"Una buena persona saca buenas cosas del buen tesoro que hay en su interior y una mala persona saca lo malo de su mal tesoro interior; porque de lo que abunda en el interior de cada uno es de lo que habla su boca".
(Evangelio según San Lucas, cap. 6: 45)
.


La vida de estas dos mujeres, siendo tan notable, no es más que una muestra del gran valor de tantas personas que en circunstancias similares han tenido que ir desarrollando su potencial.
El principal motivo que me ha llevado a traer estos trozos de historia hasta aquí es el interés que tengo en ser plenamente consciente del gran valor de cada vida, independientemente de qué envoltorio presente o de las limitaciones que le afecten. Me hacen daño las palabras perversas. Confío mucho en la utilidad del lenguaje como elemento de terapia mental. Estoy convencido de que nuestras palabras y nuestras ideas se influyen mutuamente y se retroalimentan: pensamientos congruentes pueden generar palabras congruentes, a la vez que las palabras congruentes influyen en la formación de pensamientos congruentes. Es como si las palabras actuasen como un cincel que va esculpiendo nuestro cerebro. Pero, en ocasiones, se pervierte el uso de las palabras con el consiguiente doble problema: pueden generarse ideas equivocadas a partir de las palabras o bien las ideas erróneas que ya existían permiten que esas palabras perversas arraiguen en el lenguaje y se acepten sin discusión. Es cierto que nuestro diccionario convierte en sinónimos términos como minusválido y discapacitado (o inválido e incapacitado). Pero es éste un uso pervertido y aceptado. ¿Cómo afecta a nuestro patrón mental asumir estas palabras como sinónimos sin rebelarnos contra ello? En mi ciudad, las zonas reservadas para estacionamiento de vehículos de personas que sufren discapacidad están señalizadas con el correspondiente disco prohibitivo sobre un cartelito que dice: "reservado minusválido". ¡Y me dan ganas de arrancarlos para que los sustituyan por otros que no mientan! No digo que no crea en la necesidad de reservar esas plazas (por supuesto), sino que quiero que el Ayuntamiento sea justo con todos sus ciudadanos y no cuestione el VALOR de las personas (especialmente las discapacitadas). ¿Acaso las personas discapacitadas son menos valiosas ("minus-válidas")? ¿Por qué les ponemos ese cartel? ¿Pretendemos creer que tengan menos derechos, aunque les entreguemos ciertas migajas que tranquilicen nuestra sensibilidad? En ciertos momentos y por ciertas causas, la rebelión contra lo establecido no es tanto un derecho como un deber. Y ésta puede ser una de esas oportunidades. Llega la hora de poner fin a una injusticia que puede estar viviendo en nuestra mente y en nuestro léxico. Ambos están conectados y ya es momento de darles el reposo de la coherencia.

Es fácil entender. Todos sabemos que el valor del billete no depende de que esté más o menos arrugado, más o menos sucio o estropeado. Su valor sólo depende de lo que es. Y si sabemos que esto sucede con un trozo de papel impreso, ¿no es más importante que lo tengamos claro cuando nos referimos a una persona?
Un periodista le preguntó en cierta ocasión a Helen Keller:
- ¿Hay alguna cosa peor que ser ciego?
- Sí - le respondió ella - : ¡Tener vista pero no tener visión!
.
Dedicado, con todo mi cariño y respeto, a Álvaro, a quien he conocido recientemente en la blogosfera (Álvaro publica 2 blogs que se pueden visitar aquí: http://vozdealvaro.blogspot.com/ y aquí: http://de-que-depende.blogspot.com/. ¡No dejéis de hacerlo!).
Álvaro: por más 'arrugado' y 'pisoteado' que puedas llegar a sentirte, recuerda siempre que tú vales mucho, amigo.
.
post scríptum:
ACTUALIZACIÓN
El Ayuntamiento ha retirado por fin los carteles "reservado minusválido" y ha dejado solamente los logotipos correspondientes para señalizar la reserva de plaza de aparcamiento para personas con discapacidad (sin más texto).
¡Algo es algo!