miércoles, 17 de agosto de 2011

canción con ventana

(área de descanso nº 143)

(cuatro viñetas de la versión en castellano de "Astérix y los Godos")
La primera vez que escuché eso de "canciones con ventana" fue (creo recordar) en el programa de radio La gramola, de la emisora M80. De esto hace ya bastante tiempo. Me gustó la expresión. Viene a sugerir que hay canciones que son como una ventana a nuestros recuerdos. Escuchamos las notas y eso nos transporta por arte de magia a la contemplación de un paisaje recurrente que está ya indisolublemente asociado a la melodía. Generalmente, son buenos recuerdos, experiencias que nos han marcado o momentos que llevamos en nuestro equipaje vital de forma permanente, aunque no sepamos el motivo.
Por casualidad, hace unos días volví a escuchar una canción que ya tenía olvidada, y descubrí que era de las que tienen ventanita incorporada para asomarse a otro lugar en otro tiempo. Es una canción del grupo Olé Olé (del momento en que Vicky Larraz dejó el grupo y la cosa fue derivando con los años a una especie de Marta Sánchez y sus mariachis), titulada Lili Marleen y que está basada en un antiguo poema de un soldado alemán. Al oírla, recordé los días en que la familia nos vinimos a vivir a Coruña, las varias mudanzas, las cajas llenas de cosas, la novedad de un destino lejos de mis amigos de toda la vida y de mis años adolescentes, la lluvia y el cielo gris, los nuevos olores de una humedad que todo lo impregnaba... en definitiva, etapa de cambios drásticos. Nada que ver con la letra de la canción, sino con lo vivido en los días en que esa canción estaba en el aire.

La canción en sí también tiene su propia historia, mucho antes de convertirse en la versión pop ochentera que acabo de mencionar. El soldado Hans Leip había escrito un texto para recordar a su novia, allá por los años de la Primera Guerra Mundial, como despedida después de ser enviado al frente ruso. Pero fue en 1937 cuando el compositor Norbert Schultze puso la música al poema de Leip, titulado Das Lied eines jungen Soldaten auf der Wacht ("La canción de un joven soldado de guardia"). Sin embargo, esta canción (que recibió otro título distinto al actual: Das Mädchen unter der Laterne, "La chica bajo la farola") no tuvo ningún éxito remarcable en los días inmediatos a su lanzamiento. Pasados los años y entrada la Segunda Guerra Mundial, las cosas cambiaron.
En la primavera de 1941, apenas conquistada Belgrado por los nazis, el Alto Mando alemán ordenó reparar las estructuras de la que había sido la radio yugoeslava y reforzar las instalaciones. Rápidamente, la estación de Radio Belgrado se hizo una de las más potentes de Europa y fue destinada exclusivamente a transmitir programas en lengua alemana, para los soldados del Tercer Reich en todas partes, desde el norte de África hasta Noruega, desde la Unión Soviética hasta los Pirineos. En Radio Belgrado, una tarde, alguien escogió distraídamente un disco (había sido llevado hasta allí por un oficial del Afrika Korps destinado a Belgrado, después de que la balada fuera adoptada, por el éxito que tuvo entre los soldados de Rommel, como canción de la compañía) pero que hasta entonces no había llamado la atención de nadie en la emisora. Era una de tantas canciones inspiradas en la guerra, pero no estaba seleccionada en el grupo de las escogidas por el programa destinado a elevar la moral de la tropa, transmitido todas las noches a la hora de mayor audiencia. Esta canción tenía, en efecto, poco de heroico y mucho (demasiado) de nostálgico. Su título ya era Lili Marleen y contaba la historia de una muchacha esperando bajo un farol ante un cuartel, y de la ilusión de un soldado de poder estar un rato con ella. La cantaba Lale Andersen, una cantante de voz débil, un poco ronca, más de cabaret que de canción de amor. El éxito de Lili Marleen fue inmediato. Avalanchas de cartas inundaron Radio Belgrado y todas las otras estaciones alemanas solicitando que transmitieran otra vez esta canción que había impresionado la fantasía de tantos jóvenes solos y lejos de casa. Pronto el fenómeno llamó la atención del Ministerio de Propaganda, y el mismo Goebbels quiso escuchar la canción. Su sentencia fue negativa: la canción solo podía influir desfavorablemente sobre la moral de los hombres y por eso debía ser eliminada del repertorio destinado a las tropas. No obstante, las protestas fueron tantas que no fue posible prescindir del disco. Radio Belgrado llegó al punto de transmitir Lili Marleen todas las noches a la misma hora (a las 21 horas 57 minutos, como cierre de su programación) y Lale Andersen, con voz que parecía venir del más allá, fue la cantante más famosa de Alemania: la chica con la que todas las noches un soldado alemán tenía una cita.
Pero Goebbels llegó a descubrir que la Andersen tenía rastros de sangre judía en sus venas y utilizó ese descubrimiento para hacer que, a través del prejuicio, sus admiradores le volvieran la espalda. Ella lo pagó demostrando cada vez más abiertamente sentimientos antinazis.
El éxito de Lili Marleen no fue solo un fenómeno entre los soldados alemanes. La potencia de la emisora de Radio Belgrado permitía que también los soldados aliados escucharan la canción y terminaran por adoptar la melodía al otro lado del frente. ¡Qué sorpresa para los soldados alemanes cuando escuchaban tararear la canción de Lale Andersen a los prisioneros aliados!

Ahora que veo la versión de Olé Olé, me parece que todo ha envejecido demasiado rápido. O que algunos hemos nacido en el Pleistoceno...

13 comentarios:

  1. Precioso post, Rafa. ¡Precioso!.

    Yo también escuché hasta el infinito y más allá a Joaquín Guzmán en 'La Gramola', esas canciones con ventanas por las que los que nacimos en el Pleistoceno nos asomamos de vez en cuando para recordar, por ejemplo, esa Lili Marleen que comentas en tu post.

    ¡Qué tiempos, Dios mío!... Se me viene a la memoria, también en M-80, el 'Vuelo 605' con Ángel Álvarez y aquella voz suya tan particularísimamente íntima ;-))))

    Gracias por la entrada y por tanta y tan buena información. Siempre es un placer leerte. Abrazos.

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  2. ¡GENIAL!,he vuelto a retroceder a tiempos de los que tengo muchos y buenísimos recuerdos. Hasta me acuerdo que en esa época llevaba el pelo como Marta..... Definitivamente, los del Pleistoceno somos la caña!!!
    Más viejos...pero la caña!!!

    Un beso

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  3. Había oido la versión de Marlene Dietrich pero no conocía toda la historia.
    Eso sí, la versión de Olé olé es la que más veces escuché. ¡Que recuerdos!¡Que rápido pasa el tiempo!
    Besos.

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  4. Tu blog posee ventanas.
    Y puertas.
    Y pasillos.
    Y caminos que se bifurcan y conducen a otras ventanas.
    Una gran magdalena de Proust.


    Besos, raindrop (para ser un gliptodonte del Pleistoceno, te mantienes bastante bien)

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  5. Me ha gustado mucho tu post.
    Te digo algo, te mantienes mejor que la música de OLÉ OLÉ.
    Un beso

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  6. Que interesante historia, al igual que la tira de Asterix con unos colores algo distintos a los que acostumbramos a ver. Gracias por compartir. :)

    PD: ¡¡¡Arriba los Ochentas!!! :)

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  7. A mí estas cosas no me suceden, no soy nada melómana y nunca estuve "puesta" en la música. Ahora, leyéndoos, casi me alegro, así nadie más que yo me recuerda que tengo 35 tacazos y que soy un fosil. A Marta Sánchez la recordaré por "bailando en tus manos" que el verano pasado le gustaba mucho a mi vecino.

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  8. Abrir tu ventana siempre es aprender.

    La música... pase VIP al mundo de mis recuerdos.

    Un besazo

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  9. Hola, Ana. ¡Qué cantidad de recuerdos, es cierto!
    Empiezas tirando del hilo de uno y acabas componiendo una madeja formidable jajaja
    besos

    jajaja Sory, los del Pleistoceno hablamos un idioma parecido y tenemos un bagaje común de recuerdos muy similar.
    besos

    Hola, Pilar. Yo también creo que el tiempo pasa rapidísimo. Han pasado más años desde que escuché esta canción por primera vez que los que tenía cuando la escuché.
    ¡Qué barbaridad! Y me parece que fue ayer... oooops...
    besos

    Gracias, Daniela.
    Y me ha encantado esa descripción aplicada a este humilde espacio.
    besos

    Gracias, reina. Pero es que empiezo a despistarme del paso del tiempo. Es una locura jajaja
    besos

    Bienvenido, Juan Carlos.
    Quise escanear esas viñetas del álbum de Astérix (otra pasión mía) porque recordaba que los guerreros godos cantaban su versión de la canción.
    un saludo

    A ver, aina, así que encima de vieja, sosa.
    jajaja es broooooooma, es brooooooma. Ya sabes, donde hay confianza...
    un besiño de los buenos :)

    Hola, María.
    ¡A que sí! Te pones a escuchar canciones y se te llena la cabeza de recuerdos. Es tremendo.
    Yo, a veces, me pongo música solo para viajar (en el tiempo).
    muaaaacks!

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  10. Vaya canción con ventana. Y lo que se divisa a través de esa ventana... recuerdos de una Marta Sánchez tan sensual como carente de otras muchas cosas que no quiero mencionar por no herir a sus seguidores.
    Si, amigo la verdad es que la música es una buena máquina del tiempo y los ochenta fueron como una gran estampa que se clavó en los cerebros de muchos. A la vista está que a todos nos gusta recordarlos.
    Besazos amigo, gracias por embarcarnos en tu máquina del tiempo y dejarnos mirar a través de su ventana. :*))

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  11. Preciosa la historia de esta canción (que sorprendentemente conocía) y tu forma de contarla. Yo también tengo muchas de esas canciones con ventanita... Son en cierta manera, algo más especiales.

    Este post me ha hecho recordar... Cosas bonitas claro :)

    Un abrazo!

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  12. Vicky
    Tú lo has dicho: la máquina del tiempo jajaja
    (y gracias por tu versión de la Andersen, me ha gustado volver a escucharla) ;D
    besos

    RuMBi
    Sí, las ventanitas convierten a las canciones en muy especiales y se las atesora con mucho cariño ^^
    besos

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  13. chévere la viñeta. como ha pasado el tiempo con ole ole, yo tenía tantos sueños en esa época. ji ji.

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