraba y salía de lugares como la Sagrada Familia. LLegaban, lo miraban (únicamente) a través del objetivo de la cámara, disparaban doscientas fotos... y al siguiente momumento o parque o edificio... y Barcelona vista en dos días. Así con todo.
ResponderEliminarQué absurdo, ¿no? Para eso, con comprarse unas postales o mirar fotos en internet, trabajo resuelto.
EliminarEntiendo que hay mucho "piji" que prefiere decir: oh, yo he estado allí, aunque a la visita le haya sacado el mismo provecho que si hubiera visto una sesión de diapositivas a toda pastilla. Es algo que se me escapa, pero que cada uno decida cómo lo quiere vivir.
un saludo
Para muestra un botón, ayer leí esta entrada, y me puse a comentarla y supongo que la prisa al darle a publicar no me dejo ver que no se había publicado, menos mal que he vuelto para ver que no estaba y volver a comentar. Lo que si he descubierto es que depende del día hasta cambia el comentario XD ...no me acuerdo que puse ayer.
ResponderEliminarEn cuando a viajar para ver lo más posible, yo no soy de esas, me gusta pasearme por los sitios y sentarme a mirar la gente pasar. y eso que mi último viaje a egipto era mirar y sacar foto, llegué a ver por ver...
Es que otro objeto de "consumo rápido" son los post de los blogs jajaja
EliminarEn los viajes, lo que más me gusta es absorber todas las sensaciones que pueda y a mi ritmo, al margen de "rutas turísticas", "costumbres solo para visitantes" y cosas de esas. No puedes hacerlo en todos los países, porque los hay peligrosos si te sales de las rutas seguras. Pero.
un besote
Vaya de antemano que no he visto Titanic. Me horrorizan las pelis de 4 horas tanto como los libros de 1000 páginas. Soy de la opinión de que algo que no se pueda contar en 300 páginas o 120 minutos de rollo contiene más paja que un campo recién segado. En lo referente a la velocidad del progreso, todo depende. Después de interminables viajes donde había que ver 200 monumentos en una semana, he preferido la visita de fin de semana, sitios tranquilos disfrutando despacio de iglesias remotas, campos y montes, gastronomía casera y esas pequeñas cosas que me hacen feliz. A mi ritmo, sin presiones. Así mi mundo no está sobrerrevolucionado y cuando noto una atracción fatal de algún agujero negro que me atrae al abismo, planto un pie en el suelo y doy media vuelta.
ResponderEliminarFuerte abrazo
Pues que sean un par de amenes jajaja
EliminarHe notado en algunos amigos que les puede la "presión social" del tienes que hacer esto, tienes que probar esto, tienes que ver esto, tienes que ir a tal sitio..., hacer por narices lo que está "de moda". Y, claro, se agarran cada empacho que no veas. Yo me he plantado de esas cosas y dejo de hacer planes en equipo porque acabamos metidos en líos de este tipo. Y paso.
un abrazote
Tiene que haber un término medio entre el ajetreo consumista y quedarse mirando las flores. Aunque, como decía Homer, ¿quién sabe lo que está bien en estos tiempos con tantas modernas ideas y productos? ;P
ResponderEliminarSeguro que hay un término medio. Lo difícil es encontrarlo.
EliminarComo decía Homer, quién sabe lo que está bien. Pero seguro que sí está bien filmar de la tele con un trípode para evitar los bamboleos xD
besos
"Situado en alguna nebulosa lejana hago lo que hago, para que el universal equilibrio de que soy parte no pierda el equilibrio."
ResponderEliminarAntonio Porchia
En esta etapa de la humanidad "hemos dejado de hacer" lo necesario para mantener el equilibrio; lo compruebo día y día en niños y adolescentes que desechan con despreocupación cosas simplemente útiles o auténticas maravillas, antes de haberle sacado el mínimo partido, el auténtico sabor, el máximo placer...
Las nuevas generaciones han decidido vivir demasiado deprisa. Tanto, que se van a perder muchas cosas buenas de tanto correr.
EliminarPor cierto, wow, ¡qué frase!
besos
Ainsss... Rafa, me has estresado. Yo vivo más tranquila que todo eso, te lo aseguro!
ResponderEliminarBesos!
jajaja eres una mujer afortunada :)
Eliminarbesos
Prefiero la vida contemplativa a la acumulativa..........contemplar es vivir y darme cuenta todo lo que me rodea....no se trata de hacer el bien sino de no hacer el mal,.....con eso me conformo Rafa.
ResponderEliminarPhilip Glass - Koyaanisqatsi
No es mal plan. Aunque hacer el bien también es muy satisfactorio.
EliminarLo mejor es que cada persona encuentre ese camino donde se sienta plenamente satisfecha :)
besos