domingo, 13 de marzo de 2011

het achterhuis

(área de descanso nº 119)
"Espero que te podré confiar todo, como nunca he podido hacer con nadie, y espero que serás para mí un gran apoyo".
(primeras líneas del diario de Anne Frank)


Es posible que en las edificaciones de otros países no haya nada que se pueda equiparar a una trascasa, un tipo de alojamiento que es muy frecuente en las más antiguas viviendas holandesas. Se le llama het Achterhuis (la trascasa, el anejo, la casa de atrás) y se trata de la parte de un edificio que da al patio o al jardín interior y que está completamente separada (también para el agua y los servicios) del resto de la casa, aunque ambas partes se comuniquen por una puerta. La trascasa de la Prinsengracht, en Amsterdam, el lugar que sirvió de refugio a Anne Frank y otras siete personas durante veinticinco meses, estaba formada por dos cuartos, más un almacén y un trastero con una ventana que daba al tejado. La puerta de acceso quedaba escondida tras una estantería.
En el verano del 42, el Comisario del Reich para Holanda, Arthur Seyss-Inquart, ha prohibido a los judíos que se muden o que se alojen con otros judíos. Con una orden del 30 de junio ha impuesto que los judíos no salgan de sus casas entre las 8 de la noche y las 6 de la mañana, y que durante ese tiempo no hagan visitas ni dejen las ventanas abiertas. La orden les prohíbe también tener teléfono, usar las cabinas telefónicas públicas, entrar en ciertos barrios de Amsterdam y comprar en los mercados. En los trenes, los judíos deben quedarse en pie hasta que todos los viajeros arios hayan encontrado sitio para sentarse. Todos los judíos estaban obligados (desde comienzo del año) a llevar sobre su ropa la estrella amarilla de seis puntas con la inscripción Jood. En este ambiente, y con la expulsión de Anne (por orden de la autoridad) de la escuela Montessori de la Nierstraat, Otto Frank comprendió que se avecinaba el momento en que los 100.000 judíos holandeses (todos ya localizados y fichados por la policía) no podrían evitar la deportación. Solo quedaba encontrar un escondite y organizar un plan para desaparecer de la escena hasta la liberación de Holanda.

Het Achterhuis fue el título con el que Otto Frank (padre de Anne y único superviviente de los ocho refugiados) publicó, unos dos años después del fin de la guerra, en 1947, la colección de pensamientos de su hija, obra que hoy conocemos como El Diario de Ana Frank. La primera anotación en ese diario corresponde al día 12 de junio de 1942, en que la más joven de los Frank cumplía los 13 años. El 7 de julio del 42 queda registrado en el diario el ingreso en la trascasa. La última anotación será la del 1 de agosto de 1944, tres días antes de que agentes de la Grüne Polizei, bajo el mando del brigada de la Gestapo Karl Silberbauer, asaltaran la Achterhuis y detuvieran a sus ocupantes. Aquel 4 de agosto, a la altura del número 263 de la Prinsengracht, ante el almacén de la empresa de ultramarinos "Kohen y Cía., importación de gelatinas de fruta para confituras" (un edificio de cuatro pisos tras el que se distinguía la grácil silueta de la iglesia de Wester, donde está sepultado Rembrandt), a los cuatro hombres de la Policía de Seguridad holandesa les está esperando el delator Willen Gerard van Maaren para indicarles el refugio de los ocho judíos. En el edificio está Victor Kugler (colaborador en el plan clandestino, junto a la secretaria Miep van Santen y la mecanógrafa Elli Vossen, además de Johannes Kleiman, otro de los empleados de Otto Frank, a quienes ya en el otoño del 41 les había cedido su empresa "Travis" de importación y elaboración de gelatinas, para que los alemanes no la hubieran confiscado como propiedad perteneciente a un judío), que es sorprendido por los agentes y llevado ante la estantería de marras en una gran habitación vacía en el tercer piso. Se le ordena retirarla, Kugler insiste en que no hay nada en ese lugar y es Silberbauer quien la retira a empujones. Tras aquella estantería estaba la puerta secreta y, tras ella, Anne Frank (de quince años), sus padres, su hermana Margot, los van Pels (padre, madre e hijo, llamados van Daan en las páginas escritas por Anne) y el dentista Fritz Pfeffer (con el nombre de Albert Düssel en el diario). Cuando la salvación parecía ya tan próxima, con los aliados rebasando Florencia, los rusos llegados al corazón de Polonia y los americanos cercando París, ocurre el más sombrío de los desenlaces y los refugiados son descubiertos. Han soportado más de dos años de reclusión para evitar la deportación a los campos de exterminio, pero ahora se ha esfumado toda posibilidad de escapar a un cruel destino.

Para la joven Anne Frank y el resto del grupo comienza un macabro peregrinaje. Kleiman y Kugler también son encarcelados, pero lograrán salvarse. Los ocho arrestados son enviados al campo de recogida de Westerbork. Momentos de esperanza: dicen que en Westerbork no se está tan mal y los aliados avanzan victoriosos en todos los frentes. Después de veinticinco meses de encierro, tienen la impresión de estar haciendo una excursión. Westerbork es un pueblecito al norte de Holanda y a unos 50 kms. de la frontera con Alemania. Pero la realidad es que Westerbork está dirigido por el jefe de la policía SS en Holanda, general Wilhelm Harster, que trata con especial dureza a los judíos que (como Frank) se habían sustraído a la captura. Agosto de 1944 está acabando. Los internados de Westerbork viven para el único pensamiento de una próxima liberación. Los ejércitos rusos han penetrado aún más en Polonia y los nazis no podrán seguir trasladando deportados a Auschwitz, Majdanek ni Treblinka. París acaba de caer y los aliados avanzan por Bélgica. Por desgracia, no es bastante. El 3 de septiembre se toma Bruselas, el día siguiente Amberes y el 11 se llega a la frontera alemana cerca de Aquisgrán, pero el último convoy de Westerbork ha partido ya la madrugada del 3 hacia la deportación y el exterminio. La noche del 7 de septiembre, llega a Auschwitz. Allí, hombres y mujeres son separados. Las mujeres de la familia Frank son recluidas en el bloque 29 del campo femenino de Birkenau. Anne debe conocer todavía lo peor. En Auschwitz está unos dos meses y después de un par de selecciones, es rechazada y enviada a Bergen Belsen junto con su hermana Margot. Bergen Belsen, en la Baja Sajonia, entre Berlín y Hamburgo, estaba constituido por cuatro pequeños campos y fue quizás el peor de todos los campos de exterminio. La escasísima dieta alimenticia llegó a provocar centenares de casos de canibalismo y las enfermedades se extendían con rapidez. El tifus petequial estaba tan difundido que los ingleses, al liberar el campo, se vieron obligados a destruir con lanzallamas las tiendas y los pocos barracones del recinto.

En este ambiente se quebrantó al fin el espíritu de Anne Frank. La niña que, como había escrito en su diario, tenía aún confianza en la vida y en la íntima bondad del hombre, confianza en la posibilidad de que tras la tormenta (que también acabaría con ella) volverían al mundo la serenidad y la paz, termina ahora por desesperar de la condición humana. Son escasos los testimonios sobre ella en Bergen Belsen. Lies Goosens Pick, amiga de la infancia de Anne, fue la última que la vio viva. Después de Margot, Anne falleció, tronchada por la fiebre tifoidea y por el dolor de perder a su hermana, a finales de febrero o, lo más probable, en marzo de 1945 (se señala la fecha del 12 de marzo de 1945, ayer se cumplían 66 años, como la más exacta). Sucedió pocos días antes de la liberación del campo. Anne no llegó a cumplir los dieciséis años.

A pesar de que la más siniestra, inimaginable e implacable máquina para triturar vidas engendrada por la locura humana acababa de cobrarse una nueva víctima, la voz de Anne Frank no se había apagado. A centenares de kilómetros, entre los muros ennegrecidos de la trascasa de la Prinsengracht donde había vivido escondida veinticinco meses, las fieles Elli y Miep habían encontrado en el abandonado desván el cuadernillo rosa que Otto había regalado a su querida hija en el día de su cumpleaños, en aquel ya lejano junio del 42. Ese extraordinario documento humano que nos legó Anne es el relato sencillo e intenso de tantas jornadas de reclusión, a través de los pensamientos, amistades, relaciones, ideales, conflictos, sentimientos, confidencias, experiencias... de una persona fascinante con grandes deseos de vivir.

Miércoles, 3 de mayo de 1944
Con frecuencia he estado abatida, pero nunca desesperada. Considero esta vida clandestina como una aventura peligrosa, pero romántica e interesante. Me consuelo de las privaciones entreteniéndome en describirlas en mi diario. Me he propuesto llevar una vida diferente de las otras chicas, y después, de las amas de casa corrientes. Este es un buen comienzo de una vida interesante, y por eso, aun en los momentos más peligrosos, tengo que reírme del lado humorístico de la situación. Soy joven y poseo muchas virtudes aún escondidas, soy joven y fuerte y vivo esta gran aventura, estoy en pleno centro, y no puedo pasar el día lamentándome. La naturaleza me ha favorecido dándome un carácter feliz, jovial y enérgico. Cada día siento que mi mente madura, que la liberación se avecina, que la naturaleza es bella, que la gente en torno a mí es buena y que esta aventura es interesante. Luego, ¿por qué tendría que desesperarme?

7 comentarios:

  1. Mira qe se ha escrito y hablado sobre historias, a cual más enternecedora y dura, de estos tristes años, pero siempre que vuelvo a la historia de esta niña se me eriza la piel.
    Fantástico post.

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  2. Aún recuerdo lo que sentí cuando visité la casa... Había un silencio sepulcral, todos escuchábamos sin decir ni una palabra. Me fascina que tuviera las fuerzas para escribir su diario... es increíble. Yo empecé a escribir mi diario también cuando cumplí 13 años... y aún sigo. Nunca conocí a nadie que escriba diario, siempre me pareció muy raro...
    Un beso, cada día me gusta más tu blog.

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  3. Como dice jlin por mucho que la escuches siempre enternece.
    un saludo

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  4. No importa cuantas veces lea esta historia, nunca dejará de ser estremecedora.
    Cuesta creer que sea verdad. O mejor dicho, ójala no lo fuera.

    Muy buen post.

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  5. Lo peor de leer esta historia es saber que sucedió.

    Algo más que tristeza se siente. Vergüenza. Vergüenza de pertenecer a la misma especie de quienes fueron los responsables y de los que lo consintieron.

    Un abrazo

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  6. Todo el horror imaginable fue posible. Gracias por el buen trabajo Raindrop.

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  7. Historias como esta te hacen pensar de la capacidad que tiene el ser humano de infringir dolor a sus semejantes y que parece mentira que se sigan permitiendo atrocidades parecidas. Pero también encontramos otras historias de generosidad hacia el prójimo que dan esperanza y que recuerdan que no todo esta perdido.
    Besazos guapo!!
    (Palabro: tuednera)

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