sábado, 28 de julio de 2007

información vs. deformación

(1ª parada, episodio 1 de 2)
"El rey de Israel [Acab] le respondió a Josafat: Aún queda aquí un hombre por medio de quien podemos preguntarle a Dios; pero yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Se llama Micaías, hijo de Imla".
(2º Libro de las Crónicas, cap. 18: 7)

Aprovecho esta breve parada del viaje de raindrop para contar algunas cosillas. Me estaba acordando (en estos tiempos que corren) de aquella entretenida sección de un espacio televisivo que llamaron "curso de ética periodística". No puedo evitar pensar en el camino que la práctica periodística está siguiendo en nuestros días: se editorializa mucho y se informa menos. Se trata de formar opinión, no de dar la información exacta y precisa para que cada uno se lo monte como quiera. ¿Imagináis ir a comer a un restaurante y que os sirvan la comida ya premasticada (o predigerida)? Sí, ya sé, es bastante asqueroso. Pero si nuestros periódicos y medios de comunicación de masas nos sirven la información ya 'pre-opinada' entonces no pasa nada. Sé que la objetividad es difícil, pero para eso se es un profesional, ¿no?

¿Por qué sucede esto? Ni más, ni menos: nos gusta que la realidad sea como nosotros queremos que sea. Por esto siempre estamos más predispuestos a escuchar a quienes nos digan exactamente lo que queremos oír. La prueba de esto está en cualquier quiosco. Se venden ejemplares de cada grupo editorial. Se habla de perfiles de lectores... Frente a una misma noticia, los diferentes diarios cuentan sus verdades, en ocasiones incluso de forma opuesta o contradictoria entre ellos, según la mano que los alimente, los poderes que los favorezcan o la línea editorial predeterminada, y cada lector cree lo que quiere creer. Prefiero no dar ejemplos... Y esto es así hasta en algo tan trivial (aunque mueve montañas) como la prensa deportiva, donde el "forofismo" de los periodistas llega al paroxismo y es ya la pauta dominante.

La historia de la que forma parte el texto bíblico que cité al comienzo es paradigmática de lo que trato de contar. Recomiendo que os leáis el capítulo 18 completo (del 2º libro de las Crónicas) porque, además de ser bastante entretenido, gracioso e instructivo, no tiene desperdicio. Micaías, conociendo a Acab, le llega a decir exactamente lo que quiere oír, aun sabiendo que no es cierto. Pero Acab se da cuenta precisamente de que no le dice la verdad. El texto escrito (al no ser un registro sonoro) no puede recoger ni la entonación ni el tono o timbre de voz que debió de usar el profeta. Yo imagino que sonaría como una letanía desganada, repetitiva y forzada, que revelaba por su forma mucho más que por su contenido. ¡Qué sentido del humor el de Micaías en una situación tan comprometida! ¡Y qué soberano cabreo el de Acab por la manifiesta tomadura de tupé!

Estoy seguro de que Micaías hubiera sido un digno periodista.

3 comentarios:

  1. Es eso justamente lo que me da por pensar cuando veo los periódicos gratuitos...no le ves mucho sentido por aquello de que nadie regala nada, hasta que no les pillas el punto, entonces lo entiendes todo.
    En el extremo contrario están los medios con los que no tienes afinidad, dicen lo que no quieres oír y como tenemos la tendencia a pensar que tenemos razón, no nos gustan (véase la COPE), y sí cito a algún medio, aunque eso no es discrepancia es casi delito!!!.

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  2. tormenta: difícil hacer crítica de algo que no se conoce. La he leído y la sigo leyendo. Me ha enganchado y siempre encuentro algo nuevo.

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