domingo, 12 de julio de 2009

de las uniones y de las fuerzas

(76ª parada)
"El pequeño vendrá a ser por mil, y el menor, un pueblo fuerte".
(Libro del profeta Isaías, cap. 60: 22)

- Fíjate en ese chavalín de ahí…
- ¿Cuál?
- Ése, el que lleva la camiseta del *****.
- ¿Y qué pasa con él?
- Nada. Fíjate el nombre que lleva a la espalda. ¿A quién pretende engañar? Jajajaja Y, sin embargo, me he fijado en que se mueve como él, intenta jugar con su mismo estilo, incluso gesticula como él y hasta protesta como él… Pero no entiendo por qué, en lugar de poner su propio nombre y aspirar o conformarse con un estilo propio, ha preferido adherirse a uno ajeno. Y, además, teniendo que pagar unos cuantos euros por haber elegido precisamente esa camiseta…
- Nada nuevo. Sobre la afición de los seres humanos a hacerse ídolos de cualquier cosa que les impresione, qué te voy a contar.
- Ya, claro.
- Y, luego, también está esa otra costumbre de devorar todo aquello que se desea alcanzar, como hacían algunos antiguos guerreros con los cuerpos de sus enemigos para conseguir apropiarse de su fuerza y poderes… Ellos practicaban el canibalismo ritual, pero como este chaval no puede zamparse a su ídolo, pues trata de absorberlo por otros medios: se viste como él, actúa como él… la finalidad es la misma. Este mocoso se comporta como aquellos guerreros que te digo, porque piensa que adoptando su identidad puede llegar a convertirse en algo parecido a su estrella.
- Aquí creo que estás forzando un poco la nota.
- Es posible. Pero el subconsciente de la humanidad está tan lleno de cosas extrañas que puedo permitirme la licencia. Mira, por ejemplo, cómo se sigue vendiendo la carne de los toros que se sacrifican en las corridas. A mí me parece una aberración. No creo que, después de haber sido maltratado hasta morir, la carne de ese bicho sea muy apta para el consumo. Estará envenenada por las toxinas que habrá generado el propio animal a causa del terror y de la agonía que se le ha provocado hasta su último aliento.
- No encuentro la relación.
- Bueno, supongo que ancestralmente esa carne se comía para asimilar la fuerza del toro y reafirmar la superioridad del hombre sobre el animal, como si también fuera un guerrero. ¡Bueh, una superchería…!
- ¿Y qué quieres, que la tiren?
- Y yo qué sé… Que hagan lo que quieran con ella. Pero yo no me la comería. Además, aborrezco las corridas de toros.
- Yo también. Pero eres tú el que ha sacado el tema.
- Vale. Pues rebobino… A propósito, fíjate en el chaval: apenas lo han tocado y mira el teatro que está haciendo en el suelo jajajaja ¿A quién me recuerda?
- Oye, ya que ha salido antes el tema de las camisetas y los jugadores de fútbol, ni te cuento las polvaredas mediáticas que se están levantando últimamente con el asunto este de los fichajes, los jugadores, sus precios y sus salarios…
- ¿Por?
- ¡Por qué va a ser, hombre! Por la burrada de millones que se están gastando en fichar a unos tíos que no hacen más que pegar patadas a un balón.
- Sí, una tontería como cualquier otra. Lo que no entiendo es por qué afectan unas tonterías desproporcionadamente más que otras.
- Bueno, ya. Pero porque haya otras cosas indignantes, eso no quiere decir que esta otra no lo sea también.
- Sí, claro. Pero se insiste mucho en esto en concreto, mientras que no deja de ser un mirar para otro lado.
- No te entiendo.
- Es como cuando intentas que un gato mire algo: tú señalas ese algo con el dedo, pero el gato nunca mira a lo que señala el dedo. El gato se queda mirando la punta del dedo. Pues aquí sucede lo mismo.
- Una vez más, consigues que me pierda en tus razonamientos…
- A ver si consigo explicarme… pero, por favor, no te quedes mirando la punta del dedo.
- Já-já, muy-gra-cio-so…
- Jejeje Es brooooma, no te enfades. Te cuento: ahora parece como si los culpables de la situación económica internacional fueran los clubes de fútbol. Bueno: algunos clubes de fútbol, que gastan montones de dinero que deberían destinarse a otros fines.
- Y esto último es cierto, ¿no? A veces pienso que es una completa injusticia que los bancos presten dinero para fichajes, pero no lo presten para permitir el desarrollo de pequeñas y medianas empresas, por ejemplo.
- Y si eso es una injusticia, ¿quién es el responsable de esa injusticia?
- Pues no sé… Los bancos, los clubes de fútbol…
- Apunta más a la base.
- ¿Quiénes?
- Empieza por los aficionados. ¿Cómo crees que se pagan esos fichajes? Ahí tienes una muestra: mira esos críos con esas camisetas. Y eso es sólo la punta del iceberg. Es curioso que se critique hasta la saciedad algo en lo que tantos y tantos acaban participando… ¿No es una contradicción?
- Oye, que a mí el fútbol tampoco me va mucho y tengo que sufrir las consecuencias de esta situación.
- Eso es lo de menos. Que te guste o no el fútbol, quiero decir. Sus tentáculos cubren una muy extensa superficie: medios de comunicación de masas, publicidad, merchandising, nuevas tecnologías… Al fin, todo líder de masas ha descubierto que una de las claves para alcanzar un progreso en la dirección que se desee está en que la unión hace la fuerza. Esto en manos de un buen líder, que ha entendido en qué consiste el verdadero liderazgo, es una pasada. Pero el mismo principio puesto en manos de un líder que sólo busca su propio provecho o el de sus favoritos es una desgracia.
- ¿Por?
- No tienes más que fijarte en cómo temen los dictadores al poder que hay en cada persona. Su primer objetivo consiste en anular ese poder, arrancando de cada individuo sus libertades intrínsecas, sus derechos innatos… La unión de todos esos (en apariencia) pequeños poderes acaba resultando ser un poder extraordinario. Pero en democracia también se puede intentar controlar el poder de las masas, a la manera de los peores tiranos.
- ¿Cómo?
- Si piensas un poco, se te pueden ocurrir unas cuantas maneras… No voy a insistir por ahí. Pero hay una clave común: a mí se me ocurre que con un pequeñito pellizco que se extraiga de cada uno, se puede llegar a alcanzar un total descomunal al servicio del poder. Mira, volviendo al caso del fútbol: si durante todo un año, la media de lo que se ha gastado un aficionado de un club de fútbol en asuntos relacionados con su club llegara a los 10 euros (un día, compras un partido en pago-por-visión… otro día, vas al estadio… otro día más, compras una bufanda o una camiseta…) y si ese club es tan poderoso que cuenta con (pongamos un número) diez millones de aficionados en todo el mundo, las matemáticas no engañan cuando me dicen que todos los aficionados han aportado cien millones de euros a las arcas del club en ese año. Vale, los números están puestos sólo como ejemplo… Es una forma facilona de contar las cosas, la realidad es algo más compleja: habría que descontar gastos, por ejemplo. Pero el principio es el mismo.
- Ya, pero cuando aprieta la crisis económica, la gente no está para gastar el dinero en estas tonterías.
- ¿Tú crees? Yo pienso que es todo lo contrario. Cuando las cosas van mal, la gente lo que quiere es gratificarse con esas tonterías que le sacan de una penosa realidad. Esto es lo triste del asunto.
- Bueno, me recuerda eso que leí en una ocasión que un típico indicador de tiempos de crisis económica es el aumento en las ventas de lápices de labios.
- Cierto. No sé si se conoce la relación entre una cosa y la otra, pero siempre parece cumplirse esa correspondencia. ¿Será una válvula de escape? Bien, pues los panem et circenses que valían para los romanos siguen valiendo para los que vivimos después de la caída del Imperio Romano.
- No hemos cambiado nada, ¿eh?
- Parece que no. La publicidad, por ejemplo, nos enseña a despreciar el valor de las cosas pequeñas… Quiero decir: que nosotros, consumidores, despreciemos el valor de lo ínfimo, para que las empresas a las que promocionan vayan amasando la suma de esas pequeñeces hasta obtener beneficios gigantescos. ¡Ellos no desprecian nada!
- ¡Uy, sí! Mucho me cabrea la típica frase: “por un miserable euro…”, o esas otras en que te dicen: “por sólo quince (por ejemplo) euros al mes…”. Y lo dicen con todo el morro del mundo.
- Sí, “sólo”. Pero tú multiplica y verás. Hay compañías que hasta parecen aprovecharse de ese desprecio por lo pequeño. Te estafan una mínima cantidad por un aparente error, descuido o lo que sea, de modo que tú no estés dispuesto a pelear por tan poca cosa. A ver quién está dispuesto a mover cielos y tierra para recuperar “un miserable euro”. Pero si consigo birlar un euro a un millón de pardillos me encuentro con la jugosa cantidad de un millón de euros. No es mal pellizco, ¿eh? Pues el mecanismo es siempre el mismo.
- Así se acaban pagando los fichajes de fútbol y cualquier cosa.
- Cualquier cosa que quiera la mayoría de la gente. Lo que se esté dispuesto a financiar es lo que será financiado. Es así de simple.
- Imagina, entonces, que una mayoría de la gente estuviera dispuesta a dar sus “miserables” 10 euros para otras causas, como apadrinar a niños de países subdesarrollados, o a construir infraestructuras para lanzar el progreso de zonas pobres, o a mejorar las condiciones de los más desfavorecidos…
- Sí, y luego voy yo y me despierto.
- Oye, no te burles, que lo digo en serio.
- Sí, y yo. Mira ahí, en la cafetería del parque. Está hasta arriba, como siempre. Y luego dicen que hay crisis. Já.
- Bueno, que la gente tiene derecho a tomarse un cafecito o una cervecita sin estar pensando siempre en los grandes dramas de la vida.
- Ya… y, mientras tanto, delante de la cerveza, a arreglar el mundo sin arrimar el hombro… que es más fácil criticar y protestar que arremangarse. Es más sencillo echarle las culpas al fútbol, a las multinacionales o a lo que sea, antes que reconocer que esos grandes enemigos no hacen más que recolectar las fuerzas que nosotros les entregamos voluntariamente.
- O inconscientemente.
- Vale. No cambia las cosas.
- Pues no.
- Mira: el chaval ya está otra vez retorciéndose en el suelo…

5 comentarios:

  1. Rain pensando en poner un comentario para este post me está saliendo un speech demasiado largo y es que en este tema no me siento orgullosa porque al criticar algo tan "inmoral" como las altas cifras que se manejan para una sola persona (que me lo parece porque lo es), sé que en otros ámbitos contribuyo a ello.

    No voy a decir lo que hago para ir contracorriente y luchar contra lo que me parece injusto en esta sociedad porque solo sería para hacerme sentir falsamente bien. Es inútil porque soy parte de esa sociedad y le doy "vida" con la creación de falsas necesidades, pequeñas, insignificantes a grandes escalas pero que contribuyen a un total monstruoso...

    El otro día cayó en mis manos un libro que, aunque subversivo, utópico, anarquista, trasgresor y que leo manteniendome a la distancia, me está dando mucho que pensar y... sentirme mal por formar parte de algo en lo que no estoy de acuerdo.

    Si quieres en estos momentos estoy siendo destructivista, negativa, pesimista, desalentadora y puede que tengas razón. Pero aún me queda una esperanza pequeñita, que los individuos pensamos y sobretodo dudamos. Es un arma pequeña, una piedra frente a la bomba nuclear pero ¿quien te dice a tí que en una pedrada jodemos -sin perdón- la maquinaria para accionar esa bomba?

    Lo dicho, este libro está despertando mi vena anarquista jeje. Se titula "La insurreccion que viene" del Comité invisible.

    Y tendría mucho más que decir, el caso es que quería ponerte un comentario corto y conciso pero me temo que en este tema es imposible.

    Seguiremos la charla, no te quepa duda!

    Un beso grande, compañero (aunque si te vale uno pequeño, el resto lo compartes por ahí ;D, no vamos a ir ahora de "Xnoronaldos", digo... de "Cristiano Ronaldos" XD).

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  2. Una acción decidida siempre empieza por una reflexión, una idea, una brizna... otra vez más: el poder de las pequeñas cosas.
    Recuerdo unas viñetas de Mafalda, en que Libertad (la nena bajita y la más anarquista, por decirlo así, de los personajes de esta serie de tiras cómicas de Quino) le decía a su amiga: "una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista". Da qué pensar... Como tú dices, el sistema puede tener sus puntos flacos y una pedrada bien dada puede dar al traste con tanto plan perverso como hay urdido para asfixiar derechos y libertades. ¡Quién sabe! Habrá que practicar puntería... En eso estamos.

    La charla continúa. No vendrá mal echarle un ojo a ese libro.

    Me quedo con el beso grande ;D
    otro pa'ti

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  3. Rain! no tiene desperdicio esta parada, ningún desperdicio, acabo de leer un libro y algo que decía en él le va a tu entrada que ni pintado.
    Decían los griegos que enfadarse es fácil, pero hacerlo con la persona adecuada, en el momento adecuado y con la intensidad adecuada es patrimonio de los sabios...yo...creo que no soy nada sabia porque estos temas que aquí tratas me enfandan ojalá lo pudiese esquivar para que no me afectase sin encenderme, asi es que...mejor lo dejo aquí y desde luego te felicito por tu solidez en esta crítica totalmente constructiva de tanta insolencia de los poderosos y los borregos y me uno totalmente a la misma.
    Un abrazo grande Rain, a primeros de agosto volveré de mis vacaciones y seguirá siendo un placer parar en tus viajes para gozar con las reflexiones a las que nos invitas después de leerte ¡siempre!.Disfruta del verano.Muackkkkkkkkkkkks

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  4. Hola rain. Sigo vivo.

    El que compra es un empresario que piensa conseguir más dinero de lo que ha invertido. Si lo consigue... bien, si no, tendrá que apoquinar con su aval. Mientras, la genta brama por su posibilidad de meterla.

    Como no soy aficionado me la chifla, pero nadie paga por algo que no vale, excepto los tontos y algunos locos.

    Abrazos,

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  5. Sara
    Desde luego que es para cabrearse. Pero, luego, con más calma, hay que decidir cuál es el camino más constructivo que puede seguirse ...y seguirlo!
    Te agradezco mucho todo el apoyo que me das con tus palabras. Gracias de verdad :D
    Que tengas muy feliz veraneo.
    besos

    el instigador
    Me alegra mucho que me sigas visitando, amigo. Es un placer :D
    Ni más ni menos: es el negocio. Presentarlo de otra manera ni tiene sentido ni se ajusta a la realidad. Pero, ya que se trata de un negocio, la pregunta evidente es: ¿quién alimenta ese negocio?
    Y, después de la respuesta, lo que no vale es que muchos sigan quejándose a la vez que contribuyen con su óbolo. Un poquito de coherencia no les venía mal a esos analistas precipitados.
    un fuerte abrazo

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