una versión cantada de una historia similar (haz "click" en el "play") :D
Hermosa mañana en el río, en el lugar donde el agua remansa y la corriente es menos intensa. Las primeras luces han despertado mis sentidos. Siento el agua tibia, su fragante olor y su sabor denso y translúcido. Suelto diminutas burbujas, me muevo sin apenas esfuerzo con un ligero contoneo de la aleta caudal. Qué delicia flotar en la tenue corriente, el aroma de las algas dulces en el hocico, el cosquilleo del fluido efervescente en las escamas...
Me animo a zambullirme en el aire. Un salto, ¡hop! y chapoteo de vuelta al río. Otra vez, y las blandas aguas vuelven a amortiguar la caída. El aire es también cálido, el sol que sube y sube en el cielo lo va calentando con el transcurrir de las horas. El murmullo de la corriente me arrulla de tal forma que casi me cuesta permanecer despierto. Pero no quiero perderme ni por un instante este baño de agradables sensaciones. Bálsamo para los sentidos.
En un momento, algo trastorna la paz del río. Es un chapoteo distinto, un movimiento diferente en las aguas. Exploro y me desplazo río arriba, río abajo. Por fin, veo la causa de la perturbación. Una quilla de madera invade las aguas, el resto de la pequeña barca flota por encima, en el aire. Una mujer recoge los remos dentro de la embarcación y deja que la barca se mueva ahora muy lentamente con la casi imperceptible corriente del río. Se extiende de nuevo el manto de silencio. Caudal de sosiego.
Con curiosidad, contemplo a la mujer. El sol centellea en el largo cabello que no queda cubierto por un sombrero de ala ancha. Ella mira con ojos en sombra hacia ninguna parte. Da una profunda bocanada, echa la cabeza hacia atrás y permanece así por un instante. El sol baña su rostro mientras sus párpados siguen cerrados. Su visión llega a extasiar. Después de haberse fundido con el lugar, lentamente saca una caña del fondo de la barca. Con parsimonia, continúa el ritual. Prepara el sedal, arma el anzuelo, dispone la plomada. Y ya me tiene atrapado, como si ella fuera irresistible sirena del río, solo espero a que llegue el momento preciso.
Realiza el gesto aprendido, atrás y adelante, el plomo vuela y luego el breve chapoteo. Un sonido metálico en el agua. Me acerco al anzuelo. Esto va a doler, lo sé, pero no importa, es solo un momento y es lo que quiero. Muerdo la mosca, trago el anzuelo. Ya lo tenía bajo mi piel antes de ser lanzado, ahora lo siento dentro de mí. Sacudo la cabeza de lado a lado, tiro con fuerza y me rasga un poco. Aviso de que la trampa consentida ha surtido efecto. Ya no puedo librarme.
La mujer se alarma. Es posible que pensara en una espera más larga, pero ha llegado el momento de pasar a la acción. Recoge rauda la línea y yo me precipito hacia el aire velozmente. Rompo el vidrio de la superficie del río con la cabeza y floto fuera del líquido, agitándome y convulsionándome. Aterrizo sobre las tablas, cerca de ella, que me mira satisfecha. Sigo sacudiéndome hasta que ella me toma en sus manos, más cálidas que el propio aire. Trato de contener la emoción, me muevo más suavemente, casi no siento ni el anzuelo, solo esas manos que parecen acariciarme. Con todo el cuidado posible, ella quita el anzuelo de mí. Y al hacerlo es como si me hubiera atravesado con otros mil deseados anzuelos indoloros que me tendrán por siempre sujeto a sus tiernas manos. Ya no quiero moverme de aquí nunca más, aunque mis branquias empiecen a notar la falta de líquido y la ausencia de aire respirable...
Y entonces sucede lo inesperado, ella me arroja de vuelta al río, a las gélidas aguas, al oscuro torrente. Lejos de ella, para siempre.
No quiero moverme... Me abandono al río y la corriente me separa de la barca, poco a poco. Me perderé entre las algas con un único recuerdo de mi dicha, con la cicatriz del anzuelo que tuve clavado entre mis carnes.
querido pececillo:
ResponderEliminarY lo que te ha querido esa mujer, que ha preferido soltarte para que no te murieras?
Estar con ella hubiera significado tu muerte. Tremendo.
Nunca la pesca tuvo tanto corazón.
ResponderEliminarEstoy con Alex, TREMENDO.
El hecho de que nos falte el aire es signo de que algo no va bien, por mucho esfuerzo que hagamos.. por más que nos deslumbre y nos arropen unas manos que prometen.
ResponderEliminarSomos todos pescadores.. algunos de ilusiones y otros de contrabando..
Precioso relato, el final cierra con broche de oro un capítulo río arriba.
Besos,
;)
He nadado contigo.
ResponderEliminarJamás fue tan romántico 'pescar'.
A veces es mejor que nos dejen marchar.
Relación muerte anunciada, así las llamo yo.
Me siento tan fresquita después de este maravilloso baño, mmmmm.
Besos
Jamás entenderé a las personas que pescan y lanzan de nuevo al rio a sus pescaditos, es hasta macabro.
ResponderEliminarY este pez...es tontísimo.
Dicen, alex, que la materia y la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Quizás fuera más una transformación que una muerte, pero ese final no es el de esta historia.
ResponderEliminarbesos :D
Hola, Maeglin. Poner el corazón como cebo es una técnica de pesca sobre la que pienso que sí se ha experimentado mucho (para bien y para mal).
abrazos
Recuerdo una frase, Silvia, que decía algo así: la vida no se mide por el tiempo que respiras, sino por los momentos que te dejan sin respiración. Va a resultar que el aire está sobrevalorado xD
Pescadores de ilusiones y pescadores de contrabando... qué diferentes unos y otros, ¿no es cierto? ;D
besos
Hola, María. Da gusto hacer unos largos en tan agradable compañía.
Hay relaciones que ya están acabadas antes siquiera de que empiecen, eso también es cierto.
besos :D
Ese pez es muy tonto, aina. Pero es lo normal: ¿qué esperas de un animal con cerebro de pez?
besos
.. todos necesitamos que nos oxigenen el alma, incluso cuando nos roban el aire y las sonrisas.. No merecemos menos. ;)
ResponderEliminarQué bello y tierno relato, y qué cinematográfico! Podría ser un corto exquisito. Mientras te leía no he podido dejar de imaginar todos sus planos. Los has detallado con precisión milimétrica sin perder el tono literario.
ResponderEliminarEl pobre pez es un grandísimo kamikace!! Yo también creo que el aire está sobrevalorado!
Besos
Muy bonito, Rain..al principio me veía chapoteando en ese río.
ResponderEliminarLo que a veces somos capazces de hacer por estar entre unas manos cálidas unos minutos, eh?
Un abrazo
Que bonito!, pobre pez que se ha enamorado ;)
ResponderEliminarY que buena descripción del baño, he sentido por un momento que me estaba dando un chapuzón en el rio.
feliz finde guapo.
Raindrop...que preciosidad de relato.
ResponderEliminarJamás admito la pesca deportiva,soy de las que prefiero las aguas turbulentas pero que me quieran de verdad en ellas, con esa bravura y naturaleza, que dar...unos minutos por un amor de remansas aguas sin crédito ninguno de llegar a ningún lado...más que a dolernos por un tiempo con ese anzuelo...
Un lujazo leerte siempre en tus paradas.
abrazotedecisivo y buen fin de semana
Ya lo creo, Silvia. Y qué necesario se hace sentir que alguien oxigene nuestras almas.
ResponderEliminarMás que merecerlo, es que lo necesitamos :D
besos
Hola, Jo. En ocasiones puede suceder que la atracción resulta tan hipnótica que nos convierte en auténticos kamikazes. El pobre pez no ha quedado al margen de esto.
Versión en cortometraje de un post... hummmmm... es una idea que habría que pensarse... (lástima la falta de medios jajaja) :D
besos
¡Ay, Poledra, cómo lo sabes! Esa necesidad de calor nos puede llevar a alguna situación como la vivida por el pececillo. Y tan tranquilo que parecía que estaba...
Qué gustazo chapotear en el agua, un día como este :D
besos
jajajaja Sandra, ¡el pececito enamorado! Es incluso tierno ;D
A ver si tenemos un buen finde para poder darse un bañito agradable. Que lo pases muy bien :D
besos
Hola, Sara. Es como la frontera entre los sueños y la realidad. Me parece que la inconsciencia no se busca. Sucede. Está ahí. Y los humanos tenemos un ser inconsciente que muchas veces pugna por salir en medio de nuestra consciencia. A veces para bien y otras no tanto ;D
besos
El problema no son los medios sino hacer un buen casting de peces, jajaja
ResponderEliminarBuen finde!
Una histira curiosa, es mejor morir de amor o vivir sin el?
ResponderEliminarMe ha gustado, la parte de la cicatriz.... Unas cuantas llevamos encima ya.
ResponderEliminarBiquiños
Me ha encantado este metafórico relato... Pero al final va a ser verdad lo que Blanka nos dijo y que la Primavera, más que bien, no ha traído nostalgia!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
PD.- Perdón por el retraso que llevo unos días que no paro
jajajaja a ver si entre los que sobraron del casting de Buscando a Nemo puedo hacer algún apaño xD
ResponderEliminarEspero que hayas tenido buen finde, Jo.
Hola, Montse. Creo que esa es la pregunta clave. Para un pez o para cualquiera.
besos
Hola, Blanka. ¿Coleccionista de cicatrices?
Las de apendicitis y similares... aquí no cuentan, que lo sepas xD
besos
Es como si siguiéramos primaverales, ¿verdad, Efra?
...y es posible que este año me dure hasta el invierno xD
Oye, y no te disculpes por ningún retraso, aun encima que te pasas a leer y comentar :D
un abrazote
Y ahora que el pez está avisado volverá a picar?... ¡Claro que volverá a picar! Las cicatrices son avisos para la prudencia, pero quien no tiene cicatrices, no ha vivido.
ResponderEliminarHermosa historia.
ese cerebro de pez le ayudará¡ tienen apenas tres segundos de memoria asi que supongo no le dejara sufrir o padecer el recuerdo de haber estado preso un poco sin poder respirar.
ResponderEliminar:)
Hola, Shandy. Las cicatrices son como un mapa de la vida, lo mismo que un diario de los lugares en que se ha estado. Mientras se siga viviendo, se irán grabando cicatrices en el cuerpo.
ResponderEliminarbesos :D
Hola, Jo. Creo que la memoria de pez ayuda en estos casos. Es una ventaja, sin duda xD
besos
Ains!! Apéndice sólo tengo uno y sigue en su sitio y epero que no me de guerra nunca ;P
ResponderEliminarMis cicatrices son del alma y son bien grandotas ;PP
Besos lindo pececillo!!